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El nombre 'Lotería del Niño' tiene raíces históricas que se remontan al siglo XIX EFE

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El Sorteo de la Lotería del Niño 2024, que tendrá lugar el próximo 6 de enero, está a punto de desplegar la magia de sus bombos, continuando una tradición arraigada que despierta emociones en todos los puntos de España. Mientras los Reyes Magos dejan su huella de regalos en los hogares, este sorteo lleva consigo la promesa de transformar un simple décimo en la llave hacia una nueva vida.

Pese a lo que muchos puedan pensar, la denominación 'Lotería del Niño' no es un nombre caprichoso, tiene raíces históricas que se remontan al siglo XIX, específicamente al año 1879. En un periodo marcado por la necesidad de ayudar a los más desfavorecidos, el país buscaba vías para recaudar fondos y la lotería emergió como una respuesta más que efectiva.

La historia detrás del Sorteo de la 'Lotería del Niño'

Detrás de esta iniciativa solidaria se encontraba María del Carmen Hernández y Espinosa de los Monteros, la mujer que dio vida a este sorteo. Originado como una respuesta a las dificultades económicas del Hospital Niño Jesús, la Lotería del Niño se convirtió en un faro de esperanza para aquellos que buscaban asistencia médica en tiempos en los que muchos niños carecían de recursos para recibirla.

La visión altruista de María del Carmen Hernández trascendió los límites del hospital, extendiéndose año tras año con una participación que no dejaba de crecer. La diferencia entre los fondos recaudados mediante la venta de décimos y los premios otorgados se destinaba al Estado, proporcionando recursos adicionales para obras sociales y la ayuda a aquellos que más lo necesitaban.

De solución local a tradición nacional

Lo que comenzó como una solución local para un hospital específico, evolucionó en una tradición nacional que abraza a grandes y pequeños. La Lotería del Niño, heredera de la noble causa de su fundadora, sigue ilusionando y ofreciendo inesperadas sumas de dinero a sus afortunados ganadores. Dos siglos después, el sorteo perdura como un legado solidario, recordándonos que la generosidad puede perdurar a lo largo del tiempo.

El amargo fin de la duquesa mendiga

Aunque su altruismo dejó una huella histórica, la rueda de la fortuna no sonrió a María del Carmen. La repentina muerte de su esposo, el banquero Juan Manuel de Manzanedo, marcó el inicio de la debacle para la duquesa. La llegada desde Cuba de una hija ilegítima de su difunto esposo desató una batalla legal que, tras diez años de litigios, obligó a María del Carmen a ceder la herencia a su hijastra. Este giro de los acontecimientos la dejó empobrecida y la hizo ganar el desdichado apodo de «la duquesa mendiga».

Por último, aunque este hecho pudiera parecer suficiente castigo para una persona que dedicó su vida a los demás, la amarga travesía de María del Carmen no culminó con su fallecimiento en 1894 a la edad de 66 años. Aunque descansa en el cementerio madrileño de San Isidro, la hijastra de su marido, Josefa, privó a la duquesa de un reposo en el panteón familiar. Un último acto de crueldad póstuma que resonó en la historia de una mujer que, desde las alturas de la sociedad hasta la humildad de una cama de hospital, experimentó la volatilidad implacable de la fortuna.

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