Editorial
El contagio de la banca suiza
Credit Suisse, una entidad emblemática que estaba en reestructuración, ha traído a Europa la crisis de confianza sobre el sector financiero que empezó con el Silicon Valley Bank
La crisis de confianza en el sistema financiero provocada por la quiebra de tres bancos en EE.UU. cruzó ayer el Océano Atlántico y se cebó en una de las entidades europeas que peores resultados ha exhibido en los últimos años, el emblemático Credit Suisse (CS), la segunda entidad más importante de Suiza. El banco llegó a perder el 30% de su valor en bolsa tras conocerse unas declaraciones del máximo ejecutivo del Saudi National Bank (SNB) indicando que no desean superar el 10% del capital de la entidad por razones regulatorias pero que fueron interpretadas por los mercados como que los saudíes no desean seguir aportando fondos. A finales del año pasado, Credit Suisse realizó dos ampliaciones de capital de urgencia en apenas dos semanas para tapar el agujero provocado por unas pérdidas que acabaron sumando 7.381 millones de euros en 2022, cuando sus ejecutivos habían asegurado que éstas serían cinco veces menos y que estarían en línea con los 1.670 millones que perdieron en 2021.
El día fue muy accidentado para el banco y la cotización fue suspendida en varias ocasiones debido a las fuertes caídas y el precio de los intrumentos que apuestan por el incumplimiento crediticio se disparó.
El banco suizo se ha convertido en una máquina de perder dinero principalmente por culpa de su división de banca de inversión situada en EE.UU. Pésimas apuestas en negocios de riesgo como el fondo de cobertura estadounidense Archegos o la firma angloaustraliana Greensill provocaron pérdidas que revelaron errores básicos de gobernanza y de control de riesgos. La dirección del banco anunció un plan a tres años para reestructurar la entidad, que incluía 2.700 despidos, pero desde entonces las malas noticias no han dejado de acumularse –el presidente del banco, Axel Lehmann, fue sometido a investigación por unas declaraciones, el regulador suizo reveló un incumplimiento grave de la supervisión en el caso Greensill, la autoridad de mercado de EE.UU. extendió dudas sobre la contabilidad de años anteriores– y las pérdidas de la entidad de dispararse.
Los problemas de Credit Suisse no se parecen en nada al pánico bancario causado por Silicon Valley Banc (SVB) pero contribuyen a extender la desconfianza sobre el sector financiero global en un momento en que las subidas de tipos de interés por parte de los principales bancos centrales están pinchando las burbujas de liquidez que se han ido creando en los últimos años con el dinero fácil y barato colocado en los mercados. De hecho, estamos ante un ejemplo clásico del llamado 'efecto mariposa': la mala situación del banco suizo formaba parte del paisaje mundial hasta que una entidad que estructuralmente no se le parece en nada como es el SVP, se arruinó, lo que ha hecho que la entidad quedara en mala posición y acabara importando la crisis de confianza a Europa. Ayer, las cotizaciones de los principales bancos europeos y españoles resultaron fuertemente penalizadas a cuenta del banco suizo y de poco sirvieron declaraciones como la de Pedro Sánchez, defendiendo la solvencia y liquidez, que no hicieron más que recordar las de Zapatero en Nueva York en 2008 presumiendo del sistema financiero «más sólido del mundo».
Los responsables de Credit Suisse pidieron ayer a sus órganos supervisores un gesto de apoyo hacia la entidad. Tal como pintan las cosas, la promesa verbal del Banco de Suiza y del regulador es totalmente insuficiente porque el banco, que ya navegaba con dificultades en un mar sin turbulencias, ahora está atrapado en medio de una tormenta sin una mínima cuota de credibilidad.
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