Hazte premium Hazte premium

Cambio de guardia

Evocando a Fitzgerald

Uno no puede leer, en días como éstos, a Francis Scott Fitzgerald sin saberlo un huérfano hermano

Gabriel Albiac

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Puede que Francis Scott Fitzgerald haya sido el narrador más elegante del siglo veinte. Y que, de no haberse roto, hubiera sido, sin más, el más grande de sus prosistas. Pero se rompió. Él lo narra en un desolado texto de 1936, «El crack-up», ... que podría traducirse como «la resquebrajadura» y que es el acta notarial de una bancarrota anímica, cuando alcohol, locura y muerte han puesto ya cerco blindado a su talento. Encerrado en un hotel barato, alimentándose de latas, con unos céntimos en el bolsillo, el que fue el mejor pagado de los escritores hace sosegada arqueología de su derrumbe. Había escrito cómo un día, atravesando Nueva York en taxi, lo aplastó la «exquisita tristeza» de saber que nunca volvería a ser tan feliz. Sabe ahora que ha girado la esquina. Y que ya vienen sólo tiempos oscuros.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación