LIBROS
Sasa Stanisic, en busca del hogar perdido
Sasa Stanisic ha conquistado a los lectores y a la crítica con historias en las que dibuja un mapa de su periplo vital, y de Europa

«Cualquier hogar es casual: naces aquí, te destierran allá, donas tu riñón a la ciencia en otro sitio», se dice en la fascinante novela Los orígenes del escritor Sasa Stanisic. Autor de una excelente y singular primera novela, de poesía e ... imaginación desbordante, Cómo el soldado repara el gramófono , traducida a un gran número de lenguas y con la que se daría a conocer internacionalmente, Stanisic nació en 1978 en Visegrad. Una ciudad de Bosnia-Herzegovina conocida por el puente que dio lugar a la famosa obra Un puente sobre el Drina de Ivo Andric, el único Premio Nobel de Literatura concedido a un escritor de la antigua Yugoslavia.
Hijo de padre serbio y ateo y de madre bosnia, nacida en el seno de una familia musulmana, en 1992, a los 14 años, Sasa huyó del asedio a su pequeña ciudad junto a su madre. S e refugiaron en Heidelberg, sin hablar una sola palabra de alemán . Más tarde, Sasa se licenciaría en esa misma universidad, en eslavística, y animado por sus profesores comenzaría su andadura como exitoso escritor en lengua alemana. No tardaría en comenzar a recibir galardones, como el Premio Alemán del Libro de 2019, por su magnífico Los orígenes.
Humor y drama
Si en su primera obra Stanisic combinaba de forma prodigiosa una gran cantidad de elementos autobiográficos y de estilos (entre la épica y la fantasía, entre el humor y el drama, entre el realismo y lo grotesco) en torno al trauma vivido de adolescente en una feroz guerra fratricida, en Los orígenes, Stanisic, ya instalado en otro país, en otra cultura y en otra lengua que conquista poco a poco como a una joven novia recién conocida, intentará encajar como en un puzle la apasionante complejidad de sus orígenes. Unos orígenes mezclados que hoy día definen a muchos europeos: «Si hubiéramos tenido que huir hoy, es decir, si las restricciones en 1992 hubiesen sido las mismas que rigen hoy en las fronteras exteriores de la UE, jamás habríamos llegado a Heidelberg. Nuestro viaje habría finalizado frente a una alambrada húngara».
Hijo de padre serbio y de madre bosnia, huyó a Alemania del asedio a su pequeña ciudad
De forma fragmentaria y emocionante, como capas de cebolla que alternan sin cesar presente y pasado, salpicando la narración como siempre de un prodigioso sentido del humor que rehúye la amargura y en ningún momento se muestra cínico o despechado, Sasa Stanisic va ensartando historias, una tras otra, como las cuentas de un collar. De vez en cuando simula, para escapar de las lúgubres etiquetas «yugo y refugiado» ser esloveno: «Al principio en Alemania, cuando me presentaban, a veces decía que era de Eslovenia. Esa república alpina apenas había acaparado titulares... confiaba en que me viesen como un esquiador antes que como una víctima».
Por su libro desfilan y se entrelazan sin cesar recuerdos de familia , los neonazis lanzando cócteles molotov contra un edificio que alberga a inmigrantes vietnamitas, la gasolinera ARAL donde se reúnen los recién llegados de muchos lugares, o las leyendas fabulosas sobre los tres hermanos Stanisic cuando llegaron al pequeño pueblo de sus antepasados, Oskorusa. Allí Sasa recibiría la principal lección de su abuela: nunca engañar ni mentir «siempre exagerar e inventar».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete