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Vidas ejemplares

El ameno vicepresidente

Todo vuelve, incluso las tarjetas telefónicas del pasado

Luis Ventoso

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Te jactas de ser joven... Hasta que un día te levantas y el espejo, inclemente, te devuelve el careto de un adulto. A Pablo Manuel Iglesias Turrión le caerán en octubre 42 tacos. Ha ganado kilos y sus mejillas han cobrado un sano tonillo sonrosado, ... casi pastoril. Sigue embutiéndose en la camisa a cuadros proletaria en citas puntuales, como para las entrevistas con la prensa foránea (donde tacha a los medios libres españoles de «ultraderecha mediática»). Pero viste a diario de americana o traje, prendas que deploraba. También ha mudado su modo de hablar. El Iglesias con poder adopta gesto meditabundo y diserta con una vocecilla queda, muy sentida, que no le impide seguir soltando burradas. Ayer, por ejemplo, con su soniquete susurrante llamó golpista al PP. Cayetana entró al trapo de las provocaciones y sacó a colación al padre del vicepresidente, al que definió como «terrorista». No acertó, pues la refriega les venía muy bien a Pedro y Pablo para tapar el marlaskazo, donde tenía que haberse centrado la oposición sin distracciones. Redondo conoce y aplica la táctica de Steve Bannon, el gurú loco y listo que lanzó a Trump: si tienes un problema, embarra la cancha.

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