El tren donde viajan los inocentes de la guerra de Putin
Por primera vez en un conflicto una organización humanitaria, Médicos sin Fronteras, utiliza la red ferroviaria que se mantiene sólida en Ucrania para desplazar desde primera línea del frente a heridos y civiles masacrados. Son ambulancias sobre raíles llenas de historias y también de miedo
Las autoridades ucranianas elevan a más de 200 los cuerpos encontrados en fosas comunes en Limán
![Cada paciente de esta ambulancia sobre raíles recibe asistencia especializada](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2022/10/08/tren-ambulancia-R9QzYFDz7bOWxBxPIo9JJ9N-1240x768@abc.jpeg)
«No hay piedad para los civiles». No es el título de ninguna película, aunque está claro que Raquel González, coordinadora de Médicos sin Fronteras (MSF) España, y las 600 personas de esta organización que operan en suelo ucraniano viven cada día metidos en ... un filme de terror.
Y a pesar de las muchas informaciones que salen de primera línea de combate -lamenta González- «no se está contando lo suficiente que la mayor parte de los heridos son civiles masacrados, bombardeados mientras huían, en sus propios hogares, se usa armamento pesado en áreas residenciales muy pobladas...». Repite: «Los ataques son indiscriminados. Se está cometiendo una violación gravísima del derecho internacional humanitario. No hay piedad con los civiles».
Hay 5 de las 27 divisiones de MSF del mundo con capacidad operativa en zona de guerra. España es una de ellas. La organización está salvando vidas ahora mismo en «los peores agujeros del planeta: Siria, Yemen...», describe la coordinadora. Pero en Ucrania, a diferencia de República Centroafricana o Sudán del Sur, donde las muertes y los heridos se cuentan por cientos, descubrieron dos buenos aliados: la red de ferrocarriles resistía con el estoicismo del batallón de Volodímir Zelenski y los cirujanos y enfermeros del sistema de salud no abandonaron sus puestos y se quedaron dentro de los hospitales como si fueran otros soldados más.
![Imagen - «El tren nunca parte si en el análisis que realizan las tres instituciones en cooperación hay riesgo. No somos héroes ni mártires, no podemos salir si no hay certeza de llegar al destino»](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2022/10/08/RaquelGonzalezMSF-U56402348178rjl-170x170@abc.jpg)
«El tren nunca parte si en el análisis que realizan las tres instituciones en cooperación hay riesgo. No somos héroes ni mártires, no podemos salir si no hay certeza de llegar al destino»
Raquel González
Coordinadora de MSF España
Querían salvar a los suyos, así que MSF les impartió una formación básica de la que no disponían para la cura de heridas de metralla y bombardeos. Transcurrido apenas el primer mes de guerra, el pasado 31 de marzo y por iniciativa de MSF Bélgica, la entidad médico-humanitaria lanzó sobre los raíles ucranianos el primer tren medicalizado que opera en un contexto de guerra. No era el primero empleado al servicio de la medicina. Había un precedente, en pandemia. En lo peor de la embestida del Covid-19, Francia había requerido este servicio de transporte para desplazar a enfermos minimizando el riesgo de contagio. En Ucrania la cosa es peor.
Antes de accionar la locomotora, Médicos sin Fronteras comprobó, en colaboración con los servicios nacionales de ferrocarril en Ucrania y su Ministerio de Salud, que el sistema se mantenía sólido, resistía a la lluvia de misiles rusos. Así que el tren echó a andar para desplazar a los primeros 56 pacientes de la zona este del país camino al oeste y el centro. «Nunca parte si en el análisis que realizan las tres instituciones en cooperación hay riesgo. No somos héroes ni mártires, no podemos salir si no hay certeza de llegar al destino», comenta González, que ha recogido esta semana el premio Mapfre al proyecto más innovador por su impacto social.
No es muy usual que una organización médica reciba una distinción de este tipo y se reivindique su capacidad de «innovar en guerra». Pero aquí la clave reside en lo revolucionario de aplicar medicina de emergencias en los convoyes y hacerlo valiéndose de un método nuevo, que ha devenido en un arma más a favor de la resistencia ucraniana.
Solo hay que comprobar sus cifras: 1.811 pacientes trasladados desde marzo hasta finales de septiembre y sanados («no se nos ha muerto nadie», admite González) en los 59 viajes completados desde el frente hasta zonas alejadas de la contienda. A ellos se suman 78 huérfanos evacuados de orfanatos y otros 200 enfermos con graves afecciones neurológicas y psicológicas como alzhéimer y párkinson a los que no aguardaba una salida halagüeña.
Lo clonó por otro con UCI
Cuando se estrenó este primer hospital ferroviario se destinó a trasladar a pacientes (y acompañantes) que requieren bajos niveles de atención médica hacia Leópolis, al occidente del conflicto para ingresarlos en diferentes hospitales mucho más descongestionados que los de las urbes del este, donde llegan a recibir a 650 personas en un día. Los heridos viajan con un estado de salud lo suficientemente fuerte como para aguantar todo el trayecto sin necesidad de grandes intervenciones: suelen presentar lesiones traumáticas en brazos o piernas, por ejemplo.
A ellos les asiste un equipo de 8-9 profesionales, entre los que se incluye personal médico, de enfermería y psicológico. Se les administran medicamentos como hemostáticos, antibióticos y analgésicos para el alivio del dolor, se realizan transfusiones y reemplazan los vendajes... Se podría decir que se les aplica una medicina de primera necesidad.
![Un paciente UCI encamado, con ventiladores y oxígeno](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2022/10/08/ambulacia-railes-U67633730587osK-624x350@abc.jpeg)
Pero tal fue el exitoso recorrido sanitario de este primer tren que el 24 de abril la organización ya lo había clonado; esta vez el salvavidas era para pacientes gravemente heridos, con enfermedades oncológicas y crónicas, infartos y otros problemas cardiovasculares. Este segundo convoy corre por los raíles del país de Zelenski con un equipo facultativo a bordo de quince personas y ocho vagones, uno de ellos una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) con capacidad para cinco pacientes, que aplica una asistencia más específica a los enfermos encamados.
Además va pertrechado con toda suerte de material imprescindible para la vida, incluido un ventilador con un caudal de oxígeno de 60 litros por minuto. Monitores, desfibriladores y bombas de perfusión.
Esta segunda ambulancia sobre raíles -con más de 200 metros de longitud- traslada a 26 pacientes en trayectos que se han prolongado desde 24 a 30 horas, hasta las 48 y 60 de ida y vuelta. «Hemos tenido mucha suerte hasta el momento, porque hemos llegado o justo después de un ataque o nos hemos ido justo antes», cuenta para ABC desde dentro del tren la doctora ucraniana Albina Zharkova.
Entre ellos hubo dos niños. Fue el resultado del doble bombardeo a la estación de tren de la ciudad. Decenas de personas sufrieron graves mutilaciones
Los viajes no han estado exentos de sobresaltos, algunos no han salido por el fuego cruzado. El personal a bordo recuerda bien el día de la matanza en Kramatorsk, donde llegaron, se detuvieron en la estación y socorrieron a decenas de heridos que habían saltado por los aires con las explosiones.
El relato de Zharkova sobrecoge. «Me preocupan los niños. En ese ataque en Kramatorsk muchos perdieron a sus padres, hermanos y ellos mismos estaban heridos de gravedad. Es muy triste verlo». El enfermero Denys Babity agregó: «Cuando daba de comer a nueve pacientes en el vagón, pedían dos platos. Estaban hambrientos, se les veían los huesos y las costillas. Parecía que llevaban mucho tiempo desnutridos».
Como explica el personal dentro de esta ambulancia de larga duración, la selección de los enfermos no la hace MSF. La desarrolla el Ministerio de Salud ucraniano para que, en desalojos que duran un máximo de 40 minutos, el paciente esté metido en el tren. Se criba a los heridos con un triaje de emergencias propio de escenarios de guerra.
Músculo logístico
La misión de MSF recaló también en el interior del convoy: adaptarlo al espacio de contienda bélica donde iba a circular. Ventanas revestidas con materiales protectores para soportar los morteros, el ancho de las puertas modificado para que entren las camillas, el suelo de los dos vagones de hospitalización, así como el de la UCI, forrado con linóleo, material que permite controlar las infecciones. Y un generador de gasolina instalado en el convoy, de más de dos toneladas de peso, para asegurar el flujo de electricidad constante todo el trayecto.
Es una labor de orfebrería médica y de músculo logístico para alcanzar la meta: salvar civiles. Lo son más del 40% de los evacuados. El 10% no tenían 18 años; el 30% eran mayores de 60. Raquel González y la doctora ucraniana vuelven al punto de partida: «Muchos no quieren ser evacuados, solo quieren seguir viviendo en sus casas. El invierno se acerca y están sin comida, con cortes de luz y gas, sin condiciones de higiene».
«Desgraciadamente en la zona oriental seguimos teniendo muchos ataques inesperados», corrobora Zharkova. Y a pesar de todo, el tren sigue siendo el transporte más seguro y continuará viajando desde Járkov, Lugansk, Donetsk y Mariúpol. «No tenemos previsión de que esto vaya a acabar pronto», ultima la coordinadora de MSF España.
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