cultura
Montalbetti: «Todo ha cambiado y hay que asumir que un buen espectáculo se puede hacer con poco dinero»
El compositor italiano Mauro Montalbetti imparte una clase magistral en la ESAD y defiende que no hay que hacer del límite un problema

Este compositor italiano reconocido como uno de los mejores de su generación desarrolla su labor creativa en paralelo a su dedicación docente, una pasión que quiere enriquecer más allá de las fronteras de su Brescia natal y que le ha traido hasta la Escuela Superior de Arte Dramático de Castilla y León, con quien la Accademia di Belle Arti Santagiulia tiene un convenio de colaboración e intercambio. Después de una semana con distintas clases magistrales, analiza con abc.es su experiencia y la crisis que azota a la cultura. Es optimista.
—¿Por qué eligió Valladolid?
—Quería vivir una nueva experiencia profesional, compartir sentimientos con otros estudiantes, otro país y otra cultura, y es genial comprobar que los estudiantes comprenden mi trabajo, sobre todo porque estoy pensando en salir de Italia para dar clases.
—¿A España?
—Por qué no...
—¿Sabe que esto no es Milán ni Alemania, Austria...?
—Claro, pero también contemplo Estados Unidos, Gran Bretaña...
—¿Cómo ha sido la vivencia?
—Me encanta esta escuela, es un lugar precioso y muy cómodo. Además, los profesores me han tratado muy bien. Creo que los estudiantes están muy motivados y me parece que es muy importante que cuenten con este espacio tan maravilloso. En Italia, en Brescia, tenemos un gran sistema con un gran personal pero problemas con las instalaciones.
—¿Y qué es más importante: los profesionales o el edificio?
—Aquí los estudiantes tienen un teatro y es clave para desarrollar proyectos y adquirir experiencia profesional. Cuando organizamos obras, tenemos que trabajar con otras instituciones fuera y eso es complicado.
—¿Sabe que los estudiantes están desde hace tiempo en huelga por los recortes?
—En Italia tenemos el mismo problema de reducción de presupuesto.
—¿Cómo lo vive?
—La situación no es sencilla. Hay muchos problemas con los fondos públicos del ministerio y más aún cuando los estudiantes salen al mercado laboral del mundo cultural.
—¿Se van del país?
—Algo ha cambiado. Mucha gente sale, pero no es fácil. La Accademia di Belle Arti Santagiulia es privada pero recibe dinero público. Hay una selección del profesorado muy exigente y buscamos implicar a los alumnos en nuestros propios proyectos. Por ejemplo, en Brimborium, mi última ópera, los estudiantes han trabajado en todo el proceso de creación, desde la dirección hasta la escenografía. Esa experiencia es fundamental. También la vivieron en el montaje que presentamos en el Cantiere Internazionale d’Arte di Montepulciano de la mano de Domenico Franci, el jefe de la sección de Escenografía. Estas oportunidades son importantes porque pueden conocer de primera mano todo el trabajo de relación entre el compositor, el director, el escenógrafo, la orquesta...
—¿Se les prepara también para buscar la financiación de sus propios proyectos?
—No, eso está desarrollado en otras especialidades. No hay sección de gestión.
—¿No es un problema que no estén preparados para gestionar su trabajo?
—La organización es diversa y es al mismo tiempo un problema. Los que estudian empresariales no conocen cómo se trabaja en nuestro sector.
—El espíritu de Bolonia está dirigido a formar estudiantes para conseguir trabajo. La nueva ley de Educación española busca adecuar la formación al mercado laboral...
—El problema del paro juvenil en arte también es grande en Italia. Por eso nos empeñamos en hacer proyectos con alumnos en los que se implica a teatros y empresas vía convenio que permiten una experiencia en instituciones de primer orden.
—¿Qué efectos tiene la crisis en la cultura?
—Es una de las grandes dificultades. La crisis ha obligado a reducir los fondos a disposición de la cultura, de forma que museos, teatros y orquestas viven dificultades e incluso festivales consolidados están en riesgo de desaparición real, como el Maggio Musicale Fiorentino. No hace tantos años que produjeron con Valencia «El anillo del Rin», un gran espectáculo con La Fura dels Baus y ahora...
