El morbo vende

-Aquí es donde hicieron el pozo paralelo para que bajaran los mineros.

-Pues echo en falta la cápsula de hierro que hicieron para que los mineros bajaran por el pozo paralelo. Podían haberla expuesto, era ingeniosísima.

Dicen desde Totalán que esas obras no son resultado de la explotación de los bajos instintos del morbo, como en aquellos días hicieron muchas televisiones, que cambiaron los contenidos de sus abyectos programas llamados «del corazón» para conectar con los enviados especiales a los complicados trabajos para la salvación de Julen. Aseguran en Totalán que las obras estaban ya previstas para hacer accesible a los visitantes el Dolmen del Cerro de la Corona, como se llama la montaña que se tragó a Julen y se lo quedó para siempre. Obras para rehabilitar con fines turísticos la zona popularmente conocida como la Tumba del Moro, debido a una antigua leyenda, según la cual era la sepultura de un caudillo musulmán, hecho desmentido en la década de los 90 tras el hallazgo de restos óseos humanos del cuarto y tercer milenio antes de Cristo por un grupo de escolares. Las obras proyectaban hacer accesibles los restos arqueológicos del Cerro del Dolmen y otorgar notoriedad turística al municipio. Ahora serán la zona cero de un lamentable Parque Temático del Morbo.

El morbo vende. No hay más que recordar cómo el rescate de Julen fue convertido en un espectáculo de masas por las televisiones especializadas en la venta de basura para la audiencia desplazaron allí toda su artillería. Los Matamoros y las Chabelitas fueron desplazados por la desesperante búsqueda de Julen, que aseguraba más «share». El morbo es un deleznable bajo sentimiento humano que fomenta la sociedad mediática en que vivimos, y nada digo de las redes sociales. Recordarán la terrible explosión de gas en una panadería en pleno centro de París a comienzos de enero, que causó tres muertos y cincuenta heridos. Una de las fallecidas era una turista española, que se alojaba en un hotel frente a la panadería, que destruyó la onda expansiva de la explosión. Cuando el marido de esta pobre señora salió pidiendo auxilio y ayuda, hubo un malvado que en lugar de prestársela, sacó su teléfono móvil y se puso a hacer un vídeo del desesperado esposo de la víctima, que en paños menores pedía socorro. Lo colgó inmediatamente en las redes sociales, por supuesto. La señora murió. ¿Hubiera sobrevivido si el morboso, en lugar de filmar el vídeo pensando las visitas que iba a tener en Instagram hubiera auxiliado a la turista española herida? Pero es que el domingo en Sevilla se repitió una escena parecida en esta industria del morbo que hay montada. Un pobre señor, cuyo nombre silencio por obvias razones y respeto, se quitó la vida, arrojándose al vacío desde una de las últimas plantas de un edificio de nueve en la plaza de Cuba de Los Remedios. Al caer, quedó enganchado en la jardinera de un balcón, entre la vida y la muerte. Y muchos que veían la trágica escena, en vez de llamar al 112 para salvarlo... sacaron sus teléfonos para hacer un vídeo y colgarlo en las redes. El morbo vende. Los más bajos instintos son ya una industria como otra cualquiera.