Voces desde el Congo: «Había cadáveres por encima del muro del aeropuerto de Goma»
Tras una semana de violencia que ha dejado entre 2.000 y 5.000 muertos en la frontera con Ruanda, la guerrilla del M-23 declara el alto el fuego. Así lo han vivido estos cooperantes, misioneros y personal de la ONU
Los rebeldes del M23, apoyados por Ruanda, declaran un alto el fuego en la República Democrática del Congo
El último estallido de violencia en la República Democrática del Congo ha resucitado los espíritus del genocidio en la vecina Ruanda hace tres décadas y ha vuelto a revelar que la vida vale muy poco en África. Todo ello pese a sus riquísimos recursos ... naturales, aunque sería más apropiado decir debido a ellos. A la lucha por valiosos minerales como el coltán y el cobalto, claves para los móviles, ordenadores y baterías de coches eléctricos, se suman los odios ancestrales entre tribus y los intereses de potencias extranjeras. La semana pasada, esta bomba de relojería explotó otra vez en la ciudad congoleña de Goma, fronteriza con Ruanda, cuando fue tomada por la guerrilla M-23, apoyada por ese último país. Tras una semana que ha dejado entre 2.000 y 5.000 muertos, según los cálculos del Gobierno congoleño y de fuentes sobre el terreno, el M-23 declaró este martes el alto el fuego. En Goma hay una docena de españoles, entre cooperantes, misioneros, personal de la ONU y algún empresario. Desde allí, y desde la capital del Congo, Kinshasa, nos envían sus testimonios junto a los de otros habitantes de esta convulsa región.
«Una bala perdida ha matado a un colega»
Natalia Torrent
Médicos Sin Fronteras en Goma
Llevo desde noviembre en Goma, donde soy jefa de proyectos de Médicos Sin Fronteras (MSF), que tiene presencia aquí desde hace casi treinta años. Congo es un país que lleva en conflicto desde hace tres años por la guerra y el genocidio en Ruanda. Lo que estamos viendo hoy empezó entre 2021 y 2022, cuando resurgió el grupo armado M-23, que ya se entendía que estaba apoyado por Ruanda. Empezó a ganar territorio en el norte de Kivu, desplazando a mucha población. Tras la toma de la cercana Sake el 23 de enero, nos refugiamos en nuestras casas, donde tenemos salas de seguridad para estar al abrigo del intercambio de fuego. Durante ese fin de semana, estuve preguntándome: ¿Tengo que salir, tengo que quedarme o qué tengo que hacer? La noche del domingo al lunes, del 26 al 27 de enero, las cosas ya empezaron a cambiar. Esa noche, como nuestra casa está al lado del lago, empezamos a oír mucho movimiento en el puerto, oíamos muchos motores de embarcaciones, pero no veíamos nada de luces. Luego deducimos que durante esa noche estuvieron saliendo todos los oficiales de las Fuerzas Armadas congolesas y las autoridades se iban hacia a una ciudad al sur del lago Kivu que se llama Bukavu.
Empezamos a oír muchos disparos cerca. Por la mañana, oímos bastantes disparos de arma corta y detonaciones. Entendimos que estaban pasando muchas cosas fuera. Afortunadamente, desde la sala de seguridad tenemos cámaras y podíamos ver lo que estaba pasando alrededor de nuestra casa. Lo que entendimos es que muchas de las tropas que no pudieron subir a los barcos estaban intentando o huir o entregarse. Vimos a gente que se estaba despojando de uniformes militares cerca de nuestra calle y que intentaban esconder armas. Vimos bastante gente corriendo en nuestra calle. Hubo un momento en que 40 hombres que pertenecen a esta coalición de grupos armados que apoyan a las fuerzas armadas congoleñas quisieron entrar en nuestro edificio, pero se fueron. El lunes fue un día bastante crítico, la verdad. Por la tarde, las cosas se calmaron. Salimos y pudimos comprobar cómo estaban las cosas alrededor. En ese momento, empezamos a tener ciertas informaciones. Porque, claro, hasta entonces no sabíamos quién estaba controlando la ciudad ni cuál era la situación de seguridad.
El martes, 28 de enero, los equipos en el hospital recibieron más de 140 pacientes en triaje. Evidentemente no pudimos admitirlos a todos. Y el hospital de la Cruz Roja estaba casi colapsado. El martes por la tarde empezamos a oír que algunas zonas no estaban todavía totalmente controladas por el M-23 y se estaban produciendo saqueos y pillajes en los almacenes de varias organizaciones humanitarias. El miércoles, 29 de enero, la Cruz Roja empezó las primeras operaciones, que fueron básicamente la recogida de cuerpos en toda la ciudad, ya que el lunes había sido un día de mucha violencia y había muchísimos muertos. De hecho, nos pidieron sacos mortuorios.
El jueves, 30 de enero, es el día que por fin pudimos salir de la casa de MSF. Cuando salimos, lo primero que vimos, tanto en nuestra calle como llegando a la oficina, eran montañas de uniformes de gente que se había despojado de sus uniformes militares, cascos, mochilas, botas... de todo. Muchas armas han sido recogidas por la ONU, pero nos preocupa que también las han cogido niños de la calle. Hay muchas armas alrededor.
El jueves, 30 de enero, también vivimos un momento realmente bonito, porque pudimos reunirnos con el resto del equipo. Pudimos abrazar a gente con la que habíamos estado hablando todos estos días por teléfono. Veías en los ojos el cansancio de todo el mundo, el estrés. Fue muy bonito, pero a la vez muy triste, porque supimos que un compañero nuestro del equipo de emergencias había fallecido por una bala perdida. También una bala perdida mató al hijo de otro compañero del equipo de logística. Tenía 14 años. Ahora, el siguiente paso es ir más allá de las necesidades de urgencia. Por ejemplo, una de las cosas que nos preocupa, sabiendo que en Goma el cólera es endémico, es la situación de agua y saneamiento. Y luego nos gustaría poder ir a los campos de desplazados.
«Nos culpan de no luchar contra el M-23»
Sergio (seudónimo)
Personal de la misión de la ONU
La entrada del grupo rebelde M-23 nos ha puesto en alerta a los cerca de 14.000 efectivos que participamos en misión de paz de la ONU (Monusco). La semana pasada, pasamos cuatro días de duros enfrentamientos entre el M-23 y las fuerzas congoleñas cerca de nuestra base. Escuchamos detonaciones. Se calcula que los muertos en Goma son 5.000 (2.000 según el Gobierno del Congo). Había cadáveres por encima del muro del aeropuerto. Se estima que ya hay más de medio millón de desplazados de Kivu Norte y de toda la región por el conflicto. Ahora mismo, este conflicto tiene difícil arreglo porque está enquistado desde hace muchos años, pero hay muchas negociaciones diplomáticas para parar la guerra y llegar a un acuerdo entre las partes. La realidad es que hay una gran crisis humanitaria. No hay que olvidar que detrás de estos enfrentamientos hay motivos étnicos, ideológicos, económicos… La verdad es que no sabemos cómo va a reaccionar la población civil congoleña después de los ataques a las embajadas de Francia, Estados Unidos o Bélgica en Kinshasa. Ahora, el mayor problema que podemos tener es la reacción negativa de esta población. Nos echan la culpa de no haber luchado contra el M-23, cuando en realidad estamos en misión de paz. Nosotros no somos un grupo armado más.
«Los hospitales no dan abasto»
José Guillermo Ramírez
Misionero salesiano
Goma ha caído bajo el poder de la guerrilla del M-23. En la comuna de Karisimbi sigue habiendo enfrentamientos entre el M-23, las fuerzas armadas y los Wazalendo (fuerzas locales). Hay muertos y heridos, y los hospitales no dan abasto. Los altos rangos del Ejército han huido a la provincia hermana de Kivu Sur. En la ciudad no hay agua, no hay electricidad, no hay redes… Por lo tanto, las informaciones no son de mucha precisión. En las casas salesianas, los hermanos se encuentran bien, con las puertas cerradas y evitando el contacto con el exterior. Todavía hay jóvenes que están acogidos en nuestras misiones. En cuanto a los desplazados de guerra, que eran acogidos en nuestras casas, se han visto obligados a regresar a sus tierras de origen.
«Lo que ocurre no es diferente a Ucrania»
Padre Fidele Nkanza Buka
Director de orfanato
Todo el país está tocado por lo que está pasando en Goma. Lo que está ocurriendo hoy es porque vivimos desde hace más de treinta años una invasión por motivos económicos. No soy político pero, desde mi ámbito social y pastoral, veo que el Congo está sufriendo en parte esta invasión por sus minerales.
Los grupos con minas en la parte este no tienen armas. Si fuera una guerra civil entre nosotros los congoleños, lo haríamos con machetes y palos. ¿De dónde vienen las armas de última tecnología que se están usando para matar a millones de congoleños? Entre los que organizan el M-23 hay líderes congoleños, como el que fue presidente de la comisión electoral independiente de las elecciones de 2018, Corneille Nangaa. Pero en ese grupo hay un apoyo irrefutable de los soldados de Ruanda, como ha averiguado la Monusco.
Si es una cuestión entre congoleños, ¿por qué la presencia de los militares de Ruanda en Goma? ¿Cómo se puede justificar su presencia en el territorio congoleño? Lo que ha pasado desde hace treinta años, y hoy en Goma, no es diferente de la situación que vive Ucrania.
Y, como siempre, las consecuencias de la guerra se notan en todo el país. Hoy, el número de los niños huérfanos y abandonados está creciendo.
Además, en la provincia de Bandundu, territorio de Kwamouth, ha surgido una banda armada que se llama Mobondo. Huyendo de allí, una familia vino a Kinshasa, al barrio de mi orfanato, para refugiarse. Hace unas semanas, el padre volvió para recoger sus cosas. Lo mataron y ha dejado a su esposa embarazada y con un bebé de seis meses.
«Occidente apoya a Ruanda por el coltán»
Plotin Yambenga
Locutor de radio
La invasión de Goma por las tropas ruandesas es consecuencia del complot de las multinacionales contra el Congo. El objetivo es crear una crisis en esta parte del país para facilitar el saqueo de minas estratégicas como el coltán. Cuando el presidente del Congo, Félix Tshisekedi, llegó al poder, se cerraron los canales ilegales utilizados por Ruanda para hacerse con los recursos minerales de nuestro país. La única manera de recuperar el control de estos recursos era hacer la guerra y provocar el desplazamiento de las poblaciones que viven en esta parte del país, algo que ya se ha producido.
Es evidente que hay potencias occidentales detrás de Ruanda y su presidente, Paul Kagame. Si no contara con el apoyo de estos países occidentales, no estaría interesado en la R.D. del Congo y ni siquiera tendría los medios para hacer la guerra durante más de seis meses. Si Occidente decide dejar de apoyar al régimen de Kigali, se restablecerá la paz en el este de nuestro país.
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