MUTUA MADRID OPEN
Dimitrov, un héroe ante Djokovic
El búlgaro elimina al número uno del mundo por 7-6 (6), 6-7 (8) y 6-3 después de tres horas y cinco minutos de un dramático duelo
![Dimitrov, un héroe ante Djokovic](https://s2.abcstatics.com/Media/201305/07/djokovic--644x362.jpg)
De manera precoz, abandonado por la noche, Novak Djokovic se despide del Mutua Madrid Open, desnudo ante la osadía de un tenista maravilloso. Ya está aquí Grigor Dimitrov, dispuesto a instalarse de una vez por todas y darle sentido a todos los piropos que acumula desde que era un crío. Su triunfo por 7-6 (6), 6-7 (8) y 6-3 tiene la repercusión que merece.
Que conste que el serbio conocía a Dimitrov, un descomunal tenista cuyo talento no tiene límite. Se habla de él en el circuito pese a que no haya títulos en su palmarés, un luchador que ahora es 28 y que pronto estará entre los mejores siempre y cuando le dé cuerda a su cabeza. Tiene todo lo que debe tener una estrella y encima juega con un desparpajo impropio, enamorada la Caja Mágica de un estilo sencillamente genial.
A Dimitrov no se le descubre mayor hazaña que una final en Brisbane este año, poca cosa que contar. Pero ya ha avisado y se acepta como una realidad, bautizado como el nuevo Federer porque tiene mucho de lo que presume el suizo. Salvando las distancias, el revés a una mano deDimitrov es una locura y le golpea a la derecha con toda la intención del mundo. Lo tiene todo, todo es todo.
Antes de que el tobillo de Murray volviera a doblarse de mala manera, castigado en los cuartos de la Copa Davis de hace un mes, Dimitrov le llevó siempre al límite. De un lado para el otro, movió al serbio y no hubo la respuesta esperada por parte del número uno, demasiado lento y fallón. Djokovic no puede decir que no sabía de qué iba esa historia.
Son los mimos tenistas que se cruzaron en Indian Wells y ahí, en el desierto californiano, Djokovic se salvó de una buena en el primer set. Al saque Dimitrov para cerrar el parcial y de repente, apagón, cuatro ridículas dobles faltas que marcaron su destino. Hizo lo mismo una semana después en Miami ante Murray (tres dobles), pero la gente ya sabía quién era ese tenista y se consagró después de un partidazo en Montecarlo ante Rafa Nadal, capaz incluso de robarle un set al balear en su tierra.
La noche madrileña le reservaba una portada. Cuestionó la supremacía del líder de la manada y esta vez sí cerró el primer parcial, aunque antes desperdició su saque como de costumbre. Lo hizo en el tie break, Djokovic al borde del precipicio.
Logró equilibrarse como pudo al apuntarse la segunda manga, más épica que juego. Le traicionó el tobillo cuando iba 4-2 abajo, reclamó la asistencia médica entre los silbidos del público y aun así fue capaz de nivelar el pulso, otra reacción milagrosa del serbio. Para entonces, el partido ya pasó a ser un drama, acalambrado Dimitrov y errático como nunca Djokovic. Al búlgaro, que el lunes acabó de jugar ante Martí casi a la una de la madrugada, le pesaban las piernas y al número uno la cabeza.
Obviamente, el desenlace obligaba a otro tie break. Lo enderezó Djokovic, pero se enredó y tuvo que recurrir a un saque-red cuando tenía pelota de partido en contra. Cerró el puño, miro a su enérgico palco y llevó el duelo al tercer set con heridas abiertas en los dos lados de la pista. La suya, sin embargo, era más grave.
Dimitrov rompió nada más empezar y le bastó esa renta para abrazar la gloria que rozó un poco antes. Después de tres horas y cinco minutos, fue el héroe que imaginó en otras ocasiones, eternamente feliz en la tierra y el cielo de Madrid.
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