Cómo protegerse de los disruptores endocrinos que actúan sobre las hormonas
Algunas sustancias químicas presentes en alimentación pueden provocar menopausia prematura, reducción de la fertilidad o cáncer de mama
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En botellas de plástico, recipientes de comida para llevar, latas de conserva, disolventes, detergentes, perfumes y productos de cosmética, o incluso en juguetes y en utensilios de cocina... Algunos de los compuestos químicos que albergan estos productos de uso común son capaces de alterar el funcionamiento del sistema endocrino y suplantar la acción de las hormonas y sus receptores, bien bloqueándolos o bien modificando sus niveles, provocando así un efecto nocivo en la salud.
Desde la reducción de la fertilidad, hasta la menopausia prematura o cáncer de mama, pasando por el mayor riesgo a sufrir patologías crónicas... Estas son solo algunas de las consecuencias que tienen para la salud los principales tóxicos presentes en los productos pues estas sustancias, denominadas disruptores endocrinos, son capaces de generar desequilibrios hormonales que desencadenen daños en el sistema reproductor y en el sistema inmunitario, así como alteraciones del sistema neurológico o dolencias metabólicas, tal como alerta Marta Massip, profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud y directora del diploma de experto de Nutrición y Estilos de Vida Saludables de la Mujer de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Pero además algunos de estos disruptores endocrinos se acumulan en el tejido adiposo de manera permanente, lo que afecta especialmente a las mujeres. «Por sus características hormonales, por la mayor presencia de tejido adiposo en su cuerpo y por sus roles profesionales y sociales, las mujeres suelen ser más vulnerables a la exposición a estas sustancias», alerta Massip.
En el ámbito de la alimentación, los disruptores endocrinos más comunes según esta experta son: los pesticidas, que se encuentran, sobre todo, en la piel de frutas y verduras; los metales pesados, que se encuentran en pescado de tamaño grande y de elevado contenido en grasa, como el atún, y los ftalatos, el bisfenol A (BPA) y los compuestos fluorados, presentes en muchos recipientes y utensilios de cocina, como en el recubrimiento de las latas de conserva o bebidas, en las fiambreras y las botellas, o en el recubrimiento antiadherente de las sartenes.
Qué trastornos pueden provocar
Tal como explican desde la UOC,varios estudios e informes, como la revisión de 2023 del estudio 'Endocrine-disrupting chemicals and endocrine neoplasia: A forty-year systematic review' o el informe 'State of the Science of Endocrine Disrupting Chemicals' - 2012, de World Health Organization y el Programa de las Naciones Unidas para el medio ambiente (PNUMA), sitúan los disruptores endocrinos detrás de dolencias de prevalencia elevada y que afectan de manera muy significativa a la calidad de vida de las mujeres.
Por ejemplo, en la edad reproductiva, la exposición a disruptores endocrinos, especialmente durante el desarrollo uterino, estaría relacionada con pubertad precoz, reducción de la fertilidad, problemas durante el embarazo, cáncer de mama, endometriosis y síndrome de ovario poliquístico, entre otras. «Además, también produce modificaciones epigenéticas que alteran la función génica, lo que provoca potencialmente efectos intergeneracionales en la descendencia», añade Massip. De entre todos estos problemas de salud de las mujeres, los que tienen una mayor prevalencia en edad reproductiva son la endometriosis y el síndrome de ovario poliquístico (SOP), y parece que los EDC pueden contribuir a su desarrollo o su progresión.
«La endometriosis es un trastorno que se produce cuando el tejido uterino crece fuera del útero (generalmente, en la cavidad abdominal), lo que ocasiona dolor crónico, menstruaciones incapacitantes e infertilidad«, apunta la profesora de la UOC. Parece que la exposición a disruptores endocrinso como el BPA, los ftalatos, los plaguicidas organoclorados, las dioxinas y los bifenilos polibromados y policlorados está relacionada con el desarrollo y la progresión de la endometriosis.
En cuanto al SOP, es una alteración del sistema endocrino y se caracteriza porque puede crear problemas de anovulación, menstruales, de infertilidad, de hirsutismo y de obesidad, además de síndrome metabólico. «Varios estudios ponen de manifiesto la relación entre estos problemas y la exposición a BPA y ftalatos», mantiene Massip.
Pero la exposición a ciertos disruptores endocrinos no solo afecta a las mujeres en edad reproductiva, sino que también puede incidir en la menopausia. «La exposición a EDC, como los ftalatos, se puede asociar con un inicio prematuro de la menopausia y con una reserva ovárica disminuida, con lo que esto implica en términos de fertilidad y comorbilidad asociada en mujeres jóvenes (dolencia cardiovascular, osteoporosis, diabetes)», especifica la experta. Además, añade que en mujeres con menopausia fisiológica, algunas de estas sustancias químicas se han asociado con una mayor frecuencia de síntomas vasomotores, como los sofocos, y un mayor riesgo de patologías crónicas, como dolencias cardiovasculares, osteoporosis, diabetes y depresión.
Cómo protegerse de ellos
Lo primero que hay que tener claro, según Massip, es que no hay un nivel de exposición seguro: «La exposición simultánea y constante a diferentes disruptores endocrinos hace que estos puedan actuar conjuntamente y produzcan efectos negativos sinérgicos o aditivos». Teniendo en cuenta esta premisa y que tampoco es posible «escapar» del todo de ellos, la profesora de la UOC da algunas estrategias para intentar minimizar la exposición diaria vía ingesta:
Qué hacer para evitarlos
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1. Sustituir los recipientes de plástico por recipientes de vidrio para almacenar los alimentos y las bebidas
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2. No calentar comida en recipientes de plástico ni reutilizar recipientes de plástico para las bebidas
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3. Utilizar sartenes y recipientes de cocción de materiales como el acero inoxidable
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4. Reducir la ingesta de comida procesada y enlatada
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5. Optar por alimentos con certificación ecológica y cuya procedencia se pueda verificar, ya que la regulación de pesticidas no es la misma en todo el mundo
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6. Optar por pescado de tamaño más pequeño y, por lo tanto, con menos bioacumulación de metales pesados y otros contaminantes
«Estas medidas tienen un impacto positivo en la salud de la población en general y de las mujeres en particular», explica Massip, y añade que también es clave mantener un peso adecuado y estable. «Algunos de los disruptores endocrinos se acumulan de manera permanente en el tejido adiposo; por lo tanto, los periodos recurrentes de adelgazamiento-engorde pueden movilizar los EDC inmovilizados en el tejido adiposo».
Lo que conviene destacar, además, es que estos tóxicos no solo se encuentran en el sector de la alimentación. «Por ejemplo, los ftalatos están presentes en algunos juguetes y actúan dañando el ADN de los espermatozoides», explica Guillem Cuatrecasas, médico y profesor colaborador del diploma de experto de Nutrición y Estilos de Vida Saludables de la Mujer de la UOC.
También hay en la cosmética (pintalabios, cremas, máscaras faciales, perfumes, agua de colonia, etc.), en los productos de limpieza del cabello, en los productos para el cuidado de los dientes y la boca o en los pintauñas. «Como consumidores, tenemos que ser conscientes de lo que compramos y utilizamos. Pequeños cambios en el día a día pueden reducir nuestra exposición a los EDC», concluye Cuatrecasas.
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