Sicilia (Italia)
Descubren una misteriosa ágora, la más grande del mundo antiguo, en la fascinante colonia griega de Selinunte
La plaza pública, de 33.000 metros cuadrados, contiene en su centro la tumba del fundador de la antigua ciudad siciliana, con vida breve al ser destruida por los cartagineses
El ágora más grande del mundo antiguo, de casi 33.000 metros cuadrados, se redescubre en la legendaria colonia griega de Selinunte (Sicilia), ofreciendo por primera vez una visión completa de su inmensa plaza pública en el centro de la antigua ciudad. Es ... una nueva luz la que se aporta al Parque Arqueológico de Selinunte, uno de los más extensos de Europa, con sus 270 hectáreas de naturaleza y majestuosas ruinas con vistas al mar, en la costa suroeste de Sicilia, en la actual provincia de Trapani.
El nuevo hallazgo, al establecer las dimensiones reales de su ágora, servirá para conocer mejor el nacimiento de la ciudad de Selinunte, fundada en el siglo VII a.C. por colonos griegos, que llegaron desde Megara Hyblaea, colonia griega cerca de Augusta, en la costa oriental siciliana, siguiendo al fundador de Selinunte, Pámmilo. En la acrópolis se han encontrado restos de su lugar sagrado, además de amuletos, joyas y objetos muy refinados, semejantes a otros hallazgos descubiertos en Delfos, centro del mundo antiguo para los griegos.

La nueva visión general que ahora se tiene sobre esta inmensa ágora se ha logrado gracias a los trabajos de una imponente limpieza dispuestos por Felice Crescente, director del Parque Arqueológico de Selinunte, Cave di Cusa y Pantelleria. «El ágora da una idea de la magnificencia de esta ciudad y de su extraordinaria esencia, que también se explica por los excepcionales hallazgos arqueológicos», declaró el consejero regional de Cultura de Sicilia, Alberto Samoná.
Los arqueólogos afirman que el ágora es un inmenso espacio sagrado, pero esta plaza pública tiene muchos misterios aún por aclarar. Dos fundamentales, según explicó a ABC en conversación telefónica el director del Parque Arqueológico de Selinunte, Felice Crescente: «Aún no sabemos por qué el ágora tenía esas dimensiones extraordinarias, 33.000 metros cuadrados, si no más, y por qué esa forma trapezoidal. Era una plaza en el centro de la ciudad igual que la que había en la colonia madre (Megara Hyblaea), pero mucho más grande».
Un museo al aire libre
El director describe el ágora, esta impresionante plaza pública, como un nuevo museo al aire libre. «La imagen es de una cuenca vacía que impresiona por su amplitud y denso misterio -dice Felice Crescente-, un primer ejemplo de una especie de museo a gran escala. El ágora estaba en el centro de la ciudad, entre los barrios residenciales y los edificios destinados a la vida pública de los pobladores de Selinunte«.

En las recientes excavaciones trabajaron equipos de algunos de los mejores institutos internacionales como el Institute of Fine Arts de la New York University, la Universidad de Estudios de Milán y el Instituto Arqueológico Alemán, dirigidos por Clemente Marconi. «Los resultados son de suma importancia para el conocimiento de Selinunte en la época arcaica y clásica«, comenta con emoción Clemente Marconi, el arqueólogo que estudia desde hace décadas los restos de la antigua colonia griega de Selinunte, que tuvo una vida breve, pero grandiosa y fascinante.
Misterios
En el centro del ágora se encontró una tumba, que se supone que es del fundador Pammilo. El historiador griego Tucídides fija la fecha de la fundación de Selinunte en el 628 a. C., mientras Diodoro Sicula la establece en el 650 a.C.
En las excavaciones de uno de los templos, el llamado 'R', los arqueólogos han identificado las paredes de un recinto ritual que data del 610 a. C, pocos años después de la llegada de los colonos. Los restos arqueológicos de estructuras de piedra y huesos de animales sugieren que en altares se hacían ritos. Hacia mediados del siglo VI a. C., se levantó un edificio con una sola gran sala para banquetes rituales donde se podían colocar nueve grandes klìnai, las tumbonas en las que los griegos consumían sus comidas.
Unos de los hallazgos más llamativos en el templo «R» ha sido la segunda parte de un molde de piedra que sirvió para fundir, probablemente en bronce, un misterioso objeto. La primera parte se descubrió hace 10 años. No está claro para qué se utilizó. Quizás para realizar un cetro o un objeto ritual, que debía ser único. En cualquier caso, se trata de un objeto precioso. Por ello, después de servir para fundir la primera y única obra, fue enterrado en dos lugares diversos en el área sagrada, según cree el arqueólogo Marconi. Ahora se piensa replicar el objeto, tras una investigación metalográfica para comprender qué tipo de metal se utilizó en su fundición, seguramente bronce.
Símbolos de cultura y poder
Además del cetro, en el mismo lugar han aparecido una figura de halcón y una sirena de marfil. Son tres símbolos de cultura y poder. El amuleto en forma de halcón, en pasta de vidrio azul, producida en Egipto entre finales del siglo VII y principios del VI a.C., representa la imagen de Horus (antiguo dios egipcio del cielo y del sol). Para el arqueólogo Marconi, es «uno de los objetos más importantes de la producción egipcia descubiertos en Sicilia y da idea de la riqueza de las dedicatorias a la diosa del templo».

Sobresale también una figura en miniatura muy refinada de una sirena de marfil, del siglo VI a.C., importada del Peloponeso y muy similar a esculturas similares de Delfos, un objeto que «habla de la riqueza alcanzada por la ciudad en el siglo VI a. C», explica el arqueólogo Clemente Marconi.
La vida de Selinunte fue corta: alrededor de 240 años. Durante este período, su población llegó a alcanzar los 100.000 habitantes. Dos siglos después, en el año 409 a.C., 5.800 cartagineses desembarcaron en Sicilia y después de un breve asedio llegó el final de Selinunte. La ciudad fue incendiada, saqueada y destruida por los soldados de Aníbal, con el balance de 16.000 ciudadanos asesinados, 5.000 fueron hechos esclavos y 2.600 lograron escapar a Agrigento. Un final terrible. Abandonada y enterrada durante siglos, después de graves saqueos de sus restos arqueológicos, la grandeza de aquella época dorada vuelve hoy a asombrar.
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