—También en Valencia están las cosas como están...
—Todo ha cambiado mucho y estamos entrando en una nueva forma de pensar el espectáculo. Se puede hacer un buen proyecto sin mucho dinero, pero hay que trabajar. Cuesta asumirlo, pero estoy convencido de que hay que cambiar de planteamiento.
— Salvando a los que lo están pasando mal, ¿ la crisis no es tan mala?
— En ese sentido, no. Obliga a pensar. Brimborium se planteó en formato de concierto, con el escenario realizado con arte povera (de objetos reciclados de la calle). Pero Domenico Franci es una persona que reflexiona, que no hace del límite un problema. Tengo esto, trabajo con esto. Es cuestión de mentalidad. Muchos teatros tenían una gran programación, pero eso es fácil con dinero. El reto es hacerlo ahora. Muchos directores artísticos, de repente, ya no tienen ideas.
—¿La crisis ha colocado a cada uno en el lugar «artístico» que le corresponde?
—Tenemos el problema de una clase dirigente aferrada a su puesto que no renuncia al poder, al dinero... Ése es el problema. Por el camino se van perdiendo proyectos.
—Sí continúa su colaboración con la ESAD de Castilla y León...
—Es uno de los motivos de mi visita, ver si hay posibilidades de colaborar. Quizá más en la vía de la escenografía o la música desde Italia, interpretación desde España.
—Compone música para niños, ¿cuidamos suficientemente su formación?
—Pienso que la ópera para niños es muy importante.
—Hablamos de un país donde todavía muchos colegios dan la clase de música con la flauta...
—También pasa en Italia. Colaboro con una asociación que siempre lucha para romper esta dinámica.
—¿Son nuestras culturas? En Centroeuropa no es así.
—En Italia tenemos falta de profesores acostumbrados a enseñar a niños. Enseñar flauta es fácil, pero pensar una lección con percusión o audiciones es difícil. El problema es darle a los niños un programa educativo trabajado. El otro punto fundamental que hay que llevar a la escuela es la creatividad, introducir la música como un acto creativo.
—Pedimos creatividad para todo, pero ¿está preparado nuestro sistema educativo?
—Creo que esto está cambiando. Aún así, hay que recordar que la cultura, que es una educación en la belleza, es necesaria y hace falta para todo, para hacer negocios igual que para cambiar la sociedad.
—¿Los políticos no lo saben hacer?
—Es más cómodo gobernar a una sociedad que no piensa, maleable, manejable. Por ejemplo, en Italia la radio es insoportable, es una imitación de la televisión, con gente que sólo hace burla y cuenta cotilleos. La música ha pasado a rellenar los espacios entre la publicidad.
—Castilla y León intenta promover áreas educativas desde los grandes contenedores que trabajen en proyectos para muchos espectadores infantiles. ¿Es una inversión si no hay una estrategia pedagógica musical clara?
—Debe ser una colaboración muy intensa entre esos programas y la escuela, para continuar la labor que despierta el interés en los niños.
—¿De dónde sale su idea de hacer ópera para niños?
—Todos los grandes compositores han dedicado obras a los niños. Mozart, Britten, Bartóc... Durante muchos años he impartido clases de orquesta para niños desde los seis o siete años y me encanta. Gran parte de mi trabajo ha sido desarrollar una pedagogía musical para ellos.
—¿Cómo reciben esas clases los niños?
—El niño es un ser humano muy abierto. Yo siempre trabajo con ellos música contemporánea, también música muy experimental, y les encanta descubrir el propio instrumento, su feeling personal, con toda la técnica posible a su nivel. Mi música para niños los considera personas que entienden. Es un error pensar que tiene que ser banal. Son niños, no tontos. En Brimborium hay un centenar de niños entre 7 y 12 años que interpretan los personajes y sólo cuatro adultos. Todos realizaron un laboratorio entre septiembre y abril de actores, de danza, de escenografía... Todos han colaborado día a día en el proceso de creación del montaje.
—¿Es optimista?
—Bueno, estamos trabajando...
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