Enfoque
El agujero
Los proetarras contra la Guardia Civil

La presidenta del Gobierno de Navarra forma parte de una nueva generación de políticos que solemniza lo obvio cada vez que le ponen un micrófono delante: «La normalidad política es que todos los partidos políticos hablan con todos los partidos políticos». María Chivite insiste en ... que no tiene un pacto con Bildu aunque los hechos le van a ir desmontando el tinglado de palabras con las que ha envuelto el regalo que le han hecho los de Otegui con su abstención. El acuerdo de los socialistas navarros con partidos contrarios a la Constitución de 1978 es una de las dos caras que muestra el sanchismo. Mientras el presidente del Gobierno se viste de hombre de Estado, mirando de reojo a Bruselas para no pactar con Podemos, sus dirigentes regionales llegan a acuerdos con todo tipo de partidos nacionalistas, separatistas y supremacistas. En Navarra la extensión artificial por toda la comunidad de un idioma como el vasco, euskera para sus hablantes, no es más que seguir trazando la vereda educativa y cultural para la fusión por absorción de la comunidad foral con el País Vasco.
Chivite, como otros dirigentes del sanchismo, hablan y no paran de progreso mientras se comprometen en sus acuerdos por escrito a que todos los españoles seamos menos libres e iguales porque hay que tener en cuenta las «sensibilidades identitarias». El pacto de Navarra es de largo alcance para el nacionalismo vasco. Y por ahí se llega al repliegue de la Guardia Civil. Sin el sacrificio de este Cuerpo de Seguridad no se hubiera terminado el terrorismo de ETA. La manifestación de ayer en Alsasua, no prohibida por la Audiencia Nacional a pesar de la petición del fiscal, demuestra que para los legatarios de ETA la tarea de limpieza no se ha terminado. El supremacismo encapuchado del tiro en la nuca quiere cobrarse esta pieza después de ser derrotado por la ley. Sobre la mesa del presidente del Gobierno está la petición que le hizo hace unos meses la entonces presidente del Gobierno de Navarra, Uxúe Barcos, y hoy mano derecha de Chivite, para retirar, como un primer paso, a la Guardia Civil de las carreteras de Navarra. Si Sánchez, cuando llegue a ser presidente, y Chivite ceden, ganarán los que perdieron. La Constitución de 1978 tiene en Navarra un boquete que desde La Moncloa se puede achicar o agrandar. Pero si se trata de mantener el poder nos podemos ir haciendo una idea del tamaño que acabará teniendo el agujero.
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