la huella sonora
Sevilla, Machado y Magna: un éxtasis popular
Estos días encontramos en la Fábrica de Artillería de Sevilla una exposición sobre 'Los Machado'
Una generación sin conexión
![Procesión de la Esperanza de Triana, antesala de la Magna](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/noticias/2024/12/08/esperanza_20241207234159-RAtjn7I2eFtQL46H9Okb0qK-350x624@diario_abc.jpeg)
Conviene no confundir lo popular con lo populista. Lo popular es la sabiduría de un pueblo elevándose en silencio sobre su tiempo; lo populista es su opuesto, el catálogo de vicios de ese mismo pueblo, sus defectos negruzcos y ruidosos hundiéndose en el presente como ... en una ciénaga. Antonio Machado dignifica lo popular, primero desde lo andaluz y luego desde lo castellano, si es que ambas expresiones no fueran, en realidad, variaciones de un mismo alma. En cualquier caso, lo hace desde lo profundamente español y desde un elitismo intelectual que lo sitúa en un lugar incompatible con las pulsiones más básicas y dirigidas, es decir, con las pulsiones populistas. Precisamente estos días encontramos en la Fábrica de Artillería de Sevilla una exposición realmente interesante sobre 'Los Machado' que comisaría Alfonso Guerra y cuyo catálogo conviene guardar como oro en paño porque no sé muy bien si nos habla sobre nuestro pasado o sobre nuestro futuro. En cualquier caso, de allá vengo en una mañana espléndida. Porque, desde luego, Sevilla está para verla. Y para oírla. No sé qué es mejor, si sentarse a observar la belleza de esta tierra o sentarse a escuchar a su gente. En Castilla la gente medita sobre un tema y solo rompe el silencio para expresar sus conclusiones, ya férreas e inamovibles. Allí el razonamiento es callado y largo, y el resultado público y breve. Sin embargo, en Sevilla la reflexión se produce en conjunto y en voz alta, es posible de ver los razonamientos yendo y viniendo de persona a persona y las conclusiones posándose encima de los vecinos como lenguas de fuego en Pentecostés. Diríamos que, en Sevilla, la conversación pública es una meditación colectiva. Y las conclusiones de esa meditación se llevan de taberna a taberna, enriqueciéndose de matices por el camino, como si fueran enmiendas, y convirtiéndose finalmente en una verdad coral. La Verdad, según Sevilla.
Tras la visita a La Flor de Toranzo, me voy a Triana a ver a la Esperanza y al Cachorro en su traslado hacia la Catedral
Al contrario que en Castilla, el razonamiento aquí es público y breve, y el resultado callado y largo. Tan largo que se convierte en tradición, en la suma de verdades públicas. En 'lo popular'. Tras los Machado a Casa Moreno, donde elevan lo popular a la categoría de alegría, que es la mayor forma posible de belleza. Es muy difícil estar triste en Sevilla. Hay un señor que se queda mirando fijamente a los jamones del techo y me dice muy serio que «en la época de los pistoleros colgaban a los malos, pero es que aquí cuelgan a los buenos». Y tras visita a La Flor de Toranzo, me voy a Triana a ver a la Esperanza y al Cachorro en su traslado hacia la Catedral, desde la que saldrán en procesión Magna junto al Gran Poder, a la Esperanza Macarena y a las Vírgenes de los Reyes, Setefilla, Valme y Consolación. Me hago fuerte en el Altozano. Desde Pureza, veo venir la pureza. Desde Castilla, la Verdad.Si Machado decía que «en el fondo, yo mismo, cuando hago cantares, soy pueblo, por el sentir y por el hablar» y que «al fundir el corazón en el alma popular, lo que se pierde de nombre se gana de eternidad», no me queda duda de que, como dice Carlos María Galli- se lo leo a Javier Rubio-, en la piedad popular subyace la encarnación como forma de expresión de fe inculturada en un pueblo. La tesis es extraordinaria e iluminadora: el pueblo se evangeliza continuamente a sí mismo. Y si en lo cultural subyace la fe, en la fe subyace la cultura. El pueblo crea la enfermedad, pero también sus anticuerpos. Hay más magisterio en lo popular que en todos los tratados de teología y de literatura juntos. Esperemos que cunda el ejemplo: solo lo popular nos protegerá de lo populista. Y que de lo demás nos proteja Sevilla.
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