EL RECUADRO
Elogio de Bertín
Con tanta presuntuosa tertulia hemos perdido la conversación, que es mucho más importante: la charlita simpática
Con tanta presuntuosa tertulia hemos perdido la conversación, que es mucho más importante: la charlita simpática
Con tanta presuntuosa tertulia hemos perdido la conversación, que es mucho más importante: la charlita simpática
CELEBRÁBASE en la plaza de toros de Sevilla cierto lejano domingo una novillada con un cartel compuesto por el menor de los venezolanos hermanos Girón, Efraín; por el granadino Torcu Varón y por el colmenareño Agapito García «Serranito». Los tres novilleros quedaron sólo un poquito mejor que Cagancho en Almagro. Pero muy poco. Al día siguiente, el revistero Fernando López Grosso, que en «La Hoja del Lunes» y según costumbre de los críticos taurinos de la época firmaba con pseudónimo como «El Chico del Baratillo», comenzaba así su crónica: «Si ya es difícil ser torero llamándose José, como Gallito, o Juan, como Belmonte, excuso decirles a ustedes si el nombre es Efraín, Torcuato o Agapito».
Pues algo así le pasó cuando empezaba a un cantante jerezano que ha roto en personal, intransferible, naturalísimo y triunfal presentador de TV y entrevistador en el programa «En la tuya o en la mía». Título que traduzco: «Aleluya, aleluya, el que la coja es suya, que la audiencia en el prime time es más difícil de conquistar que la cima del Iwo Jima donde los americanos plantaron su bandera cuando los japoneses aún no se dedicaban a fabricar Toyotas». Si ya es difícil triunfar de cantante llamándose Julio, como Iglesias; o Alejandro, como Sanz; o David, como Bisbal; o Pablo, como Alborán, excuso decirles a ustedes si el nombre del que acaba de grabar su primer disco es Norberto Ortiz. Afirmativo: como las magdalenas. Por eso el muy inteligente y arrrolladoramente simpático cantante jerezano, el hijo mayor y único varón del VIII conde de Donadío, que se llamaba (y se llama) Norberto Ortiz Osborne, tuvo el acierto de ponerse como nombre artístico «Bertín Osborne». Así, sí: así sí ha podido llegar al Iwo Jima del triunfo. Ruperto en todo caso hubiera tenido cierto éxito en TV si le hubieran aplicado la Ley de Igualdad de Género a la calabaza con sombrero y bastón de Fred Asteire del «Un, dos, tres... responda otra vez»: La Ruperta de Kiko Ledgard y El Ruperto de Jerez que quiere ser cantante.
CELEBRÁBASE en la plaza de toros de Sevilla cierto lejano domingo una novillada con un cartel compuesto por el menor de los venezolanos hermanos Girón, Efraín; por el granadino Torcu Varón y por el colmenareño Agapito García «Serranito». Los tres novilleros quedaron sólo un poquito mejor que Cagancho en Almagro. Pero muy poco. Al día siguiente, el revistero Fernando López Grosso, que en «La Hoja del Lunes» y según costumbre de los críticos taurinos de la época firmaba con pseudónimo como «El Chico del Baratillo», comenzaba así su crónica: «Si ya es difícil ser torero llamándose José, como Gallito, o Juan, como Belmonte, excuso decirles a ustedes si el nombre es Efraín, Torcuato o Agapito».
Pues algo así le pasó cuando empezaba a un cantante jerezano que ha roto en personal, intransferible, naturalísimo y triunfal presentador de TV y entrevistador en el programa «En la tuya o en la mía». Título que traduzco: «Aleluya, aleluya, el que la coja es suya, que la audiencia en el prime time es más difícil de conquistar que la cima del Iwo Jima donde los americanos plantaron su bandera cuando los japoneses aún no se dedicaban a fabricar Toyotas». Si ya es difícil triunfar de cantante llamándose Julio, como Iglesias; o Alejandro, como Sanz; o David, como Bisbal; o Pablo, como Alborán, excuso decirles a ustedes si el nombre del que acaba de grabar su primer disco es Norberto Ortiz. Afirmativo: como las magdalenas. Por eso el muy inteligente y arrrolladoramente simpático cantante jerezano, el hijo mayor y único varón del VIII conde de Donadío, que se llamaba (y se llama) Norberto Ortiz Osborne, tuvo el acierto de ponerse como nombre artístico «Bertín Osborne». Así, sí: así sí ha podido llegar al Iwo Jima del triunfo. Ruperto en todo caso hubiera tenido cierto éxito en TV si le hubieran aplicado la Ley de Igualdad de Género a la calabaza con sombrero y bastón de Fred Asteire del «Un, dos, tres... responda otra vez»: La Ruperta de Kiko Ledgard y El Ruperto de Jerez que quiere ser cantante.
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