El Trump de siempre regresa a los mítines tras su atentado: «¿Soy una amenaza a la democracia? Recibí un balazo por la democracia»
El candidato a la presidencia congregó a más de 12.000 personas y volvió a mostrarse carismático y energético ante sus fervientes seguidores
Revelan nuevos detalles del disparo que recibió Trump: le produjo una herida de 2 centímetros en la oreja

A las 6:12 de la tarde de este sábado en Grand Rapids (Michigan), Donald Trump volvía a estar subido al escenario de un mitin. Una semana antes, exactamente a esa hora, fue tiroteado en un mitin en Pensilvania, en un intento de asesinato del ... que salió casi ileso.
En Michigan, ante una multitud enfervorizada, demostró que lo único que le ha quitado ese balazo es un trozo de piel en la oreja derecha. El Trump que apareció ayer fue el de siempre: carismático, energético, cercano. Y con un discurso lleno de falsedades, exageraciones y ataques personales.
A la misma hora de los disparos, Trump hablaba este sábado de economía, de reciprocidad de aranceles, uno de los puntos fuertes de su mensaje. El discurso había empezado casi una hora antes y se alargaría casi otra hora más. Pero mucho antes de todo eso, desde el punto de la mañana, se habían empezado a formar colas para poder ver su reaparición en los mítines.
La fila se alargaba varias manzanas y Trump, el fenómeno político de nuestra era, llenó hasta la bandera un estadio deportivo con capacidad para 12.000 personas, más algunos miles más con asiento sobre la pista, cerca del escenario.
David Smith hizo cola desde las once de la mañana para ver a su candidato. «Con lo que pasó el pasado sábado, en el partido estamos más unidos»; aseguraba a este periódico mientras sonaban con estrépito las canciones previas a la llegada de Trump. «Estamos felices de que esté vivo, nos ha llenado de energía».
Esa unidad fue el tema central de la convención republicana celebrada en Milwaukee (Wisconsin) en la orilla contraria del lago Michigan. El partido y la campaña de Trump diseñaron el cónclave a la perfección para relanzar a Trump y tratar de acercarle hacia los electorados que necesita pero que le cuesta convencer, como los republicanos moderados y los votantes independientes.
En su discurso de cierre de la convención, Trump mostró dos caras. La unificadora y disciplinada con el guión marcado por su campaña y la agresiva e improvisada que le ha caracterizado desde que desembarcó en política en el verano de 2015.
En Michigan, uno de los estados más decisivos de la elección, de esos que podrían entregar la Casa Blanca a Trump o a su por ahora rival, Joe Biden, el candidato republicano mostró su versión de siempre. El Trump 'vintage', desatado.
«Esto ya parece un partido de Michigan», dijo Trump nada más llegar al micrófono, tras una ovación ensordecedora, en relación al popularísimo equipo de fútbol americano de la principal universidad del estado. La oreja dañada ya no llevaba el aparatoso vendaje blanco que ha lucido esta semana en la convención republicana, sino dos pequeños esparadrapos que los asistentes solo percibían si miraban a Trump por alguna de las pantallas gigantes.
En su discurso de Milwaukee, Trump relató con detalle el episodio de su intento de asesinato y prometió que no volvería a hacerlo por ser algo demasiado «doloroso». Pero no pudo evitar volver a referirse a él de forma constante e incluso permitirse chistes al respecto: «Le debo mi vida a la inmigración», dijo en un momento en el que hablaba de la entrada masiva de inmigrantes indocumentados, en referencia al momento en el que recibió el tiro, en el que se giró levemente para apuntar a un gráfico del asunto. «Voy a dormir esta noche con ese gráfico», bromeó.
«¿Me acusan de ser una amenaza a la democracia?», dijo en otro momento del discurso. «Me llevé un balazo por la democracia».
Además de su primer mitin desde el intento de asesinato, también era el primero con la compañía de J.D. Vance, el senador por Ohio al que ha elegido como candidato a la vicepresidencia. Vance teloneó a Trump con un discurso muy corto y con mucho énfasis en la economía.
El expresidente lo retomó después, con un mensaje centrado en el 'América primero' que le llevó al poder en 2016. «Ahora somos el partido del pueblo, el partido de la clase trabajadora», defendió antes de invitar a subir al escenario a Brian Pannebecker, un sindicalista crítico con los dirigentes de la Auto Workers Union, el poderoso sindicato de la automoción, cuyo líder ha respaldado a Biden.
«Pese a que nuestros dirigentes apoyan a Biden, los trabajadores estamos con Trump», aseguraba Pannebecker a ABC antes del mitin, desde las tripas del estadio. «Desde Ronald Reagan, el partido de los trabajadores en EE.UU. es el republciano. Los demócratas defienden a las elites ricas de Nueva York y de California».
En Michigan, el estado de la industria de la automoción por antonomasia, Trump prometió el resurgimiento del sector. Y, a todo el país, un tiempo de «optimismo» frente a la «destrucción» de los cuatro años de Biden.
Trump amagó con ir más allá de sus bases leales, en la línea con lo visto en la convención republicana durante la semana. El mejor ejemplo fue un nuevo intento de distanciarse de Proyecto 2025, una agenda política ideada por la Heritage Foundation, un 'think tank' derechista, que busca cambios estructurales en el Gobierno de EE.UU. con propuestas extremistas como la prohibición del aborto, algo impopular para la mayoría del electorado.
Trump dijo que no sabía mucho del Proyecto 2025, pero que es «realmente extremo» y que viene desde la «derecha dura».
Pero la versión moderada de Trump no fue mucho más allá. Insultó con acidez a Biden -»débil, patético», «tiene bajo coeficiente intelectual»-, del que dijo que ha hecho más daño a EE.UU. que los diez peores presidentes de la historia del país juntosl. Sobre la contienda electoral de noviembre, defendió que «la única manera que podemos perder es con jueces corruptos. Pero le daremos la vuelta, pase lo que pase».
«Lucha, lucha, lucha', coreaba la multitud desde las tribunas, el grito de guerra surgido del atentado, de las palabras que dijo en Pensilvania todavía en el escenario, con la cara ensangrentada y el puño en alto. Trump ha dejado claro que va a luchar y que lo hará a su manera.
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