Suiza, el país neutral en el que todos sus ciudadanos tienen plaza en un búnker
Una ley federal de 1963 garantiza a los residentes un lugar en un refugio en caso de emergencia o catástrofe
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Suiza está llena de búnkeres. La Ley Federal de 20 de diciembre de 2019 sobre Protección Civil y Defensa Civil garantiza que todo ciudadano que resida en el país tenga su plaza asegurada en un refugio al que pueda llegar a tiempo desde su casa en caso de emergencia o catástrofe.
Así lo establecen los artículos 60 y 61 de una normativa que se remonta a 1963 y que actualmente estipula que «en los municipios en los que el número de plazas protegidas sea insuficiente, el propietario que levante un edificio de viviendas deberá construir un albergue y equiparlo». En caso de no hacerlo, tendrá que pagar un impuesto.
Antes del estallido de la guerra de Ucrania en febrero de 2022, parte de la población se mostraba reticente a seguir con la construcción de búnkeres en el país, pero ante la amenaza rusa esto ha cambiado. Ahora no solo es que apoyen este programa, sino que quieren saber dónde se ubican o cuáles son las indicaciones que tienen que seguir para asegurar su buen mantenimiento y conservación.
«A mí me hace sentir segura saber que si algún día hiciera falta, todo el mundo tendrá un espacio en un búnker y no habrá que decidir quién puede o quién es más rápido. No sé cómo lo harían en otros países donde no hay sitio suficiente para todas las personas», opina Laura, una chica suiza que dispone de un refugio en el sótano de su nueva casa.
Junto con su marido, Javier, español de unos 30 años, viven muy cerca de una central nuclear, exactamente a 10 kilómetros, y disponen de un búnker de 12 metros cuadrados que ahora utilizan como trastero. Esto es algo muy común en el país. Como señala Cédric Vuilleumier, un ingeniero experto en estructuras de protección que trabajó durante casi ocho años en la Oficina Federal de Protección Civil de Suiza, la idea es que este tipo de construcciones se puedan usar como despensa, bodega o, incluso, como sala de ocio. «Construir un búnker es caro, pero en Suiza pensamos en poder transformar una habitación en un refugio. Esto reduce los costes».



El búnker tiene que contar con paredes reforzadas de hormigón armado, una o dos puertas blindadas, un sistema de ventilación y de filtrado del aire y una fuente de alimentación para la electricidad, así como disponer de comida, bebida e información del exterior para saber cuándo es posible salir.
Los refugios de hasta 50 plazas solo tienen una puerta blindada. A partir de 51 cuentan con dos, y el espacio entre ellas se utiliza como esclusa de descontaminación. «Ante la sospecha de ataque bioquímico, si cerramos las dos puertas y esperamos entre tres y cuatro minutos en el compartimento de entrada, tendremos aire puro y no contaminaremos el interior del búnker», expone el ingeniero. Tendrá que haber también una pequeña salida de emergencia para poder escapar al exterior en caso de que el acceso no esté operativo.

Refugio con esclusa de aire
Entrada de aire de salida de emergencia
Válvula de protección contra explosiones y filtro de aire
Puerta resistente a explosiones
Puertas blindadas
Literas
Unidad de ventilación
Filtro
de gas
Refugio
Cámara
de aire
Válvula de protección contra sobrepresión y explosión
Cabina con baño sin agua
Muro protector (suelo, paredes, techo)
Fuente: Oficina Federal de Protección Civil de Suiza / ABC

Refugio con esclusa de aire
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Entrada de aire de salida de emergencia
Puerta resistente a explosiones
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Puertas blindadas
Válvula de protección contra explosiones y filtro de aire
Unidad de ventilación
Filtro de gas
Cabina con baño sin agua
Muro protector (suelo, paredes, techo)
Válvula de protección contra sobrepresión y explosión
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Oficina Federal de Protección Civil de Suiza
ABC
Catástrofe nuclear
Cuando se mudaron, Javier y Laura se encontraron con un folleto informativo sobre cómo actuar en caso de catástrofe nuclear: escuchar la radio, seguir las instrucciones de las autoridades, avisar a los vecinos, no hacer llamadas o coger mantas y juguetes para los niños eran algunas de las indicaciones. Además, el Ayuntamiento les facilitó un cheque gratuito con el que recoger en la farmacia unas pastillas de yodo para ser usadas en caso de que sea necesario protegerse de la radiación.

Estas estructuras –explica Vuilleumier– están diseñadas para proteger a la población en caso de ataques militares con armas químicas o biológicas, bombardeos y radiación ionizante. «No es posible dar una protección completa a todo el mundo, pero sí que aumentan las posibilidades de sobrevivir», subraya. No se trata de un gran espacio, apenas corresponde a 1 metro cuadrado por persona, pero está preparado para poder permanecer dentro horas o incluso semanas. Durante la crisis de refugiados en Siria o Libia, los usaron.
En caso de emergencia, Marcos (nombre ficticio), un chico español residente en Suiza, apunta que la gente que se ha instruido en protección civil está entrenada para este tipo de situaciones. «Si pasa algo, ellos son los que dan soporte, llegan con camiones o autobuses para facilitar agua y comida o llevarte donde te corresponda y te indican qué tienes que hacer». En este sentido, opina que al tratarse de un país pequeño –cuenta con menos de nueve millones de habitantes– es más sencilla la gestión de cualquier catástrofe y «se resolvería de una forma rápida y efectiva».
Cada Ayuntamiento es el que decide y organiza dónde se ubicará a cada persona en caso de emergencia. «Yo no sé dónde se encuentra el refugio que me pertenece a mí y a mi familia, pero mi Gobierno municipal tiene que planificarlo e indicármelo», manifiesta Cédric Vuilleumier. Y pone el siguiente ejemplo: «Mi padre tiene un búnker en su casa con cinco plazas y vive solo, pero él no puede disponer a quién mete, sino que será el Gobierno local el que determinará qué vecinos van a su refugio. Ellos deciden por ti».
30 minutos andando
Si la situación se complicara, el Gobierno podría ordenar que la gente preparara su refugio en cinco días, aunque por supuesto esto no es siempre posible. En cualquier caso, está estipulado que no se debe tardar más de 30 minutos andando en llegar al albergue asignado, aunque la distancia suele ser todavía menor. Algunos cantones, como el de Thurgau (en el noreste de Suiza), tienen una web disponible donde aparece un mapa interactivo con todos los búnkeres que hay en la región. Si pinchas sobre alguno, puedes conocer en qué año se construyó y cuántas personas puede acoger.
Hay 360.000 refugios en este país que ofrecen más de nueve millones de plazas. Estos están diseñados para acoger a menos de 200 personas y se encuentran bajo un edificio. Pero no son los únicos. También hay alrededor de 5.000 búnkeres, con más de 200 plazas cada uno, que tienen la capacidad de cobijar a un millón de ciudadanos. Estos no siempre están bajo una construcción, sino que se pueden encontrar además en un parking público o en una bodega.
Por otra parte, hay 50.000 plazas en refugios destinados a la atención médica bajo hospitales o residencias de ancianos. Estos son un poco diferentes, ya que disponen de más espacio y ciertas comodidades para poder seguir trabajando dentro del búnker en caso de alguna emergencia.
Y todavía quedan unos 1.500 edificios de protección civil en el país. En esta categoría entrarían las instalaciones protegidas creadas para los puestos de comando (con salas de reuniones y comunicaciones) y unidades de rescate.
Por último, hay en torno a 320 refugios para preservar todo lo referido a archivos, obras de arte o propiedades culturales. Se encuentran en museos o edificios que albergan documentos de importancia nacional.
Impuesto en vez de construir
Cada sistema y equipamiento que se quiera instalar en un refugio tiene que ser aprobado por el laboratorio Spiez, perteneciente al Gobierno. En la web oficial de la Oficina Federal se pueden encontrar los documentos y las pautas técnicas necesarias para construir un búnker, ya sea público o privado. «Por ejemplo, según el número de plazas, deberá tener un número de habitaciones, baños o salidas de emergencia determinado», indica Vuilleumier.
El ingeniero explica que si se construye una nueva propiedad y no se quiere hacer un búnker, se puede pagar un impuesto: «Si levantas una casa para cinco personas, tendrás que abonar unos 800 euros por cada una». Solo se paga el impuesto si se decide edificar; si se alquila, por ejemplo, no. «Con estas tasas renovamos los refugios y les proporcionamos nuevos equipamientos», señala Vuilleumier.
No obstante, si se construye un edificio para más de 38 personas, el Cantón puede obligar al propietario a hacer un búnker si el municipio donde se encuentra no cuenta con plazas suficientes en los refugios existentes. «Pero si se trata de una casa, sí puedes elegir», aclara el experto suizo.
El uso y mantenimiento de los búnkeres es sencillo. A través de manuales y pequeños tutoriales que se pueden encontrar en la web del Gobierno o en Youtube, uno puede conocer cómo actuar en caso de emergencia o catástrofe, cómo usar el sistema de filtrado del aire o cómo tener preparado el refugio.
Al final, la neutralidad en la que lleva Suiza instalada más de 200 años está detrás de una ciudadanía preparada en el ámbito militar y de la protección civil ante la posibilidad de cualquier ataque, porque tal y como indica Vuilleumier: «Si quieres ser neutral, tienes que poder defenderte».
Servicio militar obligatorio
Antes del programa actual por el que se rige Suiza desde 1963 con la creación de la protección civil, este país ya había construido búnkeres, pero estos eran solo para el ejército. El primero se llevó a cabo entre las dos guerras mundiales, porque la población tenía miedo a un ataque con gas.
Tras las primeras ofensivas aéreas –por ejemplo, Guernica– se decidió proteger a los ciudadanos suizos de las bombas que pudieran caer del cielo, y para ello se publicaron las primeras directrices técnicas 'modernas' en 1937.
Y es que en Suiza, la cultura de la protección y la autodefensa es un precedente. Según la Ley Federal de las Fuerzas Armadas y de la Administración Militar, «todos los suizos (varones) están obligados a cumplir el servicio militar», algo que para las mujeres es voluntario.
Si eres suizo y no vas al ejército, tienes que instruirte en la protección civil, seguir el servicio civil (objetores de consciencia) o pagar el Impuesto de Exención de Servicio (TEO) del 3 por ciento (mínimo unos 400 euros) de la renta imponible como compensación, desde los 19 hasta los 37 años.
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