Arranca la mano dura de Trump: redadas y adiós a la protección para 1,5 millones de inmigrantes
La decisión es un jarro de agua fría para las personas que han seguido los canales legales para establecerse en EE.UU.
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«Yo tengo mis papeles. No me meto en líos y lo único que me está costando es encontrar trabajo. Pero estoy tranquilo, yo estoy protegido». Marco, venido desde Venezuela el año pasado, contaba esta semana a este periódico que la alarma entre la comunidad ... inmigrante por la llegada de Donald Trump al poder no le preocupa. Él es uno de los cerca de 1,4 millones de inmigrantes que entraron de forma regular en EE.UU. durante el Gobierno de Joe Biden, gracias a diferentes programas federales. Algunos beneficiaron a cientos de miles de venezolanos como él. Ahora, la Administración Trump ha dado instrucciones para que esas personas que siguieron las normas para entrar en EE.UU. también puedan ser parte del programa de deportación masiva que busca ejecutar el nuevo presidente de EE.UU.
El jueves por la noche, pocas horas después de que este inmigrante venezolano contara su caso a ABC, el Departamento de Seguridad Nacional envió una directiva a la policía de inmigración y aduanas (ICE, en sus siglas en inglés; ‘la migra’, en el lenguaje de la calle) en la que da mano ancha a sus agentes para que impulsen la deportación de estos inmigrantes hasta ahora en situación regular.
Los programas afectados son las entradas a través de CBP One, una aplicación móvil a través de la cual los inmigrantes cursaban citas con las autoridades migratorias sin entrar en EE.UU.; y los programas de entrada condicional por motivos humanitarios que se estableció para algunos inmigrantes de Venezuela, Cuba, Nicaragua y Haití. Un programa similar se estableció para inmigrantes que huyeron de los conflictos de Ucrania y Afganistán, y podría estar afectado por la directiva.
La decisión es un jarro de agua fría para cientos de miles de inmigrantes que han seguido los canales legales para establecerse en EE.UU., a diferencia de los millones que han cruzado la frontera de manera ilegal o se han quedado más tiempo en el país del que permitían las razones de su visita. Ahora, como tantos otros, son vulnerables.
La directiva también da facilidades para que el ICE acelere los procesos de deportación, dentro de un aluvión de órdenes ejecutivas y de decisiones gubernamentales para mostrar una intención de mano dura con la inmigración casi desde el mismo momento en el que Trump juró su cargo en el Capitolio el pasado lunes.
Al mismo tiempo, la Casa Blanca ha publicitado con fuerza los primeros esfuerzos en el terreno para cumplir con la promesa electoral del «mayor programa de deportación de la historia de EE.UU.»
Vuelos de deportación
La jefa de prensa de Trump, Karoline Leavitt, publicó en la red social X imágenes con inmigrantes entrando en aviones militares para su deportación. «Los vuelos de deportación han comenzado», anunció. «El presidente Trump está enviando un mensaje fuerte y claro a todo el mundo: si entras de forma ilegal en EE.UU., te enfrentarás a consecuencias severas».
Los inmigrantes camino de la deportación aparecían en fila, con las manos esposadas y los pies atados por grilletes, en una imagen que recuerda a las operaciones de uno de los aliados de Trump en Centroamérica, Nayib Bukele, el presidente el El Salvador. Precisamente, en la víspera, Trump conversó con Bukele por teléfono, en una de sus primeras llamadas a líderes extranjeros. «Los dos líderes hablaron de trabajar juntos para parar la inmigración ilegal y responder con mano dura a las bandas transnacionales como Tren de Aragua», detalló, en referencia a la banda criminal con origen en Venezuela que ha ganado presencia en EE.UU., la Casa Blanca en su información sobre el contenido de la llamada.
Según informaron las autoridades de la Administración Trump a ‘The Washington Post’, se trataba de los dos primeros vuelos de deportación en su segundo mandato. El primero salió el jueves y el segundo en la madrugada del viernes, ambos con destino a Guatemala y con cerca de 80 inmigrantes guatemaltecos en cada uno.
Otro mensaje de la Administración Trump llegó desde las calles de varias ciudades de EE.UU. El jueves arrancaron las primeras redadas para arrestar y deportar inmigrantes indocumentados. Según detalló el propio ICE, sus agentes realizaron 538 arrestos aquel día.
El lugar de los arrestos también tiene su significado. Las autoridades se han centrado en personas con antecedentes criminales y en las llamadas ‘ciudades-santuario’, donde los gobiernos locales -controlados por demócratas- se han comprometido a no colaborar con los agentes de inmigración en la localización, detención, procesamiento y deportación de inmigrantes indocumentados. Son ciudades como Chicago, Boston, Denver, Filadelfia, Atlanta o Washington. O la propia Nueva York, aunque ahora su alcalde, Eric Adams da señales de cooperar más con la Administración Trump. Afectado por investigaciones de corrupción política, Adams se ha acercado al nuevo presidente en los últimos tiempos -le visitó en Mar-a-Lago, acudió a la investidura- y ahora da mensajes confusos sobre qué hacer con la mano dura migratoria del nuevo Gobierno: por un lado, ha tratado de tranquilizar a los inmigrantes indocumentados de Nueva York, y ha defendido que no deben tener miedo a la hora de llevar a sus hijos al colegio o ir al hospital; al mismo tiempo, su oficina ha dicho que va a «trabajar con la nueva Administración, no a estar en guerra con ella».
«Las ‘ciudades-santuario’ hacen este trabajo menos eficiente y más peligroso, pero eso no nos va a parar», proclamó el ‘zar de frontera’ de Trump, Tom Homan, en Fox News. «Estamos yendo a por todas las ‘ciudades-santuario’».
Pese a los mensajes e imágenes de las autoridades de Trump, esa línea de dureza todavía no se nota en los números. Los 538 arrestos de las primeras redadas están por debajo de los 675 que se registraron en un día cuando Trump comenzó su primer mandato en 2017, cuando también prometía la deportación de millones de inmigrantes.
Tanto los arrestos como los vuelos de los que alardean los altos cargos del nuevo presidente parecen más operaciones convencionales, como las que se producían cada día durante el anterior Gobierno, y no la representación de la mano dura de Trump y del comienzo de un programa de deportación masiva.
Trump cerró su primer mandato con muchas menos deportaciones que su antecesor, Barack Obama. El impacto inmediato de estas redadas y mensajes podría tener que ver no tanto con conseguir esa deportación masiva -apenas es un rasguño en los 11 millones de inmigrantes indocumentados en EE.UU.- sino con desincentivar la llegada masiva de inmigrantes. Justo lo contrario que hizo Joe Biden al llegar a la Casa Blanca en 2020, cuando prometió regularizaciones masivas.
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