Suscríbete
Pásate a Premium

campo

Castilla y León produce 900 millones de plantas de fresa, el 95% del total

Más de 5.000 personas trabajan este mes en la campaña de selección de un cultivo que se extiende por 1.500 hectáreas de Segovia, Ávila y Valladolid

Castilla y León produce 900 millones de plantas de fresa, el 95% del total fotos. a. tanarro

i. jimeno

Aún quedan unos meses para que uno de los manjares de la huerta deleite a los paladares más exquisitos. Será en primavera cuando el preciado fruto rojo comience a alcanzar su punto justo de maduración, salpique de rojo los campos de cultivo y las fresas, con su inconfundible color y olor, cobren protagonismo en las fruterías. Pero es ahora cuando la planta atraviesa uno de sus momentos cruciales, y lo vive en Castilla y León. Y es que, aunque es en Huelva donde se producen unas fresas reconocidas y afamadas en buena parte del mundo, el cultivo hunde sus raíces aquí. En tierras castellano y leonesas se produce la planta madre , que luego se transplanta a latitudes más cálidas, para que dé sus flores que se convierten en ricos frutos.

Un laborioso trabajo que llega con el otoño . Es ahora cuando la planta deja las tierras en las que ha crecido durante la primera etapa de su vida, desde marzo o abril, el momento de la siembra, para encontrar cobijo al abrigo de zonas con temperaturas más altas. Por eso es época de mucha labor para la treintena de viveristas que cultivan la fresa en Castilla y León, donde se produce cerca del 95 por ciento de todas las plantas que luego dan fresas, no sólo al sur de España, con Huelva como principal destino, sino también en Marruecos (segundo receptor y productos), Turquía, Túnez, Grecia, Italia o Portugal . A todos estos lugares se exporta la planta que se cultiva en cerca de 1.500 hectáreas, con Segovia a la cabeza (más de 700 hectáreas de planta de fresa), seguida de Ávila (cerca de 500), Valladolid (algo más de 200) y, en menor medida, Soria (unas 64).

Con una producción media de unas 600.000 plantas válidas por hectárea, de Castilla y León salen cada año unos 900 millones de plantones madres para luego dar las fresas en territorios con un clima más acogedor. Las variedades americanas Fortuna, Splendor, San Andreas o Camarosa; las españolas Primoris o Antilla y las francesas Sabrina o Candonga se encuentren entre las muchas que se cultivan en la Comunidad.

Las tierras arenosas de pinares, con un PH idóneo, la calidad y cantidad de lluvia y la altura óptima, a unos 850 metros de altitud sobre el nivel del mar que contribuye a la adecuada sanidad de la planta, hacen de esta zona de Castilla y León el lugar propicio para el cultivo de la fresa desde hace unos treinta años, cuando llegó procedente de Francia. Los cultivadores onubenses descubrieron las bondades de este terreno y cambiaron sus plantas de bajura por estas denominadas de altura, con un mejor rendimiento.

Mayoritariamente rumanos

Es a finales de septiembre y comienzos de octubre cuando arranca esta otra campaña de la fresa, aprovechando que l as temperaturas bajan y ayudan a la planta a aguantar más y responder mejor al clima más cálido que se encontrará a cientos y miles de kilómetros más al sur. También es la época idónea para hacerlo ya que el frío detiene el ciclo reproductivo e induce a la floración.

El tiempo es oro y, en poco menos de un mes, el manto verde que cubría las 1.500 hectáreas de plantas de fresa desaparecerá de las tierras de Castilla y León. Cuatro semanas escasas de trabajo incesante que comienza pronto en el campo. Antes de que amanezca, sobre las seis de la mañana, los tractores se sincronizan en la tierra para que la máquina arrancadora vierta la carga de sus plantas en el remolque. «Se busca que la planta no se seque», explica Luis Carlos González Arribas, viverista de la localidad segoviana de Mozoncillo, desde hace años vinculado a esta producción.

Desde ahí, al almacén. Sobre las ocho de la mañana comienzan unas nueve horas de trabajo diarias donde, en este caso, más de 160 personas se emplean en la selección, corte y envasado de las raíces y los tallos, las partes que se seleccionan para su trasplante, despreciando las hojas, para que no consuman la planta y evitar también posibles enfermedades. «Es la gente que se necesita para hacerlo en unos 25 días», apunta Luis Carlos González, con cerca de 32 hectáreas de fresa.

En Castilla y León, unas 5.000 personas trabajan estos días para sacar adelante el arrancado y selección de las plantas esta campaña, que ya ha pasado su ecuador. En el caso de este viverista de Mozoncillo, los temporeros son «fijos discontinuos» con los que lleva trabajando un decenio y que recorren España recogiendo fruta en Lérida, haciendo la vendimia o la recogida de la fresa en Huelva. La nacionalidad rumana es la que predomina entre los trabajadores de la fresa, la mayor parte mujeres (en torno al 85 por ciento).

Giorgina es una de ellas. Originaria de Rumanía, pero residente con su familia en Castellón, es el primer año que trabaja la fresa. «La crisis que hay en España» le ha llevado a probar esta labor que conoció por su madre, también empleada en esta tarea. «Se trabaja mucho. No sé si volveré», apunta flanqueada por otras veteranas compañeras que repiten en el tajo y, como Giorgina, demuestran su soltura seleccionando plantas y haciendo manojos , el trabajo que más empleados requiere. Es manual y su mecanización es imposible. Pese al cansado trabajo, casi todas repiten. Desde hace años, los extranjeros son mayoría en una labor tiempo atrás reservada en general a amas de casa y estudiantes que aprovechaban este trabajo temporal para sacarse un dinero .

Certificado de calidad

De los más de 160 trabajadores de Luis Carlos González , 130 se dedican a la selección de plantas con un buen sistema radicular y un cuello de un calibre de entre ocho y nueve milímetros, corte de las hojas y hacerlas manojos de diez o veinte unidades. Éstos se agrupan luego en cajas de entre 400 y 500 plantas, de lo que se encarga otro equipo de apoyo menos numeroso. De ahí, en pallets a la cámara frigorífica, de donde salen a entre cuatro o cinco grados centígrados para que aguanten «bien» el viaje en trailer y su transplante en su nuevo hogar.

Una pegatina en cada caja envasada atestigua que son plantones certificados de calidad. Otorgadas por la Junta de Castilla y León , la etiqueta identifica a cada viverista, el origen de la planta, la variedad, la producción y permite conocer la trazabilidad de la planta, lo que posibilita saber qué productos fitosanitarios ha recibido, controlados también por inspectores de campo que verifican la calidad.

Además de variedades para latitudes más cálidas, en Castilla y León también se cultivan otras, menos abundantes, más aptas para climas fríos. Éstas se trasplantan en enero hacia Holanda o Inglaterra, pensadas para que den sus frutos en verano.

Y también las hay que producen sus fresas en la Comunidad. En zonas de Segovia y Ávila existen viveros con plantas aptas para cualquier temperatura que maduran los frutos entre junio y septiembre.

Castilla y León produce 900 millones de plantas de fresa, el 95% del total

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación