Tribuna abierta
Miseria de la Universidad

Gobiernos de distinto signo han condenado a nuestra universidad a un severo estado de postración. La opacidad de las comisiones de selección del profesorado y la identidad secreta de los expertos que las asesoran permiten que la Comisión Nacional Evaluadora de la Actividad Investigadora (CNEAI) ... y la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA) denieguen a eminentes científicos la acreditación como catedráticos y los sexenios de investigación. Además, ANECA/CNEAI abocan a publicar primordialmente en inglés, excluyendo así de facto a la tercera lengua más hablada del mundo. Ello contradice el apoyo del Gobierno al español en el programa Inteligencia Artificial de los fondos europeos. Siguiendo este criterio, que sólo utiliza nuestra Universidad, Cajal no habría obtenido la cátedra -ya le hurtaron una- al obstinarse a publicar en español, aunque sabía que hacerlo en francés le habría proyectado internacionalmente. Fuerza es convenir que la evaluación por pares de ANECA/CNEAI requiere discrecionalidad técnica. Pero discrecionalidad no es arbitrariedad. Por desgracia es así. Esto les permite alancear a científicos sobresalientes que no sean de su cuerda, cubrir de miseria a nuestra universidad, y vigorizar sus relaciones feudovasalláticas y endogámicas. Sirven a un dogmatismo más incurable que la ignorancia: aquella que se atreve a entrar con los pies sin lavar en las cabezas y el entendimiento de nuestros universitarios. Son comparables a la Inquisición cuyas delaciones eran secretas, aunque no anónimas, pues figuraban nombre y apellidos del denunciante.
El Consejo de Universidades sostiene que acreditaciones y sexenios se basan en méritos objetivos. No es cierto. «El procedimiento de acreditación -afirma- no se sustenta en una tabla de méritos objetivos con puntuación automática, sino de un proceder a partir de juicios de valor cualitativos […] los principios y orientaciones para la aplicación de los criterios de evaluación son meras orientaciones y de carácter informativo». Al reconocer valor no normativo a las evaluaciones mediante informes secretos, el Consejo de Universidades y ANECA/CNEAI incumplen el RD 1312/2007, violan la transparencia de los órganos colegiados públicos, conculcan los principios constitucionales de igualdad, mérito y capacidad, e imposibilitan conocer la identidad de los expertos, privando a los recurrentes del derecho a recusarlos. ANECA/CNEAI aparentan discrecionalidad para mejor herir inicuamente a los díscolos brillantes. Respetar los méritos objetivables las haría redundantes. Deberían publicar el vademécum de baremación de méritos, en lugar de declararlo secreto y ocultarlo a los profesores como ocurre ahora. Ello permitiría la autoevaluación del profesorado en condiciones objetivas, públicas y transparentes, como viene haciendo en parte la universidad sueca. Los nuevos mandarines universitarios parasitan ANECA/CNEAI, emponzoñan sus decisiones, generan indefensión en los científicos, vulneran sus derechos fundamentales, y condenan a nuestra universidad a malvivir en el reino de la miseria, ese que malbarata su independencia de juicio y desfigura su saber, el mismo que descuida la enseñanza de nuestros universitarios, deserta de la docencia y traiciona la confianza pública. Podemos comprender que esto ocurra en España, donde impera el cainismo, y la envidia es el primer pecado nacional. Pero, ¿hasta cuándo permitirá el ministro Castells la existencia de ANECA/CNEAI, instrumento de opresión atentatorio contra la vida universitaria y el respeto al pensamiento libre?
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Manuel Sanchís i Marco es profesor de Economía Aplicada de laUniversidad de Valencia
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