Columnas sin fuste
Vaya cóctel
La forma en que las democracias pervertidas desprecian el pluralismo

Si todo es populismo, nada es populismo. ¿Cómo puede ser que nuestros ilustrados consideren que son lo mismo Trump, Iglesias y Puigdemont?
Populista es una palabra para acabar con la política pues se la aplican a un comunista de inspiración venezolana, a un separatista que ... busca Estado y a un constitucionalista americano que hasta con el Covid supo combinar el estímulo de la economía (la exitosa «Warp Speed») con el cheque al confinado.
Hace unos años, populismo era lo que no fuera Mariano. Ahora es lo que digan los jefes europeos de Casado, que no tienen, sin embargo, una palabra para lo de China.
Lo del populismo sería, según Chantal Delsol, la forma en que las democracias pervertidas (a veces, literalmente) señalan su desprecio por el pluralismo. Lo hacen con la arrogancia del virtuoso y una brutalidad desconocida:
-La violencia que se les reserva excede todo límite. Si fuera posible, clavarían a sus partidarios en las puertas de las granjas.
Si fuera posible… como no lo es, recurren a lo que en Estados Unidos llaman la «cultura de la cancelación», una forma de lapidación tecnológica.
Sirva el ejemplo de Josh Hawley, nada menos que senador por Misuri. En representación de sus electores y ejerciendo un derecho constitucional, osó objetar el nombramiento de Biden reclamando una discusión sobre la validez del proceso. En las horas previas, los Antifa fueron a escrachearle a la puerta de su casa (que no cuenta con muro protector). Después, cediendo a las presiones, la editorial Simon & Schuster le ha cancelado su contrato editorial. El libro que iba a publicar, «La tiranía de las Big Tech», estaba dedicado a los nuevos poderosos de internet, que por esas horas bloqueaban la cuenta de Trump en todas las plataformas, desde Twitter a Snapchat. Sin periódicos, sin televisiones y sin internet… ¿cómo comunicarse con los americanos que le votaron?
De este cóctel de Antifa, cancelación y censura china se quejarán mañana muchos de los que hoy gritan «¡al populista, al populista!».
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