Tribuna abierta
La undécima plaga egipcia
«El Gobierno debe ser fuertey de concentración,prescindiendo del lastre quebusca su desintegración»

Como en el antiguo y rico Egipto, que se creía inmune a la naturaleza, actualmente asistimos a un colosal episodio mundial, que afecta al conjunto de la sociedad, desguarnecida y sin resortes para afrontar una solución al problema, con tintes de tragedia. A este insolidario ... mundo (de bloques y países; de individuos sin familias; de fondos y dinero por encima de trabajadores y empresas; de género sin cuartel; de intereses corporativos en vez de generales; de sindicales en vez, estrictamente, laborales; de otros autonómicos por encima de los nacionales, etcétera), le ha alcanzado una pandemia, cuyo problema han de afrontar individuos y científicos, porque el Estado acude a su consciencia, ante la impotencia, plegándose a inconfesables intereses para arrojar a la calle a miles de personas, en irresponsables manifestaciones, promovidas y alentadas por quienes, bajo el palio de la igualdad y cuando son objeto de contagio por su imprudencia, son los primeros en ser atendidos, saltándose la cola del resto de mortales, postrados en sus casas y a la suerte de un teléfono.
Pues creo que, si alguna lección nos puede ofrecer esta undécima plaga, es la de rectificar el rumbo de una sociedad y un mundo cuyo norte reside en el interés propio, el hedonismo, la incuria hacia el bien general. Sin embargo, países occidentales que se han situado al margen de dicha corriente (Alemania y Japón), con grandes estructuras productivas y sólidas sociales, la están afrontando de manera digna, sin histerias ni medidas del «sálvense quien pueda».
Debemos tomar nota en el futuro, para no caer en una falsa economía moral y social cuyas bases se asientan, casi en su integridad, en el interés propio, por encima del colectivo; en el especulativo en vez del productivo; en el inestable puesto de trabajo en vez del sólido. ¿No sería mejor disponer de un país cuya estructura social y económica se asemeja a la familiar por encima de la individual, por encima de regiones, con proyecto nacional y proyección internacional cuyas bases fueran?:
-La familia, como primigenio grupo social, de consumo y control, base de una sociedad vertebrada; no los individuos que integran la misma, para buscar su separación y división, siendo más vulnerables.
-Empresas que se sitúen por encima del capital que las sustenta, doblegando al mismo no a una rentabilidad económica sino productiva. Cuyo trabajador no se vea expulsado al paro o a la prejubilación, por incumplir perspectivas de beneficios o repartos de dividendos. Con sindicatos responsables, no corporativos ni de clase, y trabajadores incentivados e implicados.
-Sistemas económicos que no favorezcan paraísos fiscales, ni la creación de bolsas de dinero que roten al albur de la rentabilidad sin implicarse en una real y creativa economía vinculada a la empresa. Sin que el riesgo empresarial gravite, únicamente, en el coste laboral. Ni, asimismo, que dicho riesgo hunda en la miseria al leal empresario.
Nos hallamos ante, quizás, el acontecimiento mundial que más conciencias y criterios va a remover en la reciente historia, similar a una gran guerra, como lo hicieron las plagas en Egipto. Aprovechemos para alterar una sociedad que adolece de valores centrados en el prójimo, y que se ha manifestado peligrosamente endeble. El virus nos dejará sus secuelas humanas, pero también nos deja el mensaje de las actuales carencias, elevándose a los altares a consejeros (gurús económicos, psicólogos, coach, etcétera) de la ruptura de parejas y familias; del desdén hacia el valor de lo cotidiano o local; del bienestar individual; de la deslocalización y globalización laboral, para no llegar ni a mileurista; del inglés con fines productivos, etc.
España siempre ha dado al mundo otro tipo de mensaje internacional que el propio y ancestral de meros colonizadores, y estimo que, con unas buenas dosis ejemplarizantes, puede recomponerse y reintegrar su futuro y, con ello, demostrar que las plagas deben moralizar. Pero, para ello, el Gobierno debe ser fuerte y de concentración, prescindiendo del lastre que busca su desintegración. Si, ante la actual y extrema situación, los partidos mayoritarios no perciben que ha llegado el momento, es que algo falla seriamente, y entonces hará estragos el verdadero y letal virus, que será el moral y económico.
Debemos, como país, proponer en la ONU el cumplimiento de la descolonización total de los territorios que todavía se mantienen en dicha situación, y convencer a los Estados Unidos, que consiguió la suya con la ayuda de España, que dicha política mantenida por el Reino Unido y otros, no sirve sino para mantener en la ilegalidad paraísos fiscales y territorios que escapan del control, favoreciendo y constituyendo el paradigma del fraude, la especulación y la doble moral que hoy se ve castigada, como el sistema occidental en su conjunto, por la undécima plaga.
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Carlos Morgades
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