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Cortando el amarillo

Con diálogo o sin él, el separatismo catalán se quiere cargar la unidad constitucional y la democracia del 78

Juan Pablo Colmenarejo

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Ciudadanos no renuncia. Sánchez los estigmatiza con la palabra derecha mientras los ultranacionalistas, con los que ha dialogado, amenazan e insultan a Arrimadas, que se ha atrevido a poner los pies en el pueblo de Puigdemont. En la plaza de Amer cuelga un cartel con ... el rostro del prófugo de la Justicia. La escena tiene un aire decimonónico. La España liberal, acosada y perseguida por el irredento carlismo supremacista que se enseñorea con chulería. Ciudadanos defiende la unidad constitucional y le importa, y mucho, que no se rompa en pedazos. Si algo hay que poner en el debe de Arrimadas es que no se presentara a la investidura con su millón de votos debajo del brazo, aunque solo fuera para dejar claro que la calle no es de un solo color.

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