Marruecos gana su gran batalla

Todo ello sin pestañear. Sin comentarlo con la oposición o con los socios. Ni siquiera con su Consejo de Ministros. Él es así. Ni Suárez, Felipe, Aznar, Zapatero y Rajoy... Solo Sánchez tiene el designio para cambiar la historia.

Y todo, por supuesto, sin que los periodistas puedan preguntar a Su Persona tras la reunión con el canciller alemán, Scholz. Simplemente, no admitió preguntas. Que nos den.

Conviene recordar el programa electoral del PSOE para las últimas elecciones generales: «Promoveremos la solución del conflicto de Sahara Occidental a través de las resoluciones de Naciones Unidas, que garantizan el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui. Para ello, (bla, bla, bla...) trabajaremos para alcanzar una solución justa, definitiva, mutuamente aceptable y respetuosa con el principio de autodeterminación del pueblo saharaui».

Y ahora a tragar. A ceder. A cambiar la historia. Y a traicionar a los suyos.

La derrota reconoce que la autonomía (marroquí) del Sahara es «la base más seria, realista y creíble para resolver el diferendo». Y no se le mueve una mota de maquillaje, ni una cana del mechón.

Se confirma que cada vez estamos más cerca de unas nuevas elecciones generales. Con los socios catalanes a tortas, con los socios vascos a puñaladas, con los socios de Gobierno humillados y, en la oposición, con Ciudadanos desguazados, Vox al alza y el PP en reconstrucción.

Y, así, hasta la próxima mentira.

PD: En una semana hemos descubierto la necesidad de aumentar el gasto en Defensa; nos hemos bajado la chilaba ante Marruecos hasta los tobillos y queda la siguiente: ¿cuándo y cómo nos venderá Pedro Sánchez la rectificación sobre la energía nuclear?