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Néstor Martín-Fernández de la Torre, maestro del simbolismo

Rescatada su figura para dar el nombre al futuro acuario, nos preguntamos ¿quién fue este genial artista? y ofrecemos las ocho pinturas que conforman la serie del «Poema del Mar»

Néstor Martín-Fernández de la Torre, maestro del simbolismo abc

Nadia Jiménez Castro

La identidad del mar en Canarias lleva el nombre de Néstor Martín-Fernández de la Torre , artista internacional, maestro del simbolismo en la pintura del Archipiélago y todo un referente imprescindible en la historia de las artes canarias. Curiosamente, y como si el círculo se cerrara para así completarse, el Acuario del Puerto de la Luz y de Las Palmas, que se convertirá en un elemento imprescindible para el turismo capitalino, llevará el nombre de su «Poema del Mar» , el de Néstor, quien ya en 1937 escribiera un manifiesto sobre el turismo con el título de «Habla Néstor», adelantándose a los tiempos pocos meses antes de fallecer. Quizá sonría ahora, socarronamente, al saberlo, desde ese silencio dormido del pequeño museo dedicado a su memoria , inmerso en la ciudad, a veces escondido para una capital que, aunque mira al mar, tantas veces se ha olvidado de mirar al mar.

Pero el mar siempre vuelve a por lo que es suyo, y el de Néstor también. Porque como decía el poeta Tomás Morales :

El mar tiene un encanto, para mí único y fuerte;su voz es como el eco de cien ecos remotosdonde flotar pudiera, más fuerte que la muerte,el alma inenarrable de los grandes pilotos...

El mismo mar que fascinó a Néstor Martín-Fernández de la Torre desde la diáspora cuando presentó con éxito su «Poema del Atlántico» en Madrid en 1924, o cuando trasladó su estudio a París cuatro años más tarde y allí inició sus «Visiones sobre Gran Canaria», preparando su «Poema de la Tierra». Queda claro en este representante del Modernismo y el Simbolismo su pasión por las formas sinuosas de la naturaleza, onduladas y sensuales, siempre desbordantes. Se diría que casi destilan aroma de vida misma , exultantes de color y sensaciones táctiles, con la espectacularidad del propio ser, ya sean peces o flores.

Las colecciones privadas se reparten por el mundo, desde Buenos Aires a Madrid, de Barcelona a París o Londres, ese mismo mundo que Néstor se asomó a mirar, porque quien no busca el horizonte no sabe ver la orilla que está a sus pies. Y esta orilla, la de su tierra, que también atesora una buena parte de su obra (no siempre debidamente conocida), le rinde ahora homenaje con esa misma exaltación de la vida que él retrató, la del mar. Aún cuando tal tributo sea a iniciativa de un extranjero, poco importa eso. No hay miradas ajenas en el arte, como en la vida, sólo sentidas.

Nació un 7 de febrero y murió un 6 de febrero (1887-1938), como si la muerte, caprichosa, tuviera la misma energía arrebatada de sus poemas pintados, el mismo ansia de vida que Néstor, que con sólo 15 años ya formaba parte del taller de Rafael Hidalgo de Caviedes en Madrid, realizando sus primeras copias en el Museo del Prado, y antes de los 18 ya estaba en París y había pasado por Londres para estudiar a los simbolistas . Con 20 años ya había pintado su primer cuadro simbolista, «La Dama Blanca», y exponía en Barcelona. Después de aquello representaría a España en la Exposición Universal e Internacional de Bruselas con la obra «Epitalamio» y vendrían los premios y su ingreso en la Union Internationale des Beaux Arts et des Lettres, de París. Es en este momento y en la Ciudad de la Luz, cuando se lanza también a realizar los primeros decorados teatrales además de exponer en sala, reclamándolo la cantante Pastora Imperio para estrenar «El Amor Brujo», de Falla, en el Teatro Lara de Madrid, con escenografía y figurines del artista.

Sus maletas están listas para viajar al otro lado del Atlántico y en menos de media década expone lo mismo en la Sala Witcomb, de Buenos Aires, que en la XXIII edición Internacional del Carnegie Institut de Pittsburg (EEUU). Regresa a Europa y participa en la 14ª Muestra Internacional de la Biennale de Arte de Venecia , pero entre tanto, en medio de un itinerario tan intenso y vital, ya ha entablado amistad con personajes de su tiempo, de la talla de Federico García Lorca, Rafael Alberti o Salvador Dalí. Canarias también se hace eco de su proyección y cuenta con él, y con su hermano Miguel, para la remodelación y decoración del Teatro Pérez Galdós en su reapertura de 1928, justo después de que asumiera la escenografía y vestuario en la Ópera de Hamburgo del ballet-pantomima «El fandango de candil’» para Antonia Mercé, «La Argentina», siendo ésta tan sólo la primera de varias colaboraciones con la popular artista sobre los escenarios.

Lo cierto es que de ese espíritu inquieto que lo llevó a explorar dentro y fuera del arte, quedan, sobre todo, dos grandes series pictóricas que reflejan su adscripción a la estética del simbolismo modernista: el «Poema del Mar» y el «Poema de la Tierra», este último inacabado, como parte de un ambicioso proyecto que Néstor llamó el «Poema de los Elementos» , un tributo a la naturaleza canaria, residiendo ya en su tierra, pero que una temprana muerte a los 51 años dejó inacabado, pues el «Poema del Aire» y el «Poema del Fuego», que pensaba realizar como complemento de su gran obra, quedaron sólo en bocetos. Néstor Martín-Fernández de la Torre fue el primer artista canario que se atrevió a realizar decoraciones murales, como la del Teatro Pérez Galdós, por lo que parece pues que, 75 años más tarde, un gran espacio como el Acuario «Poema del Mar» le estaba aguardando, «como el eco de cien ecos remotos...», que diría Tomás Morales.

Néstor Martín-Fernández de la Torre, maestro del simbolismo

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