El PSOE debatió en 1998 declarar «ilegítima» y «cuasi golpista» la victoria de Aznar
Bono y Borrell se desmarcaron de la estrategia de los dirigentes más 'felipistas' en la primera Ejecutiva sin González

El archivo personal y político que el expresidente del Congreso de los Diputados, el histórico socialista José Bono , ha depositado esta semana en la página web de la Fundación Pablo Iglesias , revela los debates internos del PSOE a finales de ... los años noventa, tras la salida de Felipe González de la secretaría general en 1997 después de más de dos décadas como líder del partido. Fueron años convulsos para la formación, que no terminarían hasta el XXXV Congreso del año 2000, en el que un desconocido José Luis Rodríguez Zapatero salió elegido secretario general.
A principios de 1998, Joaquín Almunia lideraba el partido pero justo ese año, en las primeras elecciones primarias organizadas por una formación política en España, sería derrotado por Josep Borrell , lo que obligó a una cohabitación entre ambos que tensó enormemente la convivencia interna.
Mientras, José María Aznar afrontaba su segundo año como presidente del Gobierno, en un primer mandato sostenido por una precaria mayoría que dependía de los partidos nacionalistas vascos y catalanes. 1998 fue también el año de la histórica condena del Tribunal Supremo a los ex números uno y dos de Interior con González, José Barrionuevo y Rafael Vera , por el secuestro de Segundo Marey, una de las acciones más sonadas de los GAL, el grupo que realizó bajo los gobiernos socialistas la guerra sucia contra ETA en los años ochenta.
El «lastre» de la corrupción
El PSOE, en aquel año 98, se veía por primera vez en muchos años en la oposición y el lastre de los casos de corrupción de la era González pesaba en su acción política, como varios de sus dirigentes admitían en las reuniones de la dirección del partido que ahora ven la luz gracias a los llamados 'papeles de Bono', hechos públicos por el exministro de Defensa y expresidente de Castilla-La Mancha.
A principios de aquel año, antes de que Borrell ganase las primarias a Almunia, el candidato del aparato, y antes de que ambos encabezasen junto a Felipe González una manifestación de dirigentes y militantes que acompañó a Barrionuevo y a Vera a las puertas de la cárcel de Guadalajara, donde empezaron a cumplir su condena, dos reuniones consecutivas de la Ejecutiva socialista en Ferraz, las del 16 y el 23 de febrero, debatieron seriamente si proclamar «ilegítima» la victoria electoral de Aznar dos años antes o incluso tildarla de «cuasi golpista». Esta última expresión la utilizó en la primera de las reuniones Manuel Chaves , a la sazón presidente de la Junta de Andalucía y que terminaría siendo condenado y expulsado del PSOE por el escándalo de los ERES. Chaves y otros de los dirigentes más 'felipistas' de aquella dirección no dudaban en poner en duda la nueva mayoría fruto de las últimas elecciones generales, que posibilitó la alternancia política después de catorce años de González, el presidente que más tiempo ha estado en el poder. Así lo dijo, entre otras, Francisca Sauquillo , mientras que el ex ministro de Defensa, Narcís Serra , pidió «acabar con el sindicato del crimen», la forma despectiva con la que los socialistas se referían a una serie de periodistas y medios críticos, «por el bien del país».
El propio Bono discrepó de sus compañeros de la dirección, según las actas de la Ejecutiva. El entonces presidente castellanomanchego dijo que no se podía negar legitimidad a la victoria de Aznar, y que hacerlo «sería peligroso». «Nuestras esperanzas de victoria electoral no pueden consistir exclusivamente en remover el pasado» dijo. Tampoco Borrell respaldó la estrategia de sus compañeros (entre ellos un joven Zapatero) si bien no se manifestó con tanta nitidez como Bono.
El debate se suscitó por una entrevista del exdirector de ABC, Luis María Anson , en 'Tiempo', realizada por un hermano del ex ministro socialista Juan Alberto Belloch . La extinta revista sostuvo que Ansón «confesaba» una «conspiración» contra González, algo que el periodista consideró una «manipulación» interesada de sus palabras fruto del «nerviosismo creciente» del expresidente por el caso GAL. «A la pregunta '¿Existió una conspiración?' mi respuesta fue nítida. Eso fue una coartada periodística, no hubo conspiración» afirmó Anson, quien denunció que pese a ello «el felipismo puso en marcha la campaña de la conspiración, tergirversando el espíritu y la letra de mis respuestas, manipulándolo todo y exacerbando la intoxicación hasta la desmesura».
Finalmente Almunia optó por pasar página. El líder socialista explicó a sus compañeros que, si bien la polémica había puesto «a la defensiva al PP» y que podría tener «consecuencias positivas» para el PSOE, los socialistas corrían el riesgo de que el debate «girase» hacia el convulso pasado del final de González.
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