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viviendo en san Borondón

Normativa de permanencia en la Ulpgc

El alumnado repite consignas políticas y aquello que los mitineros asamblearios les dicen que dicen los textos, pero sin comprobar cómo burdamente les mienten

José Fco Fernández Belda

Tal como ya se comentó en una columna anterior , el comunicado de los que se llaman y se consideran tristemente a sí mismos “Estudiantes Pre-parados”, convocaba a los alumnos de enseñanzas medias y universitarias —de momento, los de la educación primaria no— a una huelga en toda Canarias los días 5, 6 y 7 de febrero.

Lo hacen, dicen, para protestar básicamente contra el PP por la situación a la que ha llevado a Canarias y a España. Visto lo visto con los que hasta ayer gobernaron, pero que parece que no lo hicieron, no es descartable que dirigentes del PSOE y CC, sobre todo los de sus juventudes, se unan a esos actos y festejos varios.

A estos jóvenes les preocupa mucho ahora cosas como la cesta de la compra, la reforma laboral, los servicios públicos y la “enseñanza de mercado y sus imposiciones fascistas”. Como el comunicado tiene todo el aspecto de ser un corta y pega de eslóganes inconexos, es de suponer que estos chicos aspiran a ser funcionarios y no a incorporarse al mercado de trabajo en la economía productiva. Además tildan a los políticos de fascistas, pues a su entender es a lo que aspiran ser los parlamentarios con sus imposiciones en el Congreso.

Sería muy conveniente analizar con más detalle al menos uno de los puntos de su protesta: la normativa de progreso y permanencia impuesta por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (Ulpgc). Tal vez sea por casualidad, si es que tal cosa fuera posible en estos panfletos, pero en el comunicado remitido omiten la palabra “progreso” y sólo dejan la de permanencia.

Entienden que progresar es “ tumbar al Partido Popular, las políticas neoliberales del gobierno español y europeo, y la construcción de un mundo donde primen las personas por encima de los intereses mercantilistas, donde la educación sea un derecho y no una mercancía más, susceptible de ser comprada y vendida”.

Alguien debería explicarles, si es que se dejan explicar, que el liberalismo es una doctrina política que sitúa al individuo por encima de los colectivos , donde las libertades individuales priman sobre los dictados del comité central del partido, más atento a sus privilegios que al progreso de la sociedad, que han de financiarles, expoliando con impuestos excesivos a los que producen y se ganan el pan con el sudor de su frente. El actor francés Gérard Depardieu, que tomó la nacionalidad rusa después de decidir abandonar Francia por motivos fiscales, podría explicárselos vestido como Óbelix y en formato cómic, tebeo o cuento decíamos antes.

La universidad pública, además de mantener la calidad docente e investigadora que la justifica, debe procurar el acceso a la enseñanza superior al mayor número posible de estudiantes, con independencia de sus condicionantes sociales o personales, de acuerdo con criterios de equidad y excelencia. Eso dice el prólogo de la normativa, que tras definir ese derecho a la educación, también define como obligación básica “la necesidad de exigir a los estudiantes un compromiso social y una dedicación acorde con los medios que se les ofrece y un razonable rendimiento académico a lo largo de su estancia en la Universidad”. En suma, un toma y daca , la sociedad hace el esfuerzo económico y los estudiantes estudian como sería razonable.

Cuando se lee el articulado de la normativa, a los que en su día fueron universitarios, no deja de producirles estupor que unas exigencias tan mínimas, sean consideradas excesivas por estos “Pre-parados”. Por concretar con un ejemplo, el primer curso de Ingeniería Química tiene 10 asignaturas semestrales de 6 créditos cada una. Los estudiantes que se matriculen por primera vez deberán superar un mínimo de 18 créditos. Es decir, un 30% del total . ¿Es ético exigir tan poco y dilapidar recursos públicos para que siga en la universidad quien no está dispuesto a corresponder con su esfuerzo al inmenso sacrificio fiscal y social que se hace con él?

Es mi firme opinión, basada en más de cuarenta años inmerso en el mundo universitario, que se podrían contar con los dedos de una mano los “Pre-parados” que se han leído esos textos que combaten. El alumnado repite consignas políticas y aquello que los mitineros asamblearios les dicen que dicen los textos , pero sin comprobar cómo burdamente les mienten.

Intentar averiguar por sí mismos la verdad debería ser técnica básica y elemental en estudiantes serios. Si actuaran como los universitarios preparados que dicen ser, deberían buscar, leer y comparar las fuentes originales de lo que les cuentan. Y si además, parafraseando aquel genial eslogan publicitario, encuentran algo más consistente, sería su obligación como ciudadanos formados hacer la crítica científica , analizar inconsistencias y proponer alternativas. Lo contrario es pura demagogia revolucionaria de salón, charanga y manifa.

Y en estas cuestiones de la educación, que afectan esencialmente al futuro de la sociedad, me niego a ser políticamente correcto e intentar pastelear al estilo “politiqués” para evitar la algarada callejera. Tal vez mi intransigencia sea porque no queda ya más tiempo que perder en simplicidades, mis nietos crecen rápidamente y yo ya soy mayor, muy mayor...

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