La Tercera
Catch 22
«La famosa novela de Joseph Heller, “Catch 22”, nos plantea el dilema y la paradoja como ironía y farsa. Es una visión kafkiana de las órdenes y de los reglamentos de la administración militar. En muchas ocasiones, su apariencia es mas próxima a los clásicos chistes de la mili que a la crítica antibelicista y del poder con la que ha pasado a la historia de la literatura»

EL dilema se plantea como argumento en el terreno de la discusión. El clásico del prisionero no es más que un juego lógico, por más que se le quiera atribuir una connotación ética, que sería caprichosa y accidental. Por el contrario, en la literatura, la ... historia y la leyenda, el dilema aboca al protagonista a la acción, en general como tragedia.
Es inolvidable para los niños de mi generación el dilema de la leyenda de Guzmán el Bueno. En Tarifa, que participa de la gracia gaditana, lo desmitifican y aseguran que Don Guzmán no arrojó voluntariamente el puñal que mataría a su hijo a cambio de preservar la plaza; fue el viento, en una terrible tarde de levantera, la que se lo arrebató de las manos. Es una hipótesis que debe de contemplarse como cualquier otra. Honor o amor es el dilema corneliano, repetido como tragedia en el teatro y en la novela de todas las épocas. En los dilemas heroicos -el heroísmo es trágico- la honra está presente y resulta siempre triunfante: honra sin barcos o barcos sin honra, es el dilema de Méndez Núñez; muerte con honra o vida con vilipendio, es el dilema de Calvo Sotelo.
La famosa novela de Joseph Heller, «Catch 22», nos plantea el dilema y la paradoja como ironía y farsa. Es una visión kafkiana de las órdenes y de los reglamentos de la administración militar. En muchas ocasiones, su apariencia es mas próxima a los clásicos chistes de la mili que a la crítica antibelicista y del poder con la que ha pasado a la historia de la literatura. La regla conocida como Catch 22 -que ni siquiera es seguro que exista- enfrenta a los protagonistas a razonamientos circulares que les lleva a conflictos irresolubles y a situaciones imposibles. La clásica es una en la que se encuentra un piloto de la base militar, escenario de la historia, donde las misiones son de altísimo riesgo. Solo un loco volaría pudiendo no hacerlo. La locura le eximiría de la obligación de volar. Pero, de acuerdo a Catch 22, alegar locura es demostrativo de una capacidad mental contraria a la locura y, por tanto, impide quedar excluido de la obligación de volar. Catch 22 se ha convertido para los anglosajones en la expresión emblemática del dilema; en la representación más pura de una situación sin salida.
La política suele plantear dilemas. Fernández Miranda calificó de trampa saducea la pregunta que le hicieron sobre las asociaciones políticas en los albores de la transición. Hubiera sido mas adecuado calificarla de Catch 22, según la explicación que dio el ilustre profesor al cabo del tiempo. En todo caso, se habría tratado de una trampa farisaica y no saducea. Los fariseos plantearon a Jesucristo varias preguntas trampa. La más recordada es la de la licitud o ilicitud del pago del tributo al César. Jesucristo la resolvió con rotundidad a la vista de la efigie del César en el denario con el que se hacía el pago; y aprovechó para sentar, en pocas palabras, una doctrina que excluye la moralidad de cualquier forma de Estado teocrático: al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Los saduceos, negadores de la resurrección, le plantearon una sola pregunta trampa: la del esposo que, cumpliendo la ley, se va casando sucesivamente con siete hermanas que fallecen. ¿De cuál será marido en la resurrección? Planteamiento tautológico. Jesucristo lo desmonta fácilmente. La diferencia esencial entre vida eterna y vida terrenal es, justamente, la cuestión.
Sánchez y Ciudadanos, cada uno por su lado, nos aplican el Catch 22.
Sánchez sugiere por boca de Ábalos, su representante en la tierra, el apoyo de Ciudadanos a su investidura para no tener que solicitarlo -y pagarlo- a los independentistas. Amenaza con una tercera opción: la repetición de las elecciones. Lo cierto es que, de una forma u otra, necesitará en el futuro ayuda de los independentistas, y la comprará como ya ha hecho antes. Las nuevas elecciones no solamente representan incomodidad y gasto; muy probablemente no resolverían nada. Es un dilema trampa, puramente retórico. Él lo sabe y, con seguridad, tiene tomada su decisión desde el principio.
Los medios han acogido, en general, con gran alborozo, el final (por ahora) del bipartidismo. ¿Por qué? Porque obliga a pactar. Pactar es lo democrático y lo democrático es lo bueno. ¿Pactar sobre qué? Sobre lo que sea. El pacto es bueno per se, cualquiera que sea su contenido. Es una abstracción sin representación terrenal. Está situado en el mundo de las ideas puras. Ciudadanos quiere aplicar al PP el Catch 22 del pacto. Los tres partidos de centro-derecha son necesarios si quieren hacer valer su mayoría en varias autonomías y ayuntamientos. Es la sublimación de la democracia, dicen los medios. Ahora bien, con Vox no se puede pactar. ¿Qué cosa no se puede pactar? Ese es un detalle irrelevante del que no hace falta hablar. Lo ha dicho Valls. Es una cuestión de principios. Vox es también una abstracción: la representación teológico-democrática del mal absoluto. Cualquier pacto con Vox es antidemocrático. ¿Por qué? Porque pactar con la ultraderecha es antidemocrático. ¿Qué es la ultraderecha? Vox. En el caso de la ultraizquierda, sin embargo, sí es relevante el contenido del pacto. Otra cosa sería falaz; razonamiento circular. ¿Con la ultraizquierda sí y con la ultraderecha no? Sí, es lo democrático.
La izquierda ama las abstracciones y el Catch 22; casi tanto como la derecha la arrogancia, sobre todo si es inoportuna. Facilitan mucho el entendimiento democrático.
La división del centro-derecha es democrática. Pero es un grave error. Ciudadanos tuvo originalmente un sentido que ha quedado desvirtuado. Vox no lo ha tenido y difícilmente lo tendrá. Supongo que la izquierda pensará lo mismo de sus diferentes «sensibilidades», como les llaman, y afrontará sus propios dilemas.
Entretanto, elevado sobre el circo del Catch 22, que él maneja como nadie, Sánchez está tranquilo. Él sabe que, al final, el casino siempre gana.
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Daniel García-Pita Peman es miembro correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación
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