La subida del precio del kebab se cuela en la campaña electoral en Berlín
El potencial electoral de esta comida da para mucho. Genera unas ventas estimadas de 7.000 millones de euros anuales en Alemania y los políticos ya están lanzando medidas para reducir su precio
Alianza empresarial en Alemania para frenar el populismo político
![Un empleado prepara un sándwich de doener kebab en el restaurante Hasir en el distrito berlinés de Kreuzberg](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2024/05/10/doner-kebab-RjpjMLOGfETTm9QpeDPcq4O-1200x840@diario_abc.jpg)
La leyenda urbana atribuye su invención a un inmigrante turco, pero el Döner Kebab es un plato de tradición milenaria en Anatolia. Lo que sí es cierto es que si preguntas en la calle por el plato berlinés más típico, este bocadillo de ensalada ... y producto cárnico asado en parrilla vertical, aderezado con la más diversa lista de salsas y complementos, ha desbancado incluso a la tradicional Currywust de toda la vida. Si ahora retrocede su popularidad es a causa del precio.
Antes de la pandemia, comprabas fácilmente un Döner Kebab por 3 euros en el centro de Berlín, 2,50 euros para estudiantes. Hoy por menos de 8 no lo consigues. Y esta «Dönerflación» se ha colado en la campaña electoral. Ya el pasado mes de abril, el socialdemócrata de 26 años Frederic Augustin impactó muy efectivamente en los votantes más jóvenes al publicar en redes, desde la tienda de kebab Gel Doy, no lejos de la estación de metro Seestraße en Wedding, su propuesta de limitar el precio del Döner a 3 euros. Medio en broma, medio en serio, su idea pasó de teléfono en teléfono y cobró una gran simpatía. Había tocado una fibra sensible de los berlineses y había conectado directamente con los nuevos votantes.
En Berlin se vota desde los 16 años, la edad del estirón, unos votantes que tienden a comerse todo lo que encuentran a su paso y a los que el precio del Kebab llega sin duda al corazón y al estómago. «El kebab es la comida rápida más común en la capital. En los foros juveniles escuchamos que las preocupaciones importantes de la generación joven no son sólo la lucha contra el racismo, la paz o mejores salarios, sino también el precio del kebab», argumentó el candidato, «por un lado, la campaña electoral debería ser divertida, pero por otro lado también me gustaría conectar a la gente con la política europea, porque en comparación con la población mayor muy pocos jóvenes votan y mi campaña pretende cambiar eso».
Su propuesta llegó tan lejos que incluso el canciller Olaf Schozl, también socialdemócrata, se refirió a ella, aunque para rechazarla. Un joven turco se le había acercado en un acto de campaña y le había dicho: «pago 8 euros, así que habla con quien sea, habla con Putin si hace falta, pero no puede costar más de 4». En uno de los primeros vídeos de su reciente presencia en TikTok, Scholz comentó su sorpresa por el hecho de que muchos jóvenes le pregunten sobre el límite de precio del kebab, pero adelantó que es «inaplicable» y siguió alabando el trabajo del BCE en el control de la inflación.
Plagio a otras medidas similares
La polémica, en el fondo, es un velado plagio de la sátira del partido The Party, cuyo presidente, Martin Sonneborn hizo campaña en 2021 prometiendo un límite a los precios de la cerveza. Y el partido Die Linke (La Izquierda) ha dado un paso más en ese plagio de campaña y ha incluido entre sus promesas electorales la introducción de un freno estatal al precio del kebab de un máximo de 4,90 euros y reducido de 2,90 euros para estudiantes. El documento en el que expone su propuesta sugiere incluso que todos los hogares podrían recibir vales diarios de kebab.
El potencial electoral del Kebab da para mucho. Genera unas ventas estimadas de 7.000 millones de euros anuales en Alemania. Según los cálculos de Die Linke, basándose en los 1.300 millones de kebabs que se consumen cada año en el país (400.000 al día sólo en Berlín), un programa de subvenciones de este tipo le costaría al Estado 4.000 millones de euros al año. Hanna Steinmüller, de Los Verdes, un partido que suele pedir que se evite la carne, ha tomado la delantera y ha presentado la cuestión en el Bundestag. «Para los jóvenes en este momento esto es una cuestión tan importante como la de dónde se mudarán cuando independicen Sé que para mucha gente aquí este no es un tema cotidiano en absoluto y que quizás a veces se menosprecie un poco, pero parte de representar a la gente es mostrar estas diferentes perspectivas», animó al grupo parlamentario verde a incluir el asunto en su propia campaña electoral.
En las redes sociales, el precio del Kebab es un tema candente. Desde quienes piden el regreso de Angela Merkel porque «tenía el kebab bajo control», hasta los vendedores de Kebab como Deniz, en un quiosco cerca de la estación de tren Friedrichstrasse, que justifica que «nos vimos obligados a aumentar los precios porque los precios de los alquileres, la energía y los alimentos se han disparado». «La gente sigue hablando de 'donerflación' como si estuviéramos bromeando, pero no tenemos control sobre ello», se disculpa.
La polémica, igual que el Döner Kebab, es un fenómeno genuinamente berlinés. En Bremen o Dresde los precios medios siguen siendo de 4,67 y 4,96 euros respectivamente, a pesar de que Dresde fue nombrada capital del kebab en la la última encuesta por su más amplia gama de tiendas y mejores calificaciones. Berlín ocupa el tercer lugar en la encuesta, probablemente porque no se incluía todavía el nuevo kebab de espárragos «Döner Beelitzer Art» del restaurante «Kebap with attitude» en Gipsstraße, por unos 15 euros, la última tendencia. Berlín cuenta con 17,72 tiendas por cada 100.000 habitantes.
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