sociedad
Castilla y León sí es país para viejos
La Comunidad cuenta con tres de las cinco provincias españolas con mayor número de centenarios de España

En Castilla y León viven 2,54 millones de personas de las cuales 1.277 superan los 100 años de edad. Muy pocas, un 0,05 por ciento de la población está viviendo su segunda centena, pero la cifra duplica el porcentaje nacional que apenas supera el 0,02. Además de las cinco provincias españolas con más centenarios, tres son castellanas y leonesas: Soria, Salamanca y Zamora ocupan el primer, segundo y cuarto puesto, respectivamente, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Desgranando los datos, el 0,1 por ciento de la población de Soria tiene más de 100 años de edad, superando en más de cuatro veces la media del resto de provincias españolas. Por detrás se encuentran Salamanca, con un porcentaje del 0,062 por ciento, y Zamora, con un 0,061. El resto de provincias oscilan entre el 0,05 por ciento de León y Segovia; el 0,045 por ciento de Burgos; el 0,042 por ciento de Palencia, y el 0,041 por ciento de Ávila. Valladolid, siendo la provincia con mayor población de la Comunidad, cuenta con el ratio más pequeño de centenarios, un 0,032 por ciento de sus habitantes.
En un país con 10.701 habitantes centenarios, 1.277 se encuentran en la Comunidad. Cabe reseñar que de los 25 ancianos más viejos de España, siete de ellos, mejor dicho de ellas son castellanas y leonesas. La mayor, con 112 años, es la burgalesa María Concha Pérez Cidad que actualmente reside en Madrid. Viviendo en Castilla y León la más longeva es la también burgalesa Adelaida González Alonso, con 111 años. En términos generales de todos los centenarios de castellanos y leoneses, sólo 294 son varones, el resto, 982, mujeres.
Dos de estos ejemplos son la palentina Claudia Martín y la salmantina Gregoria Benito, ambas con 109 años. El chocolate es el secreto de la longevidad de Claudia, una vecina de la pedanía Villaoliva de la Peña de Santibáñez de la Peña, que el pasado mes de octubre cumplió 109 años. Eso es al menos lo que asegura su hija Primitiva, de 81 años de edad, que reside con la anciana. «Es muy chocolatera: todos los días desde siempre desayuna un buen tazón de chocolate, da igual que sea de polvo o en pastilla», apunta Primitiva que describe a su madre como una mujer muy activa. «Toda su vida ha trabajado en el campo, al aire libre y ha comido las cosas de los pueblos, como cerdo, y también mucha caza porque mi abuelo y mi padre eran cazadores», añade. En ese estilo de vida y tipo de alimentación, agrega la hija de la centenaria, puede estar también parte del secreto de su larga vida.
Pese a rondar los 110 años, Claudia Martín, que tuvo diez embarazos, goza de buena salud, aunque está sorda. Además, hace unos años se rompió una cadera que la postró en una silla de ruedas. «Lo lleva muy mal porque le gusta hacer cosas; hasta hace un tiempo tejía, pero ahora pasa la mayor parte de su tiempo leyendo, porque es una gran lectora; lo que más le gusta son los libros religiosos», dice Primitiva. Pero la verdadera pasión de la anciana es la brisca, afirma entre risas su hija. «Hasta se salta la siesta para jugar. Estas Navidades, que estuvieron con nosotras mis hermanos, jugábamos todas las noches hasta las doce o la una, y una vez nos acostamos a las tres de la madrugada». Cuando se le pregunta a la propia Claudia cómo ha llegado a vivir tanto tiempo simplemente responde: «El Señor se ha olvidado de mí».
En 1905, Gregoria Benito, más conocida como la Tía Gora, vio la luz por primera vez en Peñaparda, Salamanca. Superada la centena ampliamente confiesa que su larga vida se debe al trabajo. Cuando hay que trabajar mucho uno no tiene tiempo de morirse, aclara la centenaria. Una de sus pasiones son las patatas con chorizo, comida que considera ha hecho que su vida se alargue más de los esperado. Su nuera Catalina Rodríguez asegura que esto se debe a un milagro y a que «come todo natural con una alimentación tradicional».
Con casi 110 años, Gregoria aún encuentra fuerzas para agarrar su pandero cuadrado y cantar alguna de las tonadas que aprendió en su juventud. Con mucha fortaleza según su nuera, la Tía Gora aun se anima a contar a los que se acercan hasta su casa las vicisitudes que tuvo que sortear para mantener a sus tres hijos, desde pasar temporadas enteras en la montaña para recoger algarrobas, hasta caminar los casi 40 kilometros que separan Peñaparda de Ciudad Rodrigo para vender sus productos.
Sorda y con problemas de movilidad, Gregoria desgasta los días sentada junto al fuego de su casa de siempre, donde aún vive sola, porque «no necesita la ayuda de nadie». Su hijo, José, que vive cerca no deja de visitarla ni un momento del día, confiesa. Sin duda, dos ejemplos de longevidad que superan los 100 años y que son una muestra de ese millar de centenarios de la Comunidad.
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