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la huella sonora

Sevilla, Machado y Magna: un éxtasis popular

Estos días encontramos en la Fábrica de Artillería de Sevilla una exposición sobre 'Los Machado'

Una generación sin conexión

Procesión de la Esperanza de Triana, antesala de la Magna manuel gómez
José F. Peláez

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Conviene no confundir lo popular con lo populista. Lo popular es la sabiduría de un pueblo elevándose en silencio sobre su tiempo; lo populista es su opuesto, el catálogo de vicios de ese mismo pueblo, sus defectos negruzcos y ruidosos hundiéndose en el presente como ... en una ciénaga. Antonio Machado dignifica lo popular, primero desde lo andaluz y luego desde lo castellano, si es que ambas expresiones no fueran, en realidad, variaciones de un mismo alma. En cualquier caso, lo hace desde lo profundamente español y desde un elitismo intelectual que lo sitúa en un lugar incompatible con las pulsiones más básicas y dirigidas, es decir, con las pulsiones populistas. Precisamente estos días encontramos en la Fábrica de Artillería de Sevilla una exposición realmente interesante sobre 'Los Machado' que comisaría Alfonso Guerra y cuyo catálogo conviene guardar como oro en paño porque no sé muy bien si nos habla sobre nuestro pasado o sobre nuestro futuro. En cualquier caso, de allá vengo en una mañana espléndida. Porque, desde luego, Sevilla está para verla. Y para oírla. No sé qué es mejor, si sentarse a observar la belleza de esta tierra o sentarse a escuchar a su gente. En Castilla la gente medita sobre un tema y solo rompe el silencio para expresar sus conclusiones, ya férreas e inamovibles. Allí el razonamiento es callado y largo, y el resultado público y breve. Sin embargo, en Sevilla la reflexión se produce en conjunto y en voz alta, es posible de ver los razonamientos yendo y viniendo de persona a persona y las conclusiones posándose encima de los vecinos como lenguas de fuego en Pentecostés. Diríamos que, en Sevilla, la conversación pública es una meditación colectiva. Y las conclusiones de esa meditación se llevan de taberna a taberna, enriqueciéndose de matices por el camino, como si fueran enmiendas, y convirtiéndose finalmente en una verdad coral. La Verdad, según Sevilla.

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