Vidas ejemplares

A mí ya me ha tocado la lotería

Pensándolo bien, ¿qué más se puede pedir...?

Jamás me ha tocado un patacón en la lotería. Este año tampoco, por supuesto. Debo formar parte de una saga de perdedores patológicos, porque a mi padre, que era más entusiasta de los décimos que yo, le ocurría lo mismo, y a mis abuelos. Las ... empresas donde he trabajado que jugaban a un número del Gordo perdían de antemano su tiempo y dinero, pues al tenerme en plantilla quedaba garantizado que allí no tocaría. Juego solo por cubrir el expediente social. Sé que no voy a rascar ni la pedrea. No tengo suerte. Nunca saldré en los telediarios dando saltitos sincopados delante de una administración de Lotería, asperjado por el cava de emergencia del súper de al lado y con un careto de euforia a lo Jack Nicholson en «El resplandor». Nunca me podré comprar el apartamento en Torrevieja a tocateja. Creo que si jugase a las tragaperras habría más posibilidades de que se le fundiesen los plomos a la máquina que de que me cayese la cascada de monedas. Si me metiese en las apuestas del fútbol, suspenderían la jornada por alguna nevada. Si jugase a la ruleta, solo acertaría en caso de tratarse de la rusa.

Pero no me siento un desgraciado, porque a mi ya me ha tocado la lotería. He tenido la inmensa fortuna de vivir los suficientes años para poder conocer la era del Gobierno «social, ecologista, feminista y progresista» para todas y todos. Disfruto de la serena tutela de un estadista de leyenda, nuestro presidente Sánchez Pérez-Castejón, un dechado de mesura y buenas intenciones, que sin despeinarse ha logrado poner del hígado a los jueces, los empresarios, los católicos, los monárquicos, los hosteleros, los militares, los autónomos y hasta a los marroquíes.

Disfruto de un Gobierno de España que ha entendido que la mejor manera de defender la unidad de España es someterse precisamente al dictado de los partidos que quieren romper España (en mi infinita espesura mental, reconozco que al principio no lo pillaba, hasta que nuestros providenciales Pedro y Pablo me lo hicieron ver). Disfruto de un Gobierno verde, que va a arreglar el cambio climático él solito desde un país de 47 millones de personas, mientras China (1.400 millones), India (1.350) y Rusia (144) siguen manchando todo lo que les da la gana. Disfruto de un Gobierno que es tan feminista que su muy feminista vicepresidente ha promocionado a dedo a su mujer a lo largo de toda su carrera, en aras a su relación, llegando incluso a convertirla en ministra sin mérito político alguno conocido. Disfruto de un Gobierno que ha inventado la máquina del tiempo y quiere ganar con efecto retroactivo una guerra civil de hace 90 años y retornar a una República donde nada salió bien. Disfruto, en fin, de un Gobierno que se ha salido en la lucha contra la pandemia, por eso seguimos siendo el tercer país del planeta en muertos por millón de habitantes y el segundo de la OCDE que peor se está comportando económicamente.

En resumen: a mí, como a todos los españoles, ya me ha tocado la lotería.

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