¿Galgos o podencos?
Quienes están encantados son Susana Díaz y Pedro Sánchez. Lo que era una derrota puede tornarse en victoria

A las derechas españolas les está ocurriendo lo de aquellas liebres que se pusieron a discutir si eran galgos o podencos los perros que las perseguían, y en ésta, llegaron los lebreles y se las zamparon. Ciudadanos y Vox especialmente mantiene un duelo más personal ... que ideológico, al estar ambos de acuerdo en lo fundamental: la unidad de España, el libre mercado y la igualdad de todos los españoles no importa el sexo, profesión y lugar de nacimiento. Sin embargo, parecen más enemigos que potenciales aliados, siendo como son ambos hijos del PP. Aunque tal vez sea lo que trae tanta fiereza a su combate: ambos quieren sus sucesores, dándolo por amortizado. Sin darse cuenta de que lo único que van a conseguir, de no ponerse de acuerdo, es que la izquierda siga gobernando en Andalucía y en España.
El PP intenta mediar entre ellos, habiendo conseguido ciertas concesiones de Vox en la que venía siendo su principal exigencia: la eliminación de las leyes andaluzas sobre violencia de género y las ayudas en aquella comunidad a las mujeres maltratadas. Parece que ahora la acepta si se incluyen a los hombres como víctimas. Pero se ha descolgado con otras 18 exigencias difíciles de vender. Piensen que quieren cambiar el Día de Andalucía por el Día de la Reconquista, que sospecho no va a gustar a muchos andaluces, empezando por los granadinos. En la misma violencia de género, equiparar a hombres y mujeres como víctimas no se sostiene. Que en esa batalla se hayan colado aprovechados que buscan su propio beneficio, es de imaginar, sabiendo como vienen funcionando las cosas en Andalucía, recuerden los ERE y el dinero para los parados. Pero eso se soluciona cerrando tales chiringuitos, no acabando con esas normas y ayudas.
¿Quién tiene la culpa? Sin duda, ambos, aunque Ciudadanos, con más rodaje, debería mostrar más cordura. Pero Vox tiene que aprender que su éxito andaluz se debe, más que a su programa, al hartazgo de cuatro décadas de mangancia bajo la Junta y la necesidad de cambio. Ambos deben pensar que se juegan su papel en la política no ya andaluza, sino española.
Quienes están encantados son Susana Díaz y Pedro Sánchez. Lo que era una derrota que marcaba tendencia, puede tornarse victoria para ambos, que vuelven a sonreír, con buenas razones. Sobre todo Sánchez, que, tras medio año en que nada le ha salido bien, nota que el viento empieza a llegar a sus velas y corrige su rumbo. Sigue cortejando a los nacionalistas catalanes para que apoyen sus presupuestos, prometiéndoles ingentes cantidades de dinero y sabe Dios, o el diablo, qué beneficios para sus líderes encarcelados, pero ha dirigido su vista hacia Ciudadanos, el socio de gobierno que necesita para finalizar la legislatura. Y parece que a Rivera no le parece mal. Al menos le permitiría recuperar el centro. No debe olvidar, sin embargo, su origen: la defensa de los catalanes sometidos al nacionalismo. Y que Sánchez seguirá dependiendo de ellos. Esa traición no se le perdonaría. Los españoles empiezan a estar cansados de medias tintas.
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