sociedad
La crisis dispara el número de aragoneses que renuncian a una herencia
El año pasado se produjeron en Aragón 635 renuncias, un 75% más que en 2007
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La crisis ha disparado el número de aragoneses que se ven obligados a renunciar a una herencia por no poder hacer frente a ella, en muchos casos por algo tan elemental como no disponer de liquidez suficiente como para responder al Impuesto de Sucesiones. Un gravamen que se incrementa sustancialmente cuanto menor es el grado de parentesco de quien recibe la herencia.
Los regímenes tributarios del Impuesto de Sucesiones varían de unas comunidades a otras, porque está en manos de cada comunidad autónoma. En el caso de Aragón, este impuesto incluye ciertas bonificaciones, pero se van estrechando conforme se aleja el parentesco: si es un hijo menor de 21 años, la bonificación es mayor; si es un sobrino, mucho menos; si el que hereda es un primo, por ejemplo, no tiene reducción alguna en el impuesto.
A veces, las renuncias se realizan por beneficiar a otro pariente (por ejemplo, para que pasen a un hijo del heredero); en otras, por el escaso valor de la herencia; pero otras veces, y aquí es donde la crisis ha hecho disparar los casos de renuncia, es porque pese a que el legado sea de valor, el heredero no puede hacer frente al pago del impuesto, que además hay que abonar en un plazo de seis meses. Se puede pedir una prórroga, de un máximo de seis meses más, pero en ese caso hay que pagarle intereses a la Administración.
El caso es que en 2007 en Aragón se produjeron 363 renuncias a herencias, pero el año pasado la cifra se elevó a 635. Casi el doble, un 75% más en cinco años, según los datos del Consejo General del Notariado.
El problema suele surgir cuando, como es el caso del momento acutal, se recibe una herencia que tiene patrimonio, pero poco dinero líquido. Por ejemplo, alguien que deja varios pisos, pero poco dinero a la vista. Si quien la recibe no tiene dinero para satisfacer el impuesto, le queda la opción de pedir un crédito y tratar de compensarlo luego vendiendo alguna de las propiedades recibidas en herencia, pero corren malos tiempos para vender inmuebles con rapidez. Y, además, quizás si lo hace acabe vendiendo el inmueble incluso por menos del valor que se le puso a la hora de heredar y por el que tuvo que tributar.
Si se renuncia a una herencia, se abre la posibilidad de que otros parientes puedan ejercitar su derecho a hacerse con ella. Pero, en muchos casos, las renuncias acaban quedando vacantes y, al final, la herencia termina en manos de la Administración, en este caso de cada comunidad autónoma.
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