opinión | la matraca
Memoria de un genocidio
Un libro del periodista Xavier Moret relata la barbarie contra el pueblo armenio, «el primer genocidio del siglo XX»
Dentro de las escasas actividades programadas por Casa Mediterráneo, el pasado jueves tuvo lugar la presentación del libro de viajes «La memoria del Ararat». La obra del periodista Xavier Moret aborda la realidad de un pequeño país como Armenia, que cuenta con poco más de tres millones de habitantes a día de hoy, mientras que hasta un total de diez millones más componen la diáspora.
La obra de Moret alcanza relevancia y actualidad al indagar en el horror de un pueblo marcado por «el primer genocidio del siglo XX», tal y como lo definió el Papa Francisco este pasado domingo en una ceremonia solemne, conmemorativa del centenario de la masacre, celebrada en la basílica de San Pedro. La barbarie contra los armenios fue cometida por Turquía en el marco de la I Guerra Mundial y segó la vida de más de un millón y medio de cristianos. En «La memoria del Ararat», monte mítico donde supuestamente encalló el arca de Noé, Moret relata las consecuencias actuales del exterminio masivo de armenios, de un trauma que ha ido pasando de generación en generación.
Las víctimas del régimen turco no difieren de las de otros grandes genocidios como los de Camboya, Burundi, Bosnia y Ruanda; o los perpetrados por el nazismo y el estalinismo. Sin duda, el común denominador de todas estas matanzas selectivas fue la eliminación del diferente por cuestión de raza, pensamiento o religión. A pesar de ello, la comunidad internacional nunca prestó especial atención a este hecho que laminó al pueblo armenio. Pese a las críticas que han suscitado en Turquía las declaraciones del máximo pontífice, el Papa Francisco ha rescatado del olvido este horror al afirmar en el transcurso de la ceremonia vaticana que “negar el mal es como dejar que una herida continúe sangrando sin sanarla”.
Hoy día, las huestes del Estado Islámico, que dominan buena parte de Irak y Siria, están consumando un nuevo genocidio contra creyentes cristianos, mientras Europa observa alucinada, pero impotente. Ya dijo Cicerón que «el hombre no tiene enemigo peor que él mismo». Así nos va.
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