El camino hacia el Mundial fue agónico, pero la selección uruguaya de fútbol se siente en condiciones de repetir la hazaña de Brasil 1950, cuando en un «Maracanazo» que se volvió eterno le arrebató el título a los anfitriones y se alzó con su segunda corona tras la consagración de 1930 en Montevideo.
El Uruguay de Brasil 2014 cuenta con una base de jugadores con experiencia en Ligas europeas. El capitán Diego Lugano jugó en Brasil, Turquía, Francia y actualmente en el West Bromwich Albion, de Inglaterra, el defensa Martín Cáceres lo hace en la Juventus de Italia, y la temible dupla atacante se conforma con Luis Suárez, que brilla cada semana en el Liverpool, y Edinson Cavani, que lo hace en el PSG tras haber sido ídolo en el Napoli.
Aunque Suárez, la estrella, es una incógnita. Tres semanas antes del Mundial se sometió a una operación en el menisco que le hará llegar justo a la gran cita. De su estado físico dependerá lo lejos que pueda llegar Uruguay, que se enfrenta a un grupo muy difícil.
Los charrúas cuentan además con un entrenador como Oscar Tabárez, apodado «el maestro», que dirigirá su tercer Mundial y que conduce con éxito un proceso que se inició en el año 2006 y que incluye la supervisión de todos los planteles seleccionados, desde la Sub 15 hasta el combinado mayor.
Pero no alcanza con tener buenos jugadores, un buen entrenador y una rica historia. En un Mundial influyen muchas cosas, incluso las «exigencias psicológicas», destaca Tabárez. Una vez más, Uruguay nuevamente no estará entre los favoritos, pero en Sudáfrica 2010 ya le sucedió que lo dieran por eliminado ante de comenzar un torneo en el que terminó llegando a las semifinales.
Un año más tarde, Uruguay ganó la Copa América en Argentina y tras un 2012 con altibajos en las eliminatorias sudamericanas, consiguió la clasificación en una repesca ante Jordania y demostró en la Copa Confederaciones de 2013 en Brasil que había recuperado algunas de las cualidades cosas mostradas en Sudáfrica.
Un Mundial en Brasil y con la presencia de Uruguay conduce inevitablemente a la asociación con el «Maracanazo», aquel 2-1 en el encuentro decisivo ante los anfitriones el 16 de julio de 1950 en el estadio Maracaná de Río de Janeiro.
Aquella fue la mayor hazaña deportiva de la historia uruguaya, un verdadero impulso al fortalecimiento de su nacionalidad. El «Maracanazo» es hasta hoy venerado. Alcides Edgardo Ghiggia, autor del segundo gol, el del triunfo, es a sus 87 años el único sobreviviente del plantel de 22 futbolistas.
Para Brasil aquella derrota fue una tragedia, aunque también sirvió como aliciente para todo lo que vendría después: ganar cinco veces la Copa del Mundo para convertirse en una de las grandes potencias del balompié mundial. Y Uruguay debe ser consciente de que se trata de una historia muy lejana, advierte Tabárez: «Aquello se terminó. Aquel era otro mundo».
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