Vidas de pesadilla para mujeres y niños en la R. D. del Congo
Más de un millón de mujeres corren riesgo de sufrir violencia sexual cada año en un país devastado por 30 años de guerra. El control de minerales como el cobalto o el coltán alimenta un conflicto que siembra muerte y estigmas entre sus habitantes
La R. D. del Congo reinstaura la pena de muerte como arma contra los grupos rebeldes
Salir de casa o de un campo de refugiados a por leña, agua o alimentos se convierte cada día en una pesadilla para miles de mujeres en el este de la República Democrática del Congo, una zona donde los grupos guerrilleros como el M- ... 23 (formado por exmilitares congoleños) actúan con impunidad desde hace años. El motivo de este conflicto es el control de minerales como el cobalto o coltán que luego se venden al resto del mundo.
Desde marzo de 2022, el recrudecimiento de los enfrentamientos armados en la provincia de Kivu del Norte (provincia fronteriza con Ruanda que comprende las ciudades de Goma, Butembo y Beni), vinculado al resurgimiento del movimiento M-23, ha obligado a más de un millón de personas a abandonar sus hogares y ha provocado un desastre humanitario en una provincia ya devastada tras más de 30 años de enfrentamientos armados, conflictos y desplazamientos masivos.
«La situación es extremadamente preocupante», afirma el coordinador del proyecto de Médicos Sin Fronteras (MSF) en el este de Congo, Çaglar Tahiroglu. «El hospital está desbordado, con miles de personas hacinadas en su interior, tratando de protegerse de los combates. Junto al Ministerio de Salud, estamos haciendo todo lo posible para brindar atención, pero no tenemos material suficiente y hay una falta acuciante de alimentos», explica.
Arma de guerra
Una de las grandes lacras de esta guerra interminable es el uso de la violencia sexual contra mujeres y niños como arma de guerra. Los testimonios recogidos por ONG sobre el terreno son desgarradores, mientras la comunidad internacional parece mirar para otro lado. Se calcula que en Congo más de un millón de mujeres corren riesgo de sufrir violencia sexual cada año. En diciembre de 2023 se documentaron 2.299 violaciones y abusos de los derechos humanos solo en la provincia de Kivu Norte.
Como recoge el documental 'Las que sobrevivimos' (de Itxaso Díaz para Farmamundi), donde seis mujeres congoleñas (Rafiki, Elyseen, Diana, Cecile, Jeanine y Matesera) cuentan su testimonio tras haber sufrido actos de violencia sexual, es realmente complicado para ellas sobreponerse a los estigmas físicos, familiares y emocionales ocasionados por las violaciones. Muchas acaban buscando refugio en países vecinos como Kenia y Uganda.
Mientras tanto, el prestigioso médico ginecólogo y activista congoleño Denis Mukwege (Bukavu, 1955) trata de ayudar a estas mujeres desde el Hospital Panzi que él mismo fundó en 1999 en su ciudad natal. Mukwege –que se presentó el año pasado a las elecciones a la presidencia del Gobierno– es posiblemente uno de los mayores expertos a nivel mundial en la forma de reparar el daño físico causado por la violación en grupo.
Es conocido como el Doctor Milagro. Ha tratado a miles de mujeres desde la guerra de 1998 en la R. D. del Congo, algunas de ellas más de una vez, y realizado hasta un máximo de 10 cirugías al día, durante sus 18 horas diarias de trabajo. Se ha descrito cómo sus pacientes llegan al hospital, a veces desnudas, y por lo general con sangrado y pérdida de orina y heces. Se estima que ha podido atender a más de 40.000 mujeres víctimas de violaciones y de mutilaciones. En 2018 Mukwege fue galardonado con el Nobel de la Paz junto con Nadia Murad «por sus esfuerzos para erradicar la violencia sexual como arma en guerras y conflictos armados».
En su discurso sobre la violencia sexual en Congo ante el Parlamento Europeo en 2014, este médico –que ha sufrido persecución en su propio país por hacer estas denuncias– afirma que «en Congo el cuerpo de las mujeres se utiliza como campo de batalla y se recurre a la violación como arma de guerra. Cientos de miles de mujeres han sido violadas. Nuestro país está enfermo pero con al ayuda de nuestros amigos de todo el mundo podemos sanarlo. Y vamos a sanarlo».
Agresiones sistemáticas
En una entrevista con Euronews en 2020, Denis Mukwege relataba que «cientos de mujeres fueron violadas en una sola noche, eran agresiones sistemáticas. También hemos visto a muchos niños, bebés, ancianos, incluso hombres que han sido violados».
«Para nosotros, acabar con esta violencia sería la culminación de nuestro trabajo, ya que aspiramos a que algún día las mujeres congoleñas puedan ir al campo, a buscar agua o leña y volver sin miedo a ser violadas», añade.
Nicole Bora, enfermera de Cimak (clínica internacional en Kivu), comenta que «la violación de mujeres es un acto inhumano. No sólo se las viola sexualmente, sino también moralmente. Psicológicamente, no es fácil».
Como denuncian Acnur, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y Unicef, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, niños y niñas son cada vez más vulnerables al reclutamiento por parte de grupos armados, con más de 450 casos verificados en solo tres meses.
Desde junio de 2023, Unicef ha llegado a casi 700.000 personas con asistencia vital, incluyendo agua potable y saneamiento, protección infantil, artículos no alimentarios, salud, nutrición y educación.
Nicole Ndongala, defensora de los derechos humanos de origen congoleño, comenta que «los rebeldes ya están a unos 20 kilómetros de Goma en la ciudad de Sake, una zona agrícola, estratégica y muy transitada. Ruanda ha cerrado sus fronteras con Burundi, lo que ha provocado que para ir allí miles de familias tengan que pasar por rutas militarizadas donde se topan con les 'coupeurs des routes' (cortadores de caminos), personas muy salvajes que violan, roban, asesinan y mutilan a las mujeres como si se tratara de animales».
Una justicia más cercana
«Instamos a los líderes mundiales y a todas las partes involucradas en el conflicto a buscar vías de diálogo y negociación, y a respetar los derechos humanos de todos los ciudadanos del Congo. No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras el sufrimiento y la violencia continúan», agrega.
Yvette Mushigo, abogada y activista congoleña y coordinadora de Sinergia de Mujeres por la Paz y Reconciliación (SPR) en Goma, explica que las formas de reducir y erradicar la violencia contra las mujeres es «acercar la justicia a la gente, añadiendo más tribunales (la gente no debería tener que viajar cientos de kilómetros o días para llegar a ellos), desalentar los acuerdos extrajudiciales en las comunidades por miedo a acudir a los tribunales y aplicar la reciente ley de septiembre de 2023 por la que se modifica el Código Penal congoleño y se castiga la violencia de género, que establece que estas víctimas están exentas del pago de tasas judiciales».
Mushigo considera que «las mujeres y las niñas deben interiorizar la necesidad de denunciar las diversas formas de violencia y no escudarse en normas que prohíben exponer lo que una mujer ha sufrido en su vida sexual por miedo a ser repudiada por su marido o a no encontrar marido. A las familias les preocupa más el qué dirán, temen las sanciones sociales».
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