Ursula von der Leyen, una superviviente con grandes retos
No ha ocultado nunca su deseo de repetir mandato. Y como todos los que le han precedido, ha gestionado los últimos años de la legislatura mirando de reojo a los gobiernos cuyo apoyo ha de resultar crucial para sus propósitos
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Ursula von der Leyen no ha ocultado nunca su deseo de repetir mandato. Y como todos los que le han precedido en esta posición, ha gestionado los últimos años de la legislatura mirando de reojo a los gobiernos cuyo apoyo ha de resultar crucial ... para sus propósitos. Eso explica que haya perdido simpatías entre aquellos de los que tiene garantizado el respaldo porque los gestos hacia socialistas y liberales no son siempre bien apreciados por todos los gobiernos del Partido Popular Europeo. De hecho, para estos últimos ha llegado a ser desagradable tener que aceptarla como candidata del partido en las elecciones europeas, cuando estaban abiertamente en contra de elementos esenciales de su gestión, especialmente en lo que se refiere a la velocidad en la transición verde.
Sin embargo nadie le puede negar que ha gestionado con eficacia la Comisión Europea. Una institución que históricamente ha actuado siempre con desesperante lentitud se comportó con rapidez y firmeza durante la pandemia y logro evitar una batalla campal entre países a la hora de distribuir las vacunas. Queda pendiente el escándalo de sus intercambios de SMS con los laboratorios con los que se negoció el precio de los millones de dosis que luego serían distribuidas entre la población y que fueron borrados deliberadamente bajo el pretexto de que no tenían la condición de documentos para haberlos preservado. Una demanda ante el tribunal de Luxemburgo para reclamar su contenido sigue su trámite.
En esta segunda legislatura, si es finalmente confirmada por el Parlamento, Von der Leyen va a tener otro tipo de problemas más políticos. A los de su partido les ha prometido que moderará la energía con la que se aplica el Pacto Verde, que ha sido el centro de su primer mandato, pero los socialistas y liberales, cuyo apoyo necesita, quieren mantenerla, a pesar de que ellos han perdido apoyos y el PPE los ha ganado. Y tendrá que bregar con el hecho de que la derecha más radical no solo ha entrado en el Parlamento con más fuerza que los liberales, sino que en el Consejo estará representada, entre otros, por los gobiernos de varios países fundadores, empezando por Italia, cuando sus socios centristas y socialistas le exigen que no llegue a acuerdos con ellos. Después de las elecciones legislativas en Francia, la situación puede ser aún más peliaguda en este sentido.
Hasta ahora, pese a todo, la alemana ha sabido defenderse con inteligencia. La noche electoral ya lanzó el mensaje de que quería una coalición basada en las fuerzas moderadas y «lejos de los extremos de uno y otro lado», en clara alusión a los aliados de extrema izquierda radical de los socialistas, una manera de devolverles la pelota y abrir el camino hacia una gestión moderada de los asuntos más polémicos en materia medioambiental.
En todo caso, el pulso que ha mantenido durante los últimos años con el presidente del Consejo, el belga Charles Michel, y que se había transformado en una enemistad abierta, se ha resuelto claramente a su favor. Michel dejará el puesto sin siquiera una perspectiva lejana de continuar una carrera en política europea, y ella seguirá en la planta decimotercera del edificio Berlaymont, sede de la Comisión Europea, donde hace cinco años ya se hizo adaptar parte de su despacho como dormitorio, para no perder tiempo en los atascos por la mañana.
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