Vuelve el trueque: comida a cambio de tiempo
Abre en Terrassa «La Trobada», un restaurante en el que los comensales pagan el menú con dos horas de su tiempo
![Vuelve el trueque: comida a cambio de tiempo](https://s2.abcstatics.com/Media/201305/11/trobada1--644x362.jpg)
En las comunidades de antaño, el trueque era la única forma de conseguir lo que la tierra propia no podía dar. Los mercados en las plazas públicas servían como espacio perfecto para reunir a quienes ofrecían y necesitaban algo. Con el nacimiento de la moneda, el trueque fue perdiendo fuerza. Hoy en día, la situación de crisis ha vuelto a poner de moda el intercambio de ropa, servicios o alimentos. Hace poco más de un mes abrió en Terrassa (Barcelona) La Trobada, el primer restaurante en España que permite a los comensales pagar su menú de medio día con dos horas de su tiempo.
La Trobada sirve en jornadas laborables desde el 21 de marzo alrededor de 60 comidas al día. Treinta de ellas son para clientes que pagan los 6,50 euros que cuesta su menú y 30 más para voluntarios que los servicios sociales remiten al restaurante. Estos últimos, a modo de trueque, pagan sus alimentos con trabajo. La iniciativa nace a partir del interés de la Asociación Local de Entidades para la Inclusión (ALEI), que agrupa a 29 entidades sociales.
Los voluntarios o clientes «de tiempo», como los llaman internamente, «son personas que hasta hace dos o tres años estaban trabajando y que se han visto afectados por la nueva pobreza», explica Laura, socióloga que forma parte de ALEI. Personas sin recursos económicos para comprar comida pero con mucha energía para trabajar remitidas por servicios sociales o Cáritas. «No se trata de un comedor social, aquí viene gente que necesita vincularse con otros, personas solas o con pocas redes que necesitan sentirse útiles», agrega. El intercambio no solo es de servicios, sino también de compañía.
Camareros «de tiempo»
«La convivencia permite experimentar y poder replicar la fuerza del trabajo en equipo»En La Trobada los «de tiempo» rotan una vez al mes. Está por «graduarse» la segunda promoción. Los «graduados» una vez que han pagado su tiempo en el restaurante, esperan ser asignados por ALEI a otro proyecto, para seguir pagando sus menús. Como máximo, cada persona puede ser cliente «de tiempo» durante tres meses. Durante el primer año del proyecto se calcula que entre 150 y 200 personas generarán unas 15.400 horas de voluntariado. «La intención es poder potenciar a más personas, este es un recurso limitado», argumenta Laura.
Sin embargo, a pesar de ser limitado, la primera rotación ha sido exitosa. «Se hicieron amigos aquí y ahora quedan para comer», apunta la socióloga. Antonio, que trabajó antes como mozo de almacén y repartidor de productos, ayudó durante un mes en la cocina de La Trobada. «La experiencia es un abanico que se abre y nos da posibilidades», explica. Antes de vincularse con el restaurante «del tiempo» comía gracias a la ayuda de una de sus hermanas.
El local se ubica en uno de los salones de la sede de la «colla castellera» los Minyons de Terrassa (Calle del Teatre, 4). El menú que sirven es rico en hidratos de carbono. «Es muy calórico porque hay gente para la que esta será su única comida del día», explican desde la entidad. El presupuesto total de la iniciativa para el primer año es de 176.700 euros, de los cuales 95.700 provienen de la Fundación La Marató de TV3, 30.000 del Ayuntamiento, 13.500 de Cáritas y 37.500 de los clientes convencionales. También colaboran proveedores locales.
Un giro de vida
Para Miguel, camarero «de tiempo» de la primera promoción, la experiencia le cambió la vida. Él es uno de los afectados por la crisis de la construcción. «Trabajé como chofer de camiones de tonelaje, en la hostelería y en la construcción», explica. Hasta hace poco más de un mes, Miguel dormía en un huerto. Un compañero de la infancia lo vio en un reportaje sobre el restaurante y se acercó a ofrecerle su ayuda. «La vida ha dado un pequeño giro para mí: estaba solo y he encontrado un poco más de calor humano», comparte.
En este intercambio, los clientes que pagan su menú también reciben la satisfacción de colaborar y de poder conocer a personas como Antonio y Miguel. «Muchos restaurantes lo tendrían que hacer», explica Lola, vecina de Terrassa que se acerca cada día con su esposo a comer el menú. «La convivencia de los dos perfiles de clientes les permite experimentar y poder replicar la fuerza transformadora del trabajo en equipo para combatir la desigualdad», apunta Xavier Casas, encargado del restaurante. El trueque de antaño es una respuesta «innovadora» para recuperarse de los problemas actuales.
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