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Guerra a la desinformación

«La imposición de un “ministerio de la verdad” es el tipo de solución que nuestros rivales autoritarios adoptarían»

Por Daniel Fried y Alina Polyakova

Las democracias occidentales han aprendido sus lecciones sobre la desinformación extranjera de la manera más difícil: ignorando el problema hasta que este nos ha golpeado con fuerza. Durante años, algunos países europeos, especialmente las repúblicas bálticas, han estado luchando y advirtiendo al resto de Occidente ... contra la desinformación del Kremlin. Pero Occidente ignoró la capacidad de esos actores extranjeros para difundir desinformación en redes sociales hasta que una campaña de desinformación patrocinada por el Kremlin trató de influir en las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos, algo que luego se repitió en Gran Bretaña, Cataluña y Francia. Hoy en día las noticias falsas pueden lograr una difusión masiva en las redes sociales, rápidamente y con bajo coste. No hay nada novedoso en que Moscú se aproveche de una serie de «necios útiles» en cada país para propagar su propaganda; la diferencia hoy en día es que a través de internet puede captar a tales agentes a miles. Los trolls que operan desde la Agencia de Investigación de Internet, financiada por el Kremlin, fingen ser estadounidenses o europeos, y los robots o cuentas automatizadas ubicados en Rusia amplifican su influencia, distorsionando el debate público.

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