viviendo en san borondón
Los sueldos de los políticos (1)
No tiene el menor interés para las arcas públicas lo que hagan con el dinero que los nueve cobren, tampoco para los que pagamos los impuestos para financiarlos
En cada inicio de legislatura y en las campañas electorales, con más aparato desde que irrumpió en escena el populismo demagógico de Podemos, valga la triple redundancia, sale a la palestra el espinoso y muy controvertido asunto de los sueldos de los políticos. Unos opinan que son muy elevados, otros que demasiado bajos. Hay también quien recuerda, tocándose la cartera, aquel sabio aforismo de “pobre del país pobre cuyos políticos llegan al poder pobres ”, cosa que es fácil de constatar repasando experiencias propias y ajenas.
En tiempos muy pasados, era cosa propia sólo de repúblicas bananeras el que los políticos se enriquecieran a costa del erario, pero ahora este fenómeno esta muy globalizado. Tal vez como novedad este abuso, para decirlo eufemisticamente, está con frecuencia externalizado en nuestras tierras vía asesores y cargos digitales de los partidos. También en Canarias, pues no es casual que seamos una potencia en casi todo tipo de productos bananeros , esos que aquí llamamos dulcemente plátanos como para disimular nuestras desgracias gubernamentales.
Sobre el asunto de los sueldos de los políticos ha depuesto en el Parlamento de Canarias y en varias entrevistas, la diputada canaria por Podemos, Noemí Santana, novel en estos tagorores autóctonos en el sentido que da la RAE al término, la “que comienza a practicar un arte o una profesión, o tiene poca experiencia en ellos” y no en el que ya algunos Círculos le adjudican de estar galardonada con el Nobel por sus peculiares aportaciones.
Tras advertir que el sistema canario pierde legitimidad democrática porque “la oposición tiene más respaldo popular que el ejecutivo”, confundiendo legislativo con ejecutivo, a la vez que parecía no importarle que esa misma circunstancia se haya producido en otras instituciones donde gobiernan sus “compays” al más puro estilo cubano, dijo que los siete diputados de Podemos percibirán como máximo 1.900 euros mensuales, y destinarán el resto a proyectos sociales decididos por votaciones populares a través de la Fundación Impulsa. Además llevarán “una contabilidad exhaustiva” de todas las dietas que perciban y el dinero sobrante se destinará a proyectos sociales. Pues eso, si es que al final realmente sobrara algo.
La cuestión de fondo a mi entender, si fueran consecuentes con sus discursos, sería que cobraran del erario sólo esa cantidad, no que el resto lo distribuyan ellos al más puro estilo Robin Hood, a su capricho y sin control presupuestario. No tiene el menor interés para las arcas públicas lo que hagan con el dinero que los nueve cobren, tampoco para los que pagamos los impuestos para financiarlos. Eso sin considerar que es de una rancia demagogia, distribuir esos fondos entre sus asociaciones afines disfrazándolas de “rescates ciudadanos” y otras prédicas del género. Es una forma indirecta de financiar a sus activistas callejeros.
Suena muy bien la primera parte de la propuesta de Noemí Santana sobre que el Parlamento, es decir los contribuyentes, ahorren el coste de móviles y tabletas de alta gama , marca Apple, que reparte a sus señorías. Que cada diputado se informatice como estime más conveniente y a su cargo, no al nuestro. Lo que resuena a electoralista es que proponga destinar ese dinero a más “rescate ciudadano”. Y como cuestión complementaria, es de suponer que el Parlamento hizo un concurso público para adquirir esos aparatos a la firma Apple, habiendo tenido en cuenta que “hay aparatos mucho más baratos, e incluso de producción española, que cumplen las mismas funciones” y los precios ofertados por compras al mayor. Saber eso sería tan interesante como averiguar el destino que Noemí daría al “no ahorro”.
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