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Madrid 2020: La cita de un valiente

Los rivales de Madrid compiten con una candidatura que va a presentar por medio del Príncipe lo mejor de España

Madrid 2020: La cita de un valiente EFE

RAMÓN pérez-MAURA

Una de las complejidades de la institución monárquica en nuestros días es llenar de contenido el papel del Heredero de la Corona. Alfonso XIII fue llamado al trono el día que nació. Juan Carlos I fue proclamado Rey de España con 37 años. Hasta entonces había sido Príncipe en un territorio hostil durante buena parte de su periodo como heredero. Un tiempo en el que eran muchos los que no querían que encarnara fuera de España su condición de ser el futuro de un proyecto plurinacional. El Príncipe de Asturias tiene 45 años hogaño y no hay señales vitales de que a corto plazo deba asumir la Corona.

No parece arriesgado decir que el Gobierno de la nación tuvo un gran acierto cuando dio a Don Felipe una gran ventana exterior al convertirle en el representante del Rey en cada toma de posesión de un nuevo presidente iberoamericano. Eso fue en enero de 1996, en el ocaso de la Presidencia de Felipe González. Y todos los Gobiernos posteriores han apoyado esa labor del Príncipe que le ha dado una red de contactos difícil de igualar para ningún estadista de nuestro tiempo. Sean del signo que fueren, todos los mandatarios están encantados de contar con el Príncipe de Asturias en su toma de posesión y, casi sin excepción, le otorgan los privilegios protocolarios de un jefe de Estado.

No es menos cierto que este mandato ha hecho también de Don Felipe un catedrático en ciencias políticas imposibles. Le ha permitido asistir a las «entronizaciones» de personajes atrabiliarios como Abdalah Bucaram en Ecuador o Alberto Fujimori en el Perú -por no hacer una lista excesivamente prolija de presidentes caídos entre acusaciones de locura o corrupción de todo tipo. Porque haber, hubo bastantes más en esa enumeración de mandatarios finiquitados antes de plazo.

Es por ello que Don Felipe está en estas horas a Buenos Aires con una legitimidad de ejercicio de muy alto valor. No es un Príncipe que acude a defender la candidatura de la capital de su país con sólo una condición regia que podrían aducir las Princesas de la Casa Imperial del Japón que han comparecido a orillas del Río de la Plata. El Príncipe de Asturias es la cabeza efectiva de una candidatura bregada en muchas batallas a lo largo de lustros. Con la Princesa de Asturias son hoy lo mejor de un empeño que encarna el potencial de un país que es envidiado en todo el mundo porque representa el ideal de un espíritu olímpico que quiere salir de la capital argentina triunfante, sin ninguna pega.

Los rivales de Madrid saben que compiten con una candidatura que va a presentar por medio del Príncipe lo mejor de la España que en 2020 puede ofrecer al mundo una acogida con la que nadie puede competir. Y eso es exactamente lo que la familia olímpica necesita poder atesorar. Lo que sólo el Príncipe de Asturias puede encarnar ante el Comité Olímpico Internacional. Porque los españoles tenemos en Buenos Aires, encabezando nuestra representación, un embajador que cuenta con el aval de la nación entera como lo certifica un mandato que plasmó Felipe González y han ratificado todos sus sucesores. Pero un aval que se confunde también con la noche de los tiempos, que se funde con la legitimidad de la historia que se vigoriza cada día con la acción de un Príncipe de Asturias que se llena de méritos con su ejecución diaria.

Una acción que en estas horas se somete al juicio de un jurado que actúa por criterios muchas veces cuestionados. Y sea cual sea el que surja de Buenos Aires, también habrá quien lo discuta. Con mucha o poca razón. Pero lo que nadie podrá impugnar será la razón con la que se designó al Príncipe de Asturias para encabezar la rendición de cuentas de un empeño nacional. Un objetivo que a casi todos aúna. Una empresa que sólo podría hacer de nosotros un país mejor.

Un premio que quizá logre que por unos años se posterguen los objetivos de ruptura de nuestra alma nacional y con ello podamos reflexionar todos qué es lo que se busca en el suicidio. Porque todos sabemos que ésa es la vía de escape de los cobardes. La comparecencia de Don Felipe en Buenos Aires ante el jurado del COI es exactamente lo contrario. Es la cita de un valiente.

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