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CAFÉ CON NEUROSIS

Sánchez, peronista

Pedro Sánchez no tiene la campechanía de Perón, y su esposa no tiene vocación de dama caritativa

Luis del Val

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ESTE fin de semana, cuando observé a Pedro Sánchez anunciar los cientos de millones de euros que va a repartir, con esa satisfacción del acaudalado que anuncia su importante óbolo a una ONG, me acordé de una anécdota que me contó José María de Areilza ... , de sus tiempos de embajador de España en Buenos Aires. Parece que Juan Domingo Perón retrasaba una audiencia que había solicitado, y entonces le sugirieron que hablara con su mujer. A Areilza no le parecía un método ortodoxo, pero accedió. Y, un día, le citó Eva Duarte, pero no en la Casa Rosada, sino en un barrio de Buenos Aires. Llegó allí, a una casa humilde, a cuya puerta había una larga fila de personas esperando. A él le recibieron los escoltas, y le llevaron, enseguida, a presencia de la esposa de Perón. Evita le dijo que se sentara, y que esperara un momento. Y, ante su asombrada mirada, vio cómo dos o tres de los de la fila exterior entraban al cuarto, le contaban a Evita sus necesidades, y esta tiraba de un cajón lleno de billetes, apartaba unos pocos, y se los daba al peticionario, quien besaba la mano que le daba el dinero.

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