Las cuentas del pequeño capitán
¿QUIÉN va a pagar los errores, los despilfarros, la imprevisión y medidas inapropiadas que, según todos los expertos, el gobierno Zapatero ha acumulado en esta crisis económica? ¿Los «más ricos», como nos decía durante el verano, o los «más pobres», como apunta su subida de impuestos? Ninguno de ellos. Los más ricos siempre encontrarán agujeros por donde escapar del fisco. A los más pobres, los agujeros se los facilitará el propio gobierno. Así que esos errores, despilfarros, etcétera, van a pagarlos los de siempre: la clase media, los que cobran por nómina y no tienen escapatoria. Los que han ahorrado toda la vida y ven que sus ahorros no les dan nada. Los matrimonios que, matándose a trabajar los dos, han logrado una buena posición, y ahora reciben un palo en sus ingresos. Esos van a ser los paganos, como siempre, pues es donde el gobierno encuentra el dinero más rápido y fácil. En cuanto a que su presupuesto es «social», no me hagan reír: un presupuesto donde la mayor partida va a financiar el paro no puede ser social. Más incluso: un presupuesto que sube el IVA indiscriminadamente no es social, es antisocial.
Vamos a la otra banda. «¿Qué gastos recortaría usted, señor Rajoy?», es el escudo tras el que se refugia el Gobierno. Tras denunciar unos presupuestos con pinta de timo de la estampita, dejaría a otros alancearlos, como hicieron, y presentaría una alternativa, como la presentada por George Osbone, que será secretario del Tesoro si los conservadores llegan al poder en Gran Bretaña. A saber: retrasar la edad de jubilación de forma gradual en los próximos 10 años. Congelar los sueldos de los funcionarios, excepto el de los que ganan menos de 18.000 libras (unos 20.000 euros) anuales. Eliminar todos los gastos «extra» gubernamentales y los «regalos» al contribuyente, anunciando que no habrá rebaja de impuestos en los próximos años. Es un programa duro, para conservadores y para socialistas. Pero que la mayoría de los ingleses piensan que es el que necesita su economía lo demuestra que el apoyo a los conservadores ha subido un 4 por ciento desde el anuncio de Osborne. Y es que ese programa no sólo coge por los cuernos el toro de la crisis -déficit, productividad, reparto de cargas, etcétera-, sino también es el primero que trata a los electores como personas mayores, no como niños que sólo piden caramelos. Adultos que entienden perfectamente la grave situación en que se encuentra su país y saben que no puede salirse de ella sin sacrificios. Sacrificios de todos, desde luego, no haciendo carantoñas a los de más arriba y a los de más abajo.
Un defecto que en el caso español lo agrava un presupuesto basado en supuestos tan falsos como el del último año y pagado a precio de oro a unos nacionalistas cuyo interés por España se reduce a ordeñarla.
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