Suscribete a
ABC Premium

Todo irá bien

La bisectriz

Salvador Sostres

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Mi mujer es frágil, delicada. Le cuesta poco resfriarse y que el resfriado degenere en neumonía. También es un poco exagerada. Pero aunque nunca hemos bordeado la tragedia, sé muy bien cómo sería la mueca del doctor si un día las noticias no fueran buenas. ... No tengo imaginación para escribir novelas pero puedo visualizar con mucha más precisión de la que querría la bisectriz exacta en que se rompen las cosas. Y es terrible porque vivo el dolor por anticipado tantas veces como sin querer me hallo imaginándolo. A menudo no es ni por anticipado, porque por fortuna la escena no llega a producirse, pero ya nadie me borra el espanto. Cuando a mi mujer se le complica un resfriado y queda unos días fuera de combate se me hacen presentes el miedo y la tristeza que me causaría perderla, y siento de repente una infinita ternura por ella, y me hago el propósito de no volver a discutir, de tener más paciencia y de gastar el tiempo que nos quede abrazándola y estando contentos. Me abruma poseer esta fría, inevitable imaginación, porque siento como si pudiera controlar el destino de los demás -o por lo menos conocerlo- y tuviera que hacerme cargo de todos los desenlaces. Pero lo que sobre todo me deprime, y me devuelve en el espejo una imagen de mí que detesto, es que pese al abismo que intuyo, voy a verla y enseguida me encuentro discutiendo por cualquier nimiedad, como si mi voluntad no tuviera fuerza, como si fuera vano mi propósito, y aunque quiero parar, no puedo, y lo que me irritaba me continúa irritando, y ni la presunción de la misma muerte me calma ni me permite salir de mi círculo histérico de prejuicios, rebotes y complejos. En el extenso repertorio de mi imperfección, el momento más bajo es cuando no sé que hacer de mí mismo y me hundo en la impotencia entre lo que he pensado y lo que acabo haciendo, entre la ternura en el corazón y la torpeza de cada acto. «And the moon in the meadow took darling Lorraine», dice Paul Simon en una canción en la que él se llama Frank y se comporta de un modo tan estúpido como el mío.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación