Libros
Quien desprecia a Douglas Sirk no puede ser de fiar
Egoísmo, tontería, manías. Cuando una tiene un libro que no se puede encontrar no tiene ningún interés en que se reedite. Cuando no posees el libro y lo quieres, estás escandalizada. ¿Pero cómo es posible que no vuelva a salir tal título? No sé, el ... Hitler de Toland en español. La editorial Athenaica ha vuelto a poner en las librerías Tiempo de vivir, tiempo de revivir, las conversaciones de Antonio Drove con Douglas Sirk que habían tomado forma de libro en 1995 gracias a la Filmoteca de Murcia. Gracias a su autor, Drove. Puestos a buscar un ejemplar antiguo para regalar, encontrabas pocos y podían salir por 349 euros. Ahora, te los comes con patatas. Había pasado tiempo desde que TVE dedicó su espacio Cine-Club a un ciclo de Douglas Sirk con entrevistas previas de Antonio Drove antes de cada película (las que luego dieron lugar al libro). Una larga entrevista troceada. Los jueves de 1983 a las diez de la noche en la segunda cadena de TVE (en la primera, a esa hora, estaba Mercedes Milá con su Buenas noches). A veces tendemos a despreciar a esos jóvenes que no saben nada de cine clásico. Aunque ahora casi todo sea accesible. Pero varias generaciones nos hemos educado viendo en TVE cine clásico. Los sábados después de comer en la primera o por la noche en la segunda y en versión original. Ciclos de Lubitsch, Preston Sturges, Mitchell Leisen y maravillas parecidas. El ciclo de Douglas Sirk era doblado pero tenía ese añadido extraordinario e inolvidable de la conversación con Drove.
Llegabas al instituto y la profesora de buen gusto te decía que sí, que las entrevistas muy bien, que las películas no tanto. Porque era una progre de manual. Lo que se debía ser entonces. ¿Cómo iban a gustarle unos melodramones semejantes? Hombre, Blow-Up de Antonioni, sí. Jane Wyman enamorándose de un jardinero no. Cuando es una verdad universalmente conocida que Blow-Up es uno de los coñazos más grandes de la historia del cine. No quiero decir que en esa época o incluso después una no fuera a ver películas de Angelopoulos en griego subtituladas en francés. Pero quien desprecia a Douglas Sirk no puede ser de fiar.
Gracias al director alemán, Jane Wyman tuvo su segunda vida laboral (la primera es la de Belinda; la tercera, la de de Angela Channing en Falcon Crest). Esa segunda se inauguró con Obsesión, estrenada el 4 de agosto de 1954 en Nueva York. Es inferior a Sólo el cielo lo sabe. E incluso a Douglas Sirk le parecía tan inverosímil la novela en la que se basaba que se negó a hacerla, pero el productor Ross Hunter lo convenció. Es el primero de sus melodramas recargados. Ese technicolor. Esos Jane Wyman y Rock Hudson bailando en el pueblecito centroeuropeo. En Sólo el cielo lo sabe, Sirk hizo que Rock Hudson fuera seguidor de Thoreau. Fue para muchos la época de interesarse por Thoreau, que menuda tabarra que nos han dado desde hace tres años con Thoreau. Cuando muchos lo teníamos caducado, como a Aynd Rand.
En el sistema de préstamos de libros del metro de Madrid, los más robados (los menos devueltos) son Adulterio, de Paulo Coelho, y After, de Anna Todd (una cosa de One Direction). Les importará a estos lectores si se reeditan libros o no teniendo esas joyas de su propiedad. A mí me gustaría tener esos libros inventados que Dickens encargó al encuadernador Thomas Robert Eeles para una estantería de Tavistock House. Por ejemplo, Sobre el uso del mercurio por los poetas antiguos, Lady Godiva en el caballo o Cinco minutos en China. Tres Volúmenes. Libros donde no leer nada.
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