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Alto de San Isidro, barrio sin ley

Reyertas, robos de coches, venta de droga, amenazas a residentes, ocupaciones de pisos... así se vive en Alto de San Isidro

Alto de San Isidro, barrio sin ley ABC/Víctor lerena

tatiana g. rivas

Nadie quiere decir nada en el barrio Alto de San Isidro de Carabanchel, pero las imágenes a las que ha tenido acceso este diario hablan por sí solas. Dos agentes de la Policía Nacional se acercan, en torno a las cuatro de la tarde, al cruce de la calle de Armengot con Antonio Vico. Pretenden coger in fraganti a los autores del robo de un vehículo, una práctica delincuencial diaria en esta zona marginal. Los policías se topan con un coche con las lunas rotas y revuelto en su interior. Cerca del automóvil, los archiconocidos autores de este tipo de actos en el lugar: tres jóvenes de etnia gitana. Los agentes proceden a filiarles y dos no llevan su documentación. Además, uno de ellos porta hachís.

Los policías intentan introducirles en el coche patrulla para trasladarles a la comisaría, pero en ese momento suenan silbidos y una decena de familiares, armados con sillas, les preparan una emboscada. Comienzan a lloverles golpes: patadas, puñetazos, batacazos con su mobiliario... Tumban a uno de

«Sustraen todo lo que hay en la ambulancia»

los funcionarios en el suelo, al que rompen dos muelas en la paliza. Les roban las llaves del zeta. El agente que consigue mantenerse en pie desenfunda su arma para que los asaltantes desistan mientras consigue pedir refuerzos a los compañeros por el «walkie». Después de la batalla campal, con diez sillas de plástico y madera tiradas por el suelo, se escucha la sirena de la Policía. Los compañeros acuden a su rescate y los atacantes salen corriendo. En la persecución consiguen detener a varios de ellos.

Estos hechos se remontan al 2 de octubre de 2011. Desde entonces, la Policía Nacional patrulla la zona con, al menos, tres indicativos. Nunca a pie. Ni Samur, ni bomberos, ni los servicios de limpieza pueden entrar al barrio sin escolta. «Sustraen todo lo que hay en la ambulancia. Una vez robaron un camión de los grandes de limpieza», informan fuentes policiales.

Una bombona contra el coche

Los últimos incidentes más recientes que ha sufrido la Policía Nacional han sido: lunas destrozadas con picos de obra, ruedas pinchadas, robos de motos y una bombona de butano lanzada contra el vehículo. «En cuanto aparecemos, se oyen silbidos por todas partes y nos lanzan piedras», indican.

La inseguridad desborda a los vecinos, sobre todo desde los últimos cinco años, cuando las ocupaciones en estos pisos de realojo del Ivima comenzaron a multiplicarse. Los nuevos inquilinos proceden de chabolas de Segovia, Ávila y Valdemingómez. Los residentes se refieren a su barrio como «zona de guerra». Pero no quieren hablar con extraños para no sufrir represalias. Ni siquiera denuncian a la Policía por lo que pueda pasar. «Llaman sin decir su nombre. Cuentan lo que está pasando y cuelgan», detallan las mismas fuentes.

Robos con el fútbol

La venta de heroína y cocaína es su modo de vida, además del mercadeo con los «pisos patada». «Ellos dicen que se dedican a la fruta», comenta con sarcasmo una anciana residente en este infierno. En Alto de San Isidro roban y destrozan los coches como el respirar. A cualquier hora del día. Los que más lo sufren

«Un día vi cómo sacaban unos ponis de los garajes»

son los que visitan a sus difuntos en el cementerio de San Isidro o el velatorio que está junto al parque. Y los días en los que el Atlético de Madrid juega en casa, Policía Nacional y Municipal despliegan un dispositivo especial para reducir este delito. «Nos pueden venir al día siguiente 30 denuncias de robos en la avenida de Quince de Mayo», especifican fuentes policiales. «Aquí no vienen los familiares ni los amigos a visitarnos porque rompen los coches y roban», comenta una vecina.

La música de la guitarra y las peleas de perros en el parque o las de gallos en las azoteas ponen la sintonía a la noche entre la calle de Tejares, Camino Alto de San Isidro y Caronte. «Un día que paseaba con mi perro [de raza american standford terrier] por la zona casi me lo mata uno de los suyos. No hay quien pise allí. Eso es la ley de la selva. Un día vi cómo sacaban unos ponis de los garajes. Increíble. El Ayuntamiento no hace nada», narra un vecino de los alrededores del barrio sin ley. «Es muy complicado vivir aquí. La gente normal apenas hace vida. Viene a dormir y poco más. Es muy complicado. Falta inversión del Ivima y una labor de mediación social», opina una trabajadora del barrio.

Escombrera improvisada

En la tapia que separa el cementerio de San Isidro, en la calle Caronte, un descampado destinado a aparcamientos se ha convertido en una escombrera donde tiene cabida todo tipo de deshechos. Nadie pasa a limpiarlos y la basura se acumula entre coches y furgonetas destartalados.

Pocos negocios quedan abiertos en esta zona. También sufren robos. «Cuando vas a comprar al chino, todo el mundo se cuela. Si dices algo, se encaran contigo», explica una mujer. Fuentes de la Junta de Carabanchel explican que es una «zona difícil» y que su labor se circunscribe a «acciones sociales» en este ámbito. El Ayuntamiento ha destinado una dinamizadora vecinal que trata de dar soluciones para la convivencia de la comunidad. Asimismo, el Consistorio renovó en 2011 el plan de barrio para Alto de San Isidro al considerar que esta barriada tiene una problemática especial.

Una ratonera

Desde Policía Municipal destacan que se han hecho «muchos esfuerzos para reducir el grado de inseguridad de la zona». Junto con Policía Nacional han organizado un dispositivo para dotar de visibilidad a las Fuerzas del Orden en el barrio y generar un efecto disuasorio. «A nivel policial, es complicado ejercer una labor totalmente efectiva porque Alto de San Isidro está configurado como un fondo de saco y nos ven venir», explican las citadas fuentes. Los vecinos de este barrio tienen mucho miedo y perciben que la situación va a peor. Desde su anonimato exigen intervención.

Alto de San Isidro, barrio sin ley

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