El buen Junqueras
No es ningún moderado. Es el cerebro y actor del golpe contra España

Algunas realidades sencillas se tornan confusas por un exceso de análisis, que retuerce con mil enfoques hechos claros. En esa línea de buscarle vueltas a lo que no las tiene ha cundido entre algunos politólogos la idea de que Oriol Junqueras representa una alternativa cabal ... frente a la abierta «locura» de Torra y Puigdemont. El buen Junqueras, de 49 años, con su tono santurrón, su porte abacial, sus estudios en Historia, su catolicismo declarado y su voz queda y campanuda vendría a ser un interlocutor razonable, «alguien con quien se puede hablar». El líder de ERC -partido dos veces golpista contra España, en octubre de 1934 y de 2017- sería la persona con la que el Estado podría explorar salidas. Pues bien, tal punto de vista constituye una majadería, pues se da de bruces con los hechos: Junqueras fue el cerebro del golpe separatista y es un cruzado de su causa, que no admite más solución que la independencia de Cataluña, quiera o no la mayoría social. En cuanto a su talante pacífico, nada hay de ello tras su máscara. Esta misma semana, en una nueva patochada propagandística -en la que compareció en holograma, como Obi-Wan Kenobi en «Star Wars», y con su voz doblada por su hermano-, llamó a «la movilización masiva y la desobediencia civil» contra la legalidad española. Es decir, a conseguir por la fuerza la independencia.
España figura entre los países más avanzados, con una democracia asentada y un Estado de derecho de plenas garantías. Pues bien, la fiscalía del más alto tribunal solicita para el buen Junqueras una pena de cárcel de 25 años y otra idéntica de inhabilitación. Es el dirigente separatista enfrentado a la acusación más grave. ¿Por qué? Pues porque la Justicia considera que fue junto a Puigdemont el cerebro y ejecutor del golpe de 2017, que tenía como meta mutilar España a la fuerza, privándola de uno de sus más importantes territorios. El buen Junqueras está acusado de rebelión y malversación de caudales públicos. Incumplió la ley tras reiteradas advertencias, con saña y perfecta consciencia de que delinquía. Incluso la Abogacía del Estado, presionada por Sánchez para pedir penas leves, solicita doce años de prisión por sedición y malversación.
No, el buen Junqueras no es nuestro aliado. Es nuestro enemigo declarado. De haber triunfando nos habría causado un daño irreparable, al privarnos de una de nuestras comunidades más ricas, industriosas y de mayor valía cultural. El buen Junqueras incendió a la sociedad y encabronó a familias que siempre se habían llevado bien. El buen Junqueras tampoco es buena persona, pues mintió a sabiendas a sus vecinos una y otra vez. Les aseguró que la ruptura contaría con el beneplácito de la UE. Falso. Los engañó garantizándoles que el «procés» no tendría coste alguno para Cataluña, al revés, aumentaría la prosperidad. Lo cierto es que el mero amago ya provocó un éxodo de empresas y ha ahuyentado la inversión.
Junqueras recibirá una larga pena de cárcel, pues acorde a nuestras leyes no puede ser de otra manera. Como español me sentiré confortado y protegido. Todo país normal se defiende de sus enemigos.
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