La ultraderecha de AfD se lanza a la campaña electoral por una Alemania fuera del euro

Alice Weidel promete, y aquí sí se aleja ya de lo demostrable con los datos, devolver Alemania «a la cabeza a nivel mundial». Su receta incluye «bajar los impuestos y los precios de la energía», reactivando para ello las centrales nucleares y de carbón desconectadas y reanudando la compra de gas natural de Rusia. El programa electoral que, junto con su candidatura, será ratificado en enero en Riesa, Sajonia, contiene también el «fin de la unión monetaria». El documento de 85 páginas, elaborado por la Comisión Federal de Programas de AfD, afirma que «Alemania debe abandonar el sistema del euro». AfD es consciente de que «la reintroducción de una moneda nacional estable no puede realizarse sin cargas transitorias». Sin embargo, estas serían en su opinión inferiores a los costes permanentes de permanecer en el sistema del euro. Los economistas que han leído este documento se llevan las manos a la cabeza.

«Alemania está tan entrelazada financiera y económicamente con los otros estados de la zona euro que un regreso al marco alemán traería un caos explosivo», dice la presidenta del Consejo de Expertos Económicos, Monika Schnitzer, quien considera que esta propuesta es «todo lo contrario de lo que Alemania y la Unión Monetaria Europea necesitan, especialmente en estos tiempos con las enormes convulsiones globales y geopolíticas».

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Rosalía Sánchez | Corresponsal en Berlín

El presidente del Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW), Marcel Fratzscher, también advierte de las consecuencias económicas de los planes de la AfD. «El resultado sería una desindustrialización masiva, desempleo masivo y la pérdida de prosperidad en toda la república», resume. Holger Schmieding, economista jefe de Berenberg Bank, subraya por su parte que el programa de AfD juega a favor de Rusia en particular. «Estos planes podrían haber sido escritos directamente por Vladímir Putin«, señala. A su juicio, »Alemania y Europa no podrían ya hacerle más daño porque una salida del euro y de la UE hundiría a la economía alemana en una profunda depresión«, asegura Schmieding, para quien »las consecuencias serían un alto desempleo, una explosión de los costos sociales y una mayor deuda nacional«. »Los riesgos financieros y económicos de tal salida son muy altos«, insiste, y alerta de que »los productos y servicios de nuestras empresas en el mercado mundial se encarecerían, lo que supondría una enorme carga para nuestra economía orientada a las exportaciones«.

La orientación hacia Moscú se deja entrever también en la parte del programa electoral dedicado a la política exterior. Alice Weidel, durante la presentación de su candidatura, rechazó de nuevo los envíos de armas a Ucrania y se escudó en que «somos el partido de la paz». «Si no quieren guerra en Alemania, voten a la AfD», manifestó sin mencionar los lazos de muchos de sus políticos con Moscú, que llevaron, sin ir más lejos, a retirar a su candidato principal en las pasadas elecciones europeas, en marzo, debido a la financiación rusa de su campaña.

Con la estrategia de pescar voto descontento aquí y allá, Weidel prometió también cargar contra la «violencia desbordada de los migrantes» y blindar las fronteras; deportar de forma inmediata a los «ilegales, criminales, violadores y asesinos» y suspender la concesión de ayudas sociales a los extranjeros. A pesar de ser abiertamente lesbiana y estar casada con una mujer, la cineasta de origen indio Sarah Bossard, Weidel lanzó en su presentación una diatriba contra las «chorradas de género» y exigió que el Estado «deje de inmiscuirse» en la vida privada a través de las políticas para el colectivo LGTB.

Esta es la principal baza con la que AfD se abre paso hacia las urnas, «decir una cosa por la mañana y otra por la noche», confiando en que «cada votante coja el mensaje que le guste y se quede con él», denuncia Justus Wender, editor de Política de 'Frankfurter Allgemeine Zeitung', quien pone en duda las verdaderas intenciones de AfD. «Esta ambigüedad no es una estratagema inventada por la AfD; Donald Trump lo hace de la misma manera y con éxito. ¿Realmente deportará a millones de personas en febrero, como se anunció? Nadie lo sabe. Probablemente ni siquiera él mismo«.

Según el último 'Politbarometer', si se celebrasen hoy elecciones generales, el bloque conservador de la Unión Cristianodemócrata (CDU) y la Unión Socialcristiana (CSU) bávara obtendría el 33% de apoyos. En segundo lugar se colocaría la AfD, con el 17 % y por delante de los socialdemócratas del canciller Olaf Scholz y Los Verdes. Pese a ello, AfD carece de momento de opciones reales de gobierno debido al cordón sanitario y a sus divergencias políticas con los conservadores, partidarios entre otras cosas de incrementar el apoyo militar a Ucrania.