Las voces que los ayatolás quieren silenciar
Dos iraníes que viven la brutal represión de la Guardia Revolucionaria cuentan cómo fue su detención y sus vivencias durante los dos meses de protestas
![Cartel de protesta a favor de las marchas en Irán, tomada en Viena](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2022/11/17/iran-Rx0UrgkszTKA0D7Uucd4psL-1200x840@abc.jpg)
Hablar con iraníes que permanecen en el país no es una misión fácil. Los obstáculos son varios: los cortes continuos de internet, los arrestos indiscriminados, los secuestros y la violencia contra los manifestantes no lo hacen fácil, a lo que se suma el miedo ... a que la Guardia Revolucionaria tome represalias contra ellos.
Los tentáculos de los servicios secretos iraníes son largos, y tienen, o intentan tener, a todos los que ven como disidentes controlados hasta el último movimiento.
En algún resquicio de libertad, estos opositores logran contactar con amigos y familias que han huido de esta dictadura. Es el caso de Benhood, un joven iraní que desde hace meses vive y estudia en el Reino Unido y que mantiene el contacto con sus seres queridos en su país de origen. Personas como Benhood actúan de intermediarios y es a través de ellos cómo se conocen algunas historias. Por ejemplo, la de Mashi, que permaneció más de veinte días encarcelada en un minúsculo cuarto en una cárcel de Teherán. O la de Mahmood, al que secuestraron mientras estaba en su casa con su familia y torturaron en la cárcel de Evin.
Sentencia de muerte
Benhood no es un nombre real. Tampoco el de sus amigos Mashi o Mahmood. Cualquier detalle que se facilite de estas personas puede convertirse en su sentencia de muerte. En el país ya han dictado cinco.
«La mayor parte de mis amigos están en la cárcel. Son estudiantes que han sido muy activos en las protestas de las últimas semanas y se han convertido en el objetivo principal del régimen», apunta Benhood.
Durante más de veinte días, Mashi, una joven estudiante, estuvo encarcelada en una prisión de la capital iraní. «Es una mujer muy valiente», dice su amigo Benhood. Los servicios secretos conocían su punto débil: su claustrofobia, por lo que la utilizaron para torturarla psicológicamente. «La alimentaban, tenía luz en la celda, pero era minúscula, me cuenta su marido. Como sabían de su miedo a los espacios pequeños, la encerraron en una habitación enana». Mashi participó durante semanas en las protestas pidiendo el fin del régimen. Pero aún no sabe de qué se le acusa. «Solo le decían que estaba ahí por manipular a la gente para que protestara contra la Seguridad Nacional».
Después de más de dos semanas, Mashi fue liberada, tampoco sabiendo muy bien el motivo. Hace años, en las anteriores protestas de 2019, ya fue condenada a dos años de prisión, pero se le conmutó la pena. Mohamood no ha tenido la misma suerte. Permanece desde hace 19 días encarcelado en la famosa prisión de Evin, símbolo visible del Gobierno autoritario de la república islámica.
«Mohamood estaba en su casa con su mujer e hijos cuando un grupo de los servicios secretos entró y lo secuestró. Desde entonces solo ha podido hablar una vez con su familia», cuenta Benhood. Este joven iraní, también uno de los líderes del movimiento estudiantil del país, fue golpeado y torturado. Es lo habitual en la prisión de Evin, que está controlada por la Guardia Revolucionaria.
Sin una razón aparente, las autoridades iraníes detienen cada día a centenares de personas. Según Naciones Unidas, ya son más de 15.000 los encarcelados y varias organizaciones como Iran Human Rights, con sede en Oslo, cifran en más de 330 los muertos en las protestas. Entre ellos también hay niños, casi medio centenar. El último en ser abatido por las autoridades fue Kian Pirfalak, un niño de nueve años cuyo único error fue estar en el lugar equivocado en el momento menos indicado. Según publicó la BBC, el niño viajaba con su padre en un automóvil en la ciudad de Izeh, al suroeste del país, mientras tenía lugar una de las tantas protestas que está habiendo en el país, cuando las fuerzas de seguridad iraníes le descerrajaron varios disparos.
Sin embargo, aunque las cifras de detenidos, muertos y desaparecidos siguen día a día aumentando, los iraníes no se dan por vencidos.
Los líderes de las protestas
Las mujeres y los jóvenes son los que están liderando las protestas. El movimiento estudiantil ha sido y es muy importante para la oposición iraní. Ya en los años 70, los estudiantes se convirtieron en uno de los grupos más importantes que hacía frente al régimen de los ayatolás. Todos los gobiernos temían a los estudiantes. Han sido el estrato de la sociedad con una mente más abierta, algo que contradice a los líderes supremos de Irán que se rigen única y exclusivamente por la ley islámica. Por eso, cuando las protestas se retomaron a mediados de septiembre, fueron, junto a las mujeres y opositores políticos, el principal objetivo para la Guardia Revolucionaria.
El detonante del hartazgo de la sociedad iraní fue la muerte de la joven kurda Masha Amini bajo custodia de la Policía de la Moralidad. El delito que cometió fue no cubrir hasta el último mechón de su cabello con el hiyab.
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