Editorial

Investidura, no legislatura

Sánchez certifica su mayoría acordada en Waterloo y sale investido presidente. Comienza ahora una legislatura cuya estabilidad dependerá de unos socios que compiten entre sí

16/11/2023 a las 20:15h.

La investidura de Pedro Sánchez, acordada hace una semana en Waterloo, quedó ayer definitivamente ratificada en la votación del Congreso de los Diputados con el apoyo de los 179 síes previstos. Como era de esperar, las amenazas veladas deslizadas por Míriam Nogueras al final de la primera jornada no se concretaron y la segunda fuerza más votada en las pasadas elecciones concitó un respaldo suficiente para revalidar la presidencia de Sánchez. Tras dos sesiones parlamentarias singularmente broncas, en las que el candidato elevó un muro frente a la mitad de los españoles en nombre de una supuesta concordia, la investidura da paso ahora a una legislatura que estará determinada por unas insólitas condiciones de origen y por el concurso de unos actores irreconciliables con el interés general de España.

El pacto con ERC y Junts resume algunas de las cesiones públicas que condicionarán, a buen seguro, el curso de los próximos meses de gobierno socialista. Una vez salvada la investidura, que estaba garantizada desde el acuerdo con Puigdemont, Pedro Sánchez afronta el reto de tener que mantener con vida una coalición que alberga importantes tensiones en su interior. Las más evidentes son las exigencias que constituyen una absoluta anomalía en el marco de los países de nuestro entorno, entre las que se cuentan la amnistía, la fiscalización mensual de los pactos con un mediador internacional, los privilegios a territorios ricos y la eventual cesión de competencias que son exclusivas del Estado. Los socios de Sánchez no disimulan. Ayer Nogueras advirtió al presidente del Gobierno de que tendría que cumplir las 1.486 palabras del infamante acuerdo entre Junts y el PSOE. En un tono muy semejante e impropiamente parlamentario se expresó Gabriel Rufián, quien retó a Sánchez y le advirtió de que con ellos no debería tentar a la suerte. Igualmente explícita fue Mertxe Aizpurua, por más que no haya trascendido el pacto entre EH Bildu y el PSOE. La portavoz aberzale insistió en la necesidad de celebrar un referéndum y precisó sin disimulo que esta debería ser la legislatura de la plurinacionalidad en la que habría de liquidarse, definitivamente, nuestro acuerdo constitucional.

La franqueza con la que se expresan los socios del PSOE demuestra que esta legislatura supondrá un verdadero desafío para la convivencia. Sin embargo, esta preocupación no debería ser exclusiva de quienes defendemos con convicción el marco constitucional, sino que el presidente del Gobierno tiene también motivos para la intranquilidad. La nueva coalición parte de una extravagancia ideológica que aúna fuerzas que van desde la extrema derecha soberanista hasta la izquierda aberzale, lo que en sí mismo es una fuente de inestabilidad. Se da también el hecho de que no pocos socios compiten entre sí, lo que hará muy difícil coordinar el apoyo de formaciones políticas con intereses contrapuestos. Las elecciones europeas, las vascas y las catalanas serán hitos en los que habrá de concretarse la competencia y la lealtad interna que puedan guardarse Podemos y Sumar, Bildu y el PNV o ERC y Junts respectivamente. Sánchez ha demostrado que está dispuesto a entregar cuanto esté en su mano para garantizarse su supervivencia política y cuenta con una colección de leales en instituciones clave para tener libertad de movimientos. Sin embargo, no debemos descartar que llegado el momento algunos de sus socios le exijan contrapartidas que resulten incompatibles entre sí. Sánchez ha logrado su investidura. El verdadero desafío comienza con una legislatura que seguro será hostil y en la que no hay nada garantizado